Durante los últimos días, el nombre Lina María Hurtado, la representante de Buenaventura en el pasado Miss Universe Colombia, figuraba entre las favoritas para llevarse el título de ganadora del certamen.
Es por esto que tras perder la corona, muchos usuarios de redes sociales han expresado su decepción, cuando la gran favorita terminó llevándose el título de primera princesa.
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Quedó por detrás de Camila Avella, de Casanare, quien se coronó como Miss Universo Colombia 2023, mientras que como virreina quedó Daniela Parra, quien concursó por Norte de Santander.
La vallecaucana de 24 años, comunicadora social con maestría en estudios culturales, buscaba que su participación en el reinado se convirtiera en una plataforma para empoderar a miles de mujeres del Pacífico, que desde niñas viven el racismo en carne propia y se sienten menos bellas por su color de piel.
En entrevista con Semana, Lina aseguró que no cree que le robaron la corona y se siente “muy satisfecha con el trabajo y la decisión que se tomó. Sé que el jurado hizo lo mejor posible para tomar esa decisión de quién iba a representar a Colombia en Miss Universo”.
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La Primera Princesa, quien trabaja en la Cámara de Comercio de Buenaventura, habló sobre el cambio que se ha producido al interior de los certámenes de belleza, en los que “ahora se le da más importancia a quiénes somos, nuestras historias, a los proyectos que llevamos a cabo como reinas. Hace unos años, el cuerpo tenía un porcentaje mucho más alto y en este certamen solo valía el 5 por ciento. Se le dio más valor a la entrevista con el jurado y a otros elementos como la actitud y el empoderamiento. La competencia estuvo muy reñida, no solo por mi compañera Camila, sino por las 24 candidatas que teníamos demasiado por decir”.
“Yo, como líder social, lo que hice fue visibilizar a todo el Pacífico y contar las historias detrás de cada mujer negra que hay en Colombia. Camila Avella representa esa otra cara, la nueva etapa de los certámenes de belleza recibiendo a mujeres casadas y con hijos. Y esas son cosas que tienen mucho peso en la actualidad. El jurado no la tuvo muy fácil, fuimos muy buenas competidoras. Y esos pequeños detalles al final marcaron la diferencia”, explica sobre lo que cree fueron los argumentos en los que se basó el jurado que no la dio como ganadora.
La representante del Pacífico Colombiano, aseguró durante la entrevista que ella misma ha sido muy crítica de este tipo concursos y que desde su participación pretendía “mostrar un cuerpo que se volviera un modelo que otras mujeres quisieran tener, y que les impliquen dietas y cosas extenuantes para bajar de peso. No quería inspirar eso, sino amor propio. Lo que la gente elogiaba de mí era la seguridad que proyectaba. Ver videos de niñas afro frente al televisor tratando de imitarme en el reinado. Eso para mí fue: lo logré. No obtuve la corona, pero esas imágenes fueron el mejor premio”.
La bonaverense, de medidas 86, 59, 95, lo que muchos llamarían perfectas, también confesó que aunque hoy se siente una mujer segura y empoderada de su belleza, hubo un tiempo en el que, tal vez por falta de representación en medios, no se sentía muy cómoda en su cuerpo.
“Eso me pasó cuando estaba en la infancia. Mis papás trataron en lo posible de mostrarme lo valioso que era ser una mujer negra, de cuánto me tenía que amar y aceptarme. Pero, los niños eran crueles y había bullyng y me costaba aceptarme tal y como era. Siempre llegaba del colegio con ganas de arrancarme la piel y fue un proceso difícil. Y poco a poco fui haciendo la transición de entenderme, amarme, quererme y tratar de comprender lo que es el racismo estructural. A los 15 años llegué a vivir sola a Cali, a estudiar en la U, después de ser una hija muy amada y cuidada y me enfrento nuevamente a una ciudad que no era amable con las personas negras. Fue ahí que empezó mi activismo con distintas organizaciones.
Al ser cuestionada si es verdad que en algún momento llegó a usar clorox para blanquear su piel, su respuesta es contundente: “Lo hacía a escondidas de mis padres. Y lo usaba porque se supone que es un blanqueador y lo blanco era lo bueno. Siendo niña y en medio de lo ilógico que podía ser me lo aplicaba y me frotaba. Y me hice mucho daño en la piel. Y ahora intento devolverle a mi cuerpo esa deuda y ese amor propio. Y lo hago contándoles a otras niñas que han pasado por lo mismo –porque me lo han dicho en mis redes sociales—que hay otros caminos. Muchas de ellas me dicen que incluso se han enfermado por hacer esas cosas. Es algo que sigue pasando. Ahora mismo estoy iniciando con mi marca de productos para el cuidado de la piel y el cuerpo. Para inspirar a otras niñas y que haya una resignificación de quiénes somos”.