Hace casi 24 años Draco Rosa era uno de los artistas internacionales invitados a Rock al Parque, y en esa oportunidad confesó que no llegó nada bien a este festival, pero allí, frente a miles de personas, presentó su música, su álbum ‘Vagabundo’, lo que le dio un nuevo impulso para seguir navegando en la música.
Este fin de semana estuvo en ‘Colombia al parque’, con una propuesta completamente diferente, su nuevo álbum ‘Sound Healing 1:11’, con música para sanar.
El artista de origen puertorriqueño, autor de algunas de las canciones más exitosas de su compañero del grupo Menudo, Ricky Martin, ha librado una batalla por su salud, ha enfrentado los más fuertes padecimientos, como el cáncer, y lleva una búsqueda por tener buena salud y ser feliz en este mundo.
Ahora, profundiza en la música para atraer ese bienestar, todo desde La Finca, su proyecto en Puerto Rico, siendo un lugar en el que busca hacer crecer el pulmón vital de la isla y generar una seguridad alimentaria para la región.
¿Qué significa para usted volver a Colombia?
Para mí es muy especial volver a Colombia. Recuerdo eventos como Rock al Parque, donde presenté ‘Vagabundo’, por el hecho de que yo llegué allí un poco destrozado, sentía que no había una conexión del álbum con el público. Hasta llegar a este (Colombia al Parque) y darme cuenta lo que significaba el disco para la gente. Fue un encuentro que me dio mucha esperanza.
Han pasado muchos años y sigue la magia. Me siguen invitando a Colombia, celebrando los 20 años de ‘Vagabundo’, pero ahora vuelvo al país para presentar otro extremo.
¿Qué trae su nuevo álbum ‘Sound Healing 1:11’?
Este disco ofrece una frecuencia que me ha venido bien a mí y a mi familia, quienes fueron los primeros que me pidieron el disco para escucharlo. Es todo un producto de mi inmersión en el tema de la meditación, el yoga, en medio de un experimento que tiene mucho que ver con el tema del encierro en la pandemia.
Todo fue muy mágico, porque al final del día yo fui adquiriendo algunos instrumentos con el propósito de estar en La Finca realizando los retiros con la comunidad, pero arrancó la pandemia y los planes se echaron a perder.
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Esto hizo que me encerrara en casa y empezará a probar cosas con estos instrumentos, y resultado de ello, un disco que dura una hora y 11 minutos, que trata de bienestar, lo cual me tiene muy contento al ser una pieza de mi catálogo para la humanidad. Eso es vivir.
¿Todo fue hecho en casa?
La Finca es un lugar que no es mío en realidad. Al final las cosas no son tuyas, tan sólo las administras, sin saber si tus hijos, en mi caso tengo dos, se apuntarán a seguir con ello. Allí hemos hecho una labor de sembrar más de nueve mil árboles, que atraen aves, en un lugar donde hay mucha comida, con plantas medicinales.
La satisfacción de ayudar a fortalecer un pulmón en el lugar e intentar siempre dejar mejor el lugar que habitas de lo que encontraste.
¿Cómo ha visto la recepción de este disco?
Esta es una pieza que irá a dónde tiene que ir. Hay un equipo detrás trabajando, pero para mí la música no es un instante, es un compañero de viaje a través de los tiempos, siendo una pieza que va creciendo y me he quedado sorprendido de los comentarios de la gente, en especial de aquellos que buscan estar bien en medio de este mundo. Estoy donde tengo que estar y no hablamos de expectativas como no hablamos de competencia, porque es un álbum que invita a desconectarse, poco a poco.
¿Es muy difícil la construcción de un álbum con esas características?
Al final del día es música. Uno se entrega, lo vive y después lo abandona. No desde el punto de vista negativo, tan solo que debes dejar que se lo lleve el viento, lo cual es lindo, porque entra a las casas, al corazón y suceden cosas mágicas. Al final del día es la posibilidad de conectar.
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Escuchando el disco me preguntaba, ¿nos hemos olvidado del poder de la música?
Sí. Todo esto va cambiando y es difícil dar opiniones, porque puede ser una cosa generacional o es un reflejo de lo que está pasando en el mundo agresivo y ella es muestra de ello.
Lo que siento es que antes encontrábamos muchas sabiduría en la música, con una rebeldía fuerte en la que absorbíamos el caos de manera muy íntima, aprendiendo mucho de los cuentos y las letras, pero hoy en día todos son memes. Pero al final del día lo que quiero es que la gente sea feliz.
Para mí la esencia está en el poder vivir en el estudio, crear, vivir en el taller. Tocar los instrumentos y hacer cosas nuevas para tratar de ofrecer y contribuir en algo al final del día, en momentos en que todos buscan el éxito inmediato y fugaz, que ni te acuerdas después, porque luego te acuerdas más de las personas que de las canciones.
¿En qué consistió la creación de este álbum para sanar?
Ha sido una búsqueda personal. Yo quiero dormir pero no tomar más pastillas, que tanto daño hacen, por lo que fui a buscar la sanación en las frecuencias para poder tranquilizarme, lo que no deja de generar un debate. Me siento muy bien, muy contento y satisfecho de lo que he logrado con un disco así, del cual sigo aprendiendo.
¿Cómo es su relación hoy en día con sus álbumes anteriores?
Me ocurre siempre que escucho mis discos: pienso cómo lo haría ahora, lo cual está bien, porque me permite innovar en vivo, lo cambio a cada rato, porque son piezas ricas pero uno va creciendo, compartiendo cosas lindas con la gente. Es una música que está viva.
Si existe música de sanación, ¿existe música que enferma?
Existe la música de sanación, pero también hay frecuencias que se usaban en tiempos de las guerras mundiales, lo cual es algo muy real, por lo que viene bien intentar aterrizar, desconectar, porque vivimos tiempos muy agresivos, y si les añades más agresividad, seguro te vas a enfermar.