El cantautor caleño Mauricio Castillo Rivas, quien nos enseñó que ‘No se habla de Bruno’, banda sonora de la oscarizada película Encanto, canta a los cuatro vientos ‘Me va mejor’. El tema “hace parte del cierre de este año, para dar gracias a todas las cosas que he podido disfrutar dentro de la carrera, por lo bueno y lo malo”.
Su nuevo sencillo nace como una manera de decirse a sí mismo “que a pesar de todo siempre hay una razón para sonreír”. Cuenta que su letra nació en la cotidianidad de su hogar, “estaba en el ‘achante’ y prendí una velita; mi esposa estaba haciendo unos tamales y la mezcla entre el olor a esa comida típica y la parafina, trajo a mi mente las temporadas decembrinas y dije: ‘estoy triste, pero hay que sacudirse las hormigas y seguir’”.
En el transcurso de su carrera, ‘Mauro’ ha aprendido a ser constante, a luchar por lo que está bajo su control, “se trata de echar pa’ lante, porque no siempre todo va a estar perfecto. Una de las claves para empezar a pensar en nuestro futuro y en cumplir lo que queremos, es entender que hay cosas que hacen parte del ecosistema y por mucho que nos estresemos, no las podremos cambiar. Cuando comprendes eso, se vive más tranquilo”.
Esta nueva producción musical, que contó con el apoyo en la percusión del maestro Óscar Iván Lozano, es una combinación de sonidos latinoamericanos que hacen un recorrido por Colombia, el cual inicia desde la costa Caribe y finaliza en el Pacífico norte.
“Más que agarrar patrones, lo que hice fue tomar esos sonidos que uno percibe cuando las notas están en el aire. Empecé por la costa Caribe, y tomando las características de las cumbias, las mezcle con la percusión del Pacífico, en especial, con los sonidos de la marimba. Y al tener esos dos referentes de cada punta de Colombia, en la mitad, por lógica geográfica, quedó Panamá e incluimos la murga. La canción es una fusión hecha en un nivel de conciencia bastante importante”, explica el caleño de 44 años.
Este nuevo trabajo musical resume un poco la vida de Mauro, quien este año estuvo en la lista de los 13 artistas reconocidos en los Premios a los Afrocolombianos 2022, en su país, y fue nombrado como uno de los latinos más influyentes en Estados Unidos. Además, su paso por los sets de grabación de Disney, como actor y cantante en la película Encanto, ganadora a Mejor Película Animada en los Óscar, y donde interpretó a Félix, el tío político de Mirabel, potencializó su reconocimiento a nivel internacional.
“Es muy lindo ver que las personas saben quién es Félix. Hace unos meses estaba en Universal Studios, y una familia me pidió una foto, para mí fue una gran sorpresa, porque se supone que allá se toman selfies con personas muy famosas. Les preguntamos si sabían quién era yo, ellos respondieron: ‘Félix, el de Encanto’”, recuerda conmovido el caleño, quien desde hace unos años vive en Miami.
Además, la versión en inglés: ‘We Don’t Talk About Bruno’ (No se Habla de Bruno), en la que participó, como intérprete y arreglista, ha sido reconocida como la canción más popular del año con más de 500 millones de reproducciones e incluso se convirtió en el video más visto de YouTube en Estados Unidos.
La fama de la banda sonora ha sido tan importante a nivel mundial, que el pasado 27 de marzo, los colombianos Mauro Castillo y Carolina Gaitán fueron invitados a cantarla en la edición 94 de los Premios Óscar, a pesar de no estar nominada. Un momento para escribir en el libro de la historia de este país, no solo por la participación de dos artistas nacionales, sino porque en la línea del tiempo de la salsa, es la primera vez que se presenta un afrocolombiano en la ceremonia.
“Es muy lindo representar a nivel global la pluriculturalidad de Colombia. Encontré que a muchas personas en el mundo les parece extraño pensar que en nuestro país haya personas afro, pero poco a poco, se conoce lo que somos. A esto se suma que los personajes de Encanto se convirtieron en un espejo en el que los niños y jóvenes del mundo se ven reflejados”.
Sin embargo, este año para el artista no todo ha sido color de rosa, admite que fue un ciclo de aprendizajes complejos y dolorosos, y de pérdidas de seres cercanos, como la partida de su madre María Teresa Rivas, en agosto. “Gracias por todo, mamá. El cielo te espera. Te amamos. Descansa en paz, mamá, te extrañaremos”, comentó entonces Castillo en sus redes sociales.
El hombre del afinador cerebral
Pero si algo le da paz a Mauro es la música, su aliciente para el alma.
