César Augusto Mora Hernández, caleño, de familia valluna y cundiboyacense, es actor de televisión, cine y teatro, compositor, cantante y director de orquesta.

Mide 1.59 m, pero quienes lo conocen, no dudan en describirlo como un gigante. Es grande dentro y fuera del escenario. Generoso es otra palabra en la que muchos coinciden cuando se les pregunta por él.

Por su trabajo, es una de las caras familiares para la mayoría de los colombianos. Sus fiestas de juventud fueron legendarias (se dice que no se las perdía ni el mismísimo ex presidente Andrés Pastrana, cuando su padre, Misael, era el líder del país); durante muchos años fue la cara amable y musical del programa de entrevistas más popular del final de la década de los 90, ‘Yo, José Gabriel’; se pasea entre personajes buenos y villanos para cine, televisión o teatro, mientras sale de gira con su Orquesta María Canela o graba su propio programa de entrevistas.

A partir de este lunes 21 de noviembre volverá a la pantalla del Canal Caracol en la piel de Armando Briceño, un padre ‘boyaco’ extremadamente conservador, un trabajador todoterreno, quien tiene una visión muy cerrada del papel de la mujer en la sociedad.

La historia se inspira en una familia tractomulera de Ubaté que entra en crisis cuando la única hija queda embarazada y busca la forma de salir adelante, en lo que conoce, el negocio familiar. Lo que se pensó en algún momento que podría ser un reality, se convirtió en una serie de comedia con la que muchas familias colombianas podrán identificarse.
Para este papel, César tuvo que entrenarse como mulero, aprender a manejar tractomulas, muchas de estas hasta con una caja de doce cambios.

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¿Le costó mucho trabajo ponerse en la piel de Armando Briceño?

Hicimos la tarea de aprender a manejar porque sabíamos que el compromiso era muy grande. No hubo problema con mi altura porque estos vehículos son muy cómodos para el conductor. Dimos con un proyecto hermoso, muy colombiano, muy nuestro porque este es un país de tractomuleros. La hija es el conflicto de la historia, una mujer criada en un hogar de machos que no se hacen a la idea de que ella siquiera piense en subirse a una tractomula y trabajar en esta.

¿Qué opina de este tipo de series en los que se muestran familias tan conservadoras?

Las mujeres han ganado terreno y es maravilloso ver cómo están más empoderadas y posicionadas en los puestos de comando de la sociedad. Cada día vemos más ministras, más directoras, más gerentes, pero el machismo no se ha acabado. En los hogares se sigue repitiendo y tienen que pelear mucho, lo que pasa es que ahora cuentan con más argumentos y más defensores y seguidores, así que los padres lo piensan dos veces antes de reprimir.

Yo soy muy feminista, siempre le entregué las llaves de mi casa a mi  señora. A las mujeres les creo en todo, en los negocios, en la sobriedad y en la inteligencia para tomar las decisiones. Siempre que tengo que decidir sobre algo, le pregunto a mi esposa qué piensa. Aunque también vengo de un hogar machista, uno como hombre tiene que hacer la tarea de cambiar estos comportamientos.

¿Pero no se le hizo muy difícil ser tan machista en la pantalla?

El trabajo de campo como colombiano y latino, para el personaje, no fue tan difícil de hacer porque es algo que se ve todos los días. Esta serie tiene dosis de humor, pero también mucha parte de realidad y drama.

¿Qué aprendió de su personaje?

Aprendí que no quiero esa familia, criar hijos así, ni ser un padre como Armando Briceño. Es un trabajo diario. Aprendí que no quiero ser así, ni devolverme en esos términos de mi relación con el género femenino. A mi hijo le transmito eso, el discurso de que el problema de acabar con el machismo empieza por nosotros los hombres, es nuestro deber como padres.

Dentro del elenco se encuentra el actor Toto Vega, quien falleció recientemente, ¿cómo fue trabajar con él?

No puedo decir nada diferente a lo que han dicho todos los actores respecto a la partida de Toto, fue un hombre maravilloso, con él no había más que historias, risas. Hablaba hasta por los codos. No se callaba porque tenía mucho que decir y mucho que contar. Hace muchos años hicimos un proyecto en Honda, yo iba siempre en mi carro y él me preguntaba si se me podía pegar. Era increíble hacer ese camino para aprender mucho de sus historias, de su tierra y sus proyectos. Y en esta serie hizo un personaje maravilloso con el que gozamos mucho. Nunca será en vano recordarlo, porque era un ser humano muy agradable.

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Se siente vital

A sus 62 años, César Mora, quien se inició en el teatro con la obra La Huelga y en la televisión con Romeo y Buseta, Calamar, y Música Maestro, no ve muy cerca el retirarse de los escenarios.

Actualmente protagoniza junto a Edwin Maya, en Bogotá, la obra de teatro ‘El Puesto’, una tragicomedia cuya historia tiene como eje principal la jubilación y de cómo un hombre se burla de sí mismo pensando en aquello que le va a esperar después de su trabajo.

¿Pensar en jubilarse? No es una pregunta que se haga, aunque es muy reiterativa en esta época, a raíz de la obra en la que interpreta al jubilado, quien está recogiendo sus cosas, mientras espera al Millennial que viene a recibir su puesto.

“Yo sé como es eso de la jubilación y me siento muchas veces así. A uno ya le dicen ‘entonces qué cucho’, menos mi hijo, quien siempre me ve como de 20 años. Yo veo desde lejos la jubilación, diferente a como la ven otros”, señala César, quien se describe como un hombre muy vital, que se cuida mucho, come bien, se presenta con su orquesta, con la que canta más de dos horas muy al estilo “Carlos Vives”.

“En el terreno de nuestra profesión, hay una ventaja respecto a otros oficios, y es que si estamos en buen estado de salud, habrá personajes de todas las edades. Con buena salud, siempre habrá trabajo. Sin embargo, hay personajes, pero no hay muchos y es doloroso cuando uno ve compañeros de la edad de uno, que no tienen la oportunidad de trabajar”, explica.

Como anécdota cuenta que la última vez que fue donde el médico, este le dijo que tenía que ser más consciente de su edad, porque si hace un mal movimiento, esto de verdad le podría afectar. Él no está muy de acuerdo, mientras su esposa se queja ante el doctor que eso le dice todo el día, que se cuide, que no salte, que no se vaya a tirar de por allá, pero Mora no hace caso.

En esto se identifica con Don Armando, “un tipo de brío que no se va a dejar”, aunque los achaques no lo dejen seguir el mismo ritmo de siempre.

Hace dos semanas los BNTV Awards, iniciativa que busca reconocer el talento de artistas emergentes y apoyarlos al inicio de sus carreras, reconocieron su trayectoria en Bogotá.

Este año participó como actor en las producciones ‘A grito herido’ y ‘Te la dedico’. En el Canal Regional Telepacífico presentó ‘Desde el Studio’, un programa musical, repleto de anécdotas, sueños y humor, en el que se descubrían los detalles de las vidas que están detrás de las grandes obras musicales del país.

“Trabajar con César es una experiencia maravillosa, estoy muy agradecido de haber tenido la oportunidad de trabajar con él. Aparte de ser un excelente actor es un grandioso compañero, quien además de ser nuestro padre de la ficción, también lo fue en la vida real. No sé si hacía lo mismo con otros actores, pero después de rodar, hacíamos videollamadas de horas ayudándome a encontrar dichos con el acento para las escenas del otro día”, explica Camilo Amores, quien interpreta a ‘Youtub’, el hijo de Armando Briceño.

Para Carlos Mario Urrea, uno de los directores de Los Briceño, “dirigirlo  es fácil y divertido. Él es un tipo que para la experiencia y cartel que tiene, tiene muy claro su trabajo, lejos de verse como una estrella. En esta producción tenemos un elenco muy joven y la palabra para describirlo es generoso. Él pone todo para que el trabajo de sus compañeros fluya, independientemente de si están empezando, tengan poca trayectoria o sean mucho más jóvenes. Se entrega, se desgasta y se cansa, pero su trabajo es ponerse al servicio de las escenas y sus compañeros”.

Cuando Jaime Garzón conoció a César Mora, las primeras frases que le dijo fueron: “Usted tiene una canción que a mí me mata y se llama ‘Canela’”. Esa misma noche, el humorista manipuló al caleño para que se la cantara unas 20 veces. “Me decía ‘oiga, Mora, esa vaina en bolero cómo suena”, confesó el artista en entrevista para el Canal Uno.

Desde entonces, esa canción evoca a un Garzón y un Mora felices, cantando juntos en un mismo micrófono en el escenario del programa ‘Yo, José Gabriel’, en una de las últimas entrevistas que dio Jaime, y también Heriberto de la Calle, su personaje más famoso. Cada 13 de agosto, aniversario del asesinato de Garzón, este éxito vuelve a sonar, en la voz de César, rememorando una despedida triste, y a su vez, llena de alegría para honrar la vida que se va.

La historia del tema tiene sus orígenes en una rumba en los 70, de esas inolvidables a las que asistía y muchas veces realizaba César en Bogotá. Cuando los músicos de la fiesta estaban por irse a cumplir con otros compromisos profesionales, Mora, quien estaba muy borracho, les insistía que no lo dejaran, así que la agrupación no tuvo más remedio que llevarlo con ellos. Lo montaron en un avión y cuando despertó, estaba en Quibdó, en plenas fiestas de San Pacho.

El artista contó en el programa The Suso’s Show que cuando despertó en la capital chocoana decía: “¿Esto qué es? Estaba en una casa hermosa pero todo era muy bizarro”. La señora del hogar, “una matrona hermosa”, decía: “Yo les dije que no le hicieran eso, cómo se atreven a traerlo aquí”. Pero él, siguió con la fiesta.

“En un momento el tipo me dice que lo acompañe a dar un sentido pésame, pero yo pensé que no era verdad. Cuando llegamos al sitio, todo parecía como una comparsa. Era muy lindo lo que veía. La gente alrededor estaba de rumba. Los viejos jugaban dominó, los niños se metían por debajo de la mesa en la que estaba el féretro y las mujeres repartían comida y se paraban al lado del muerto, con mucha chirimía, a bailar y cantar”.

Eso produjo en César, aún con los tragos encima, un impacto grandísimo. “Pedí un cuaderno. Y fue muy fácil describir lo que había visto. Pensé: ‘Qué maravilla morirse uno de esa manera, con todos los familiares de uno bailando’”.

El primer título que le puso a esa canción fue ‘Quiero’. “Quiero morirme de manera singular. Quiero un adiós de carnaval. Quiero tu voz negra canela escuchar. Con su frescura natural sincera...”
Pero cuando empezó a escribir el coro: “Canela, canela...” el nombre cambió.