Por Santiago Cruz Hoyos. -Editor de Crónicas y Reportajes
Fue casualidad; o el destino; o Dios; o tal vez todo se juntó para que una niña de nombre extenso, María Antonieta de las Nieves (sus apellidos son Gómez - Rodríguez) fuera actriz.
Todo sucedió en La Lagunilla, un mercado popular en Ciudad de México. Allí, los papás de María Antonieta tenían “una fabriquita” de ropa. Y junto a la fabriquita, estaba la escuela de danza. Cada que sonaba la música, María Antonieta, una niña de 4 años, se asomaba a hurtadillas a la academia para ver a las bailarinas danzar al tiempo que trataba de imitarlas. Hasta que el profesor la vio y le preguntó:
—¿Tú qué haces aquí?
—Cada que escucho la música, vengo a ver a las chicas que bailan muy bonito. Es más, ya sé bailar como ellas – le dijo María Antonieta e hizo una demostración.
—Espérame tantito: ¿de dónde eres? – continuó el profesor.
—De enseguida, la fábrica de ropa. El ruido que escucha son las máquinas de mis papás, que están cosiendo.
El profesor le preguntó a la mamá de María Antonieta si era cierto que era su hija. Y agregó:
— Cómprele zapatos de ensayo, porque si la dejo bailar con los zapatos que trae, me va a echar a perder el piso.
Al día siguiente a María Antonieta no solo le compraron zapatos, sino un tutú, una falda de varias capas, y comenzó a bailar en la escuela. Cada que iban a algún evento, el profesor decía: “nuestra presentadora es esta bellísima criatura”.
Su madre buscó otra escuela de danza y encontró la academia de Andrés Soler, uno de los actores más famosos de México, donde no solo bailaban. María Antonieta recibió clases de actuación, educación de la voz, incluso de esgrima. Los productores que buscaban niños para sus películas iban hasta la academia, como Enrique Alonso, un señor tan famoso como Chespirito.
Todos los domingos tenía un programa de cuentos infantiles y llevó a varios “chamacos”, entre ellos María Antonieta, que no le daba pena nada y se aprendía rápido los diálogos.
Con Enrique Alonso hizo papeles en ‘Caperucita Roja’, ‘Alicia en el país de las maravillas’, ‘Hansel y Gretel’. Después participó en una película famosa, ‘Pulgarcito’, pero su fama llegó años después, a sus 21, cuando María Antonieta de las Nieves se convirtió en la Chilindrina en el Chavo del 8. Su número de suerte es el 8. Siempre en el papel de Chilindrina, se dibujó ocho pecas.
Ahora