Para él, los sonidos son una forma de comunicar. Además es dueño de una habilidad natural, llamada ‘oído absoluto’, la cual le permite identificar una nota por su nombre sin la ayuda de una nota referencial, “mi forma de componer es que primero percibo los sonidos y me van llegando las ideas”.
Además de ese talento innato, para él la educación es otro de los ejes fundamentales en la vida, “esta nos ayuda a desarrollar herramientas propias. Este año, cuando me reuní en ensayos con Lang Lang (uno de los más afamados pianistas del mundo) —con quien tocó recientemente en Broadway—, hablamos sobre la técnica, la cual te ayuda a tener memoria artística, cuando tu cerebro ya lo sabe hacer, dedicas tu mente a pensar en otras cosas”.
Tan caleño como la lulada
Nacido en el Lido, el 6 de junio de 1978, y criado entre este barrio y Prados del Sur, graduado de la Universidad del Valle, pasó por las canchas de fútbol, de pasto, tierra y asfalto de la ciudad; vio a su padre, Hugo Castillo, ayudar a construir el alcantarillado público de su barrio, escuchó las raíces musicales de sus vecinos migrantes. Nadie como Mauro conoce la ciudad y el sentimiento que la habita, tanto que la guarda en un lugar especial de su corazón.
“Mi papá dice que pudo haber estudiado más, pero él se quiso enfocar en construirnos una casa. Compró un lote en Prados del Sur, y él mismo lo cuidaba, porque en ese tiempo no estaba la certeza de las escrituras públicas”. En medio de las visitas a su abuela, Mauro aprendió de música, escucharla era su distracción favorita, “tenía un grupo de primas contemporáneas a mí, pero cuando jugábamos yo era muy brusco y siempre se quejaban de que las empujaba, entonces mejor me sentaba a escuchar música, no porque soñara con ser cantante, más bien por pura diversión”.
Pese a que la música era su gran pasión, las condiciones socioeconómicas en su casa no se prestaban para que la estudiara, sin embargo, siguió aprendiendo de forma empírica, “vi algunas clases en la ciudad. Cantar me gustaba mucho, las profesoras me llevaban de salón en salón, para cantar el Día de la Madre, de la Mujer”...
Al salir del colegio, prestó servicio en la PolicíaMetropolitana, “para no estar parado cuidando semáforos y los eventos de la ciudad, me metí a la orquesta de la Policía, La Nueva Era, tocábamos en eventos de la Alcaldía, pero también asistíamos a barrios complejos de Cali, con la intención de dar una nueva cara de la institución”.
“Yo no puedo, no sé cantar”
Pablo Picasso decía que un artista, en muchas ocasiones, dudaba de su talento, y por esta razón, “siempre estoy buscando hacer lo que no puedo hacer, para poder aprender a hacerlo”, este también es el caso del cantautor caleño. Al iniciar “tarde” —a los 17 años— sus clases de música, y por el bullying de compañeros del servicio militar empezó a creer que en realidad no era bueno en la música y no sabía cantar.
Sin embargo, como un salvavidas lanzado por el destino, un compañero: Camilo Ochoa —hijo de Luis Carlos Ochoa, de La Charanguita—, le dijo: “‘¿cómo así que no cantas? Vení estudia en la Academia Fundación de Luis Carlos Ochoa’, y ahí empecé las clases”.
Sumado a esos pensamientos negativos que agobiaban su mente, Mauro, al presentarse a las pruebas de actitud musical de la Universidad del Valle, no pasó los exámenes. Decepcionado de sí mismo y motivado por sus padres, ingresó a la carrera de Economía, pero la música lo siguió como un imán y mientras veía ciencias exactas, hizo parte de la Unibanda y de otras iniciativas musicales de la Univalle.
Galardonado en tres ocasiones con el Petronio Álvarez, exaltado por su papel de Wilson Manyoma en el biopic del Joe Arroyo, este talento fugado del Grupo Niche, arreglista de Tito Puente, compositor de temas de Óscar de León y autor de jingles, es un embajador de Cali y de su país. Ahora invita “a bailar con la marea, a sacudirse la arena. Empezar una vez más, seguir”.
Trombón...
Cuando entró a prestar servicio en la orquesta de la Policía, Mauro conoció el trombón. “Me enamore de él, se ve tan simple, pero tocarlo es
de una alta complejidad y le da un gran potencial a la música”.
Ese amor no fue fácil para Mauro, quien es felizmente casado con Tatiana y son papás de un niño y una niña. Cuando inició las clases de trombón tenía 17 años. “Estudiaba con niños de 7 u 8 años, eso inhibe, y yo dudaba de si realmente era bueno”.
Su primer disco ‘Bailá salsa’ fue el más vendido del género de la salsa en el país e incluye su éxito ‘Viene y se va’.