La futbolista profesional colombiana Nicole Regnier, además de representar a Colombia en la selección femenina, es embajadora por la niñez en el Fondo de las Naciones para la Infancia, Unicef. La caleña de 26 años reconoce la importancia de conmemorar hoy 20 de noviembre el Día Internacional de la Niñez y no solo de defender los derechos de los niños, sino de apoyarlos a cumplir sus sueños así como ella lo logró.
Desde niña se propuso hacer parte del grupo de mujeres representantes del fútbol colombiano y a pesar de los estereotipos y trabas que en algún momento la hicieron pensar en dejar a un lado este sueño, aprendió a no desfallecer. Ahora, a través del fútbol busca sembrar esperanza en los corazones de los niños y niñas del mundo
¿Cuál considera que es su gran responsabilidad como embajadora de Unicef?
Para mí, ser embajadora de buena voluntad en Unicef es una responsabilidad muy grande. Esta tarea es muy importante, la idea siempre es aportar a los niños. No es que “ay, les voy a ayudar más a las niñas porque soy mujer”, no.
Yo pienso que hay que ayudar a la niñez, a los jóvenes, indiferente de donde vengan o de su género. Trato de hablarles a todos con el corazón y poder sembrar una semilla de esperanza en cada uno.
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¿Considera que su trabajo en fútbol sirve como fuente de inspiración para las niñas que sueñan trabajar una carrera considerada ”solo para hombres”?
Todavía existe un poquito estereotipo, no obstante poco a poco ha ido cambiando. Es muy lindo cuando una niña se acerca con sus padres y te dice: “mira, yo quiero ser como tú, o como Leicy Santos, Isabella Echeverri, Cata Usme, Natalia Gaitán o Linda Caicedo”. Como muchas jugadoras referentes, en este punto uno reflexiona que, en realidad, ha valido la pena la labor que estamos haciendo y esto realmente es muy emotivo. La idea es seguir aportando a los niños con la herramienta que Dios me dio: el fútbol.
¿Qué consejo les da a los niños que en este momento tienen un gran sueño y tal vez no creen que lo puedan lograr?
A todos los niños y niñas del Valle del Cauca y del mundo les diría que cada uno puede llegar a ser lo que quiera. El camino no es fácil; si lo fuera, todos seríamos los mejores en cada arte. Pero, si el sueño es muy grande, se debe estar dispuesto a pagar el precio, a ser el más dedicado, el primero en llegar y el último en irse. Se debe buscar ser el número uno y sin duda alguna la vida te premia, hay que ser tercos y no pensar en esa palabra como algo malo, sino como una forma de lograr el objetivo que nos invita a soñar. Y nosotros los adultos debemos apoyar a quienes sueñan en grande.
Nicole Regnier supo, desde que era una niña, que estaba para ser una campeona, por eso considera que la terquedad es su mayor virtud.
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¿Cuál es la enseñanza más importante que le quedó de su niñez?
Yo creo que la enseñanza más grande fue demostrarme que cuando uno tiene pasión y sueña con el corazón, al final los sueños se cumplen. No fue sencillo, sin embargo, todo se basa en creer, aunque nadie más crea en uno. Cuando yo empecé, ni siquiera existía el fútbol profesional femenino, pero yo manifestaba que iba a ser futbolista profesional y trabajé día a día para lograrlo.
¿En qué momento de su niñez sintió que los estereotipos afectaron este sueño de ser futbolista profesional?
Mira que, yo de pequeña jugaba en el equipo del colegio, pero eran solamente niños. Una vez en una copa Río Pance,en mi primer torneo de fútbol, yo hacía parte de la titular del colegio y cuando iba a empezar el partido los papás del equipo rival se quejaron porque yo era una niña, porque no podía haber una niña jugando en el equipo de niños.
Entonces, me mandaron para mi casa, no me dejaron jugar el torneo y ese día lo recuerdo como el más triste, porque me sacaron del torneo por ser mujer. Pero es como todo: cuando uno demuestra que le va bien, no les importa si eres niña o niño.
Al principio, en el ´Pico y Pala´ me dejaba de última, pero cuando empezaron a ver que me iba bien, entonces ya me tenían en cuenta.