Volver a los lugares que amamos, más cuando ha pasado un año y seis meses que parecen un siglo por cuenta de una pandemia como la del coronavirus y de un paro nacional, suele ser una dulce experiencia. Y esta vez tuvo sabor a palomitas de maíz, las que recibió como obsequio cada persona que compró una boleta para entrar a una de las películas en cartelera el martes, cuando se reabrieron las salas de Cine Colombia en todo el país.

Ya los chicos pedían a gritos a sus padres ir a ver sus películas infantiles en pantalla gigante y con sonido potente, y los adultos ansiaban sacarlos de sus videojuegos y salir del encierro, cansados ya de tanto TikTok y fake news y habiendo agotado, en este largo confinamiento, las series de sus plataformas favoritas.

Con esta apertura, según Cine Colombia, “se alcanza el 97,6 % de salas abiertas en todo el país, como parte de la reactivación de la economía del sector cultural y del entretenimiento. Se estima que para julio de este año se habiliten 1.204 salas entre Cine Colombia y los demás exhibidores”.

El público puede escoger entre el drama: El Padre, Nomadland y El Olvido que Seremos; la acción, El Protector; la comedia ‘Lokillo en: Mi Otra Yo’; películas infantiles como: Gatopía; el terror de ‘El Conjuro 3: El diablo me obligó a hacerlo’ y ‘Un lugar en silencio. Parte II’. (Informes: cinecolombia.com).

Con filas de 20 a 25 personas, y con distancias de más de un metro, los caleños acudieron a la reapertura de las salas de cine, para olvidar por un rato los problemas o para reflexionar sobre la situación del país. Prueba de ello es que para un drama que guarda similitudes con lo que está pasando hoy en Colombia, como El Olvido que Seremos, para las funciones de ayer no se conseguían boletas. Según Dago García, productor del proyecto liderado por Caracol Televisión, “el 50 % de toda la boletería vendida era de nuestra peli”.

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Una de las afortunadas en ingresar a la galardonada película, dirigida por Fernando Trueba y basada en el libro del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, fue Laura Gómez Campo: “La última vez que fui, hace año y medio, vi ‘Parásito’ (ganadora del Óscar)”, dice esta música con enfoque de producción musical, quien acudió a la sala 2 de Cine Colombia en Chipichape, a la que ingresaron 50 personas.

“Hay puestos en los que se pueden sentar tres personas seguidas de una misma familia o grupo y otros de dos seguidas para parejas, pero dos o tres sillas te separan de los demás, por fila puede haber máximo cinco personas”, explica la estudiante de la Universidad Icesi. “

Te aplicas antibacterial antes de entrar a la sala y es obligatorio el uso de tapabocas afuera y adentro de la misma. Las sillas que se pueden usar tienen una carita feliz. La comida te la dan tapada y si pides un combo te dan una bolsa de papel y la gaseosa viene en botella pequeña, ya no hay dispensadores”, cuenta la joven de 23 años como si se tratara de la escena de una película futurista.

“Quienes te acomodan en la sala, te atienden en taquilla y en la cafetería, llevan tapabocas, caretas y se lavan las manos permanentemente. Cuando entras a la sala, sale un video en el que te explican las medidas de bioseguridad que debes seguir y las que aplica la empresa; cada trabajador pasa por pruebas de control del covid-19”, relata la joven que tardó solo 10 minutos en la fila para ingresar.

Para ella, “esto no se compara al cine en casa: hacer la fila, comprar las boletas y compartir con mi novio, con mi hermana y mi familia, con pantalla grande y sonido de teatro, es único”.

Tan buena noticia es esta reapertura para el público como lo es para la industria audiovisual. Según Juan Carlos Romero, profesor del Programa de Cine y Comunicación Digital, de la Universidad Autónoma de Occidente, “la producción de películas, desde los rodajes, se ha visto afectada por las estrictas normas de bioseguridad, ya que intervienen de 30 a 50 personas en un set. Y la industria venía de una crisis dentro de sus estructuras y recursos, por escándalos como el de Harvey Weinstein, y del Me Too y la necesidad de buscar una igualdad en el cine. A esto se suma la urgencia de que el cine sea representativo de los grupos minoritarios”.

El golpe que ha tenido el sector ha sido inédito en la historia del cine, según Romero, “este se inventa el 28 de diciembre de 1895, de esa época para acá nunca se había presentado lo que estamos viviendo, que las salas hayan estado cerradas obligatoriamente durante más de un año y los efectos han sido devastadores. No debemos olvidar que el dinero que se recauda para la Ley del Cine, la Ley 814, es el de las taquillas. En 2019 se estaban recaudando $60 mil millones, y eso se ponía en circulación a través del Fondo de Desarrollo Cinematográfico. Este año las convocatorias son limitadas porque el presupuesto es poco y el tejido, que era débil, para respaldar la producción de películas, se rompió. Esta reactivación es un momento esperanzador y definitivo para retomar la dinámica. Ahora más que nunca se necesita el apoyo del público en el cine”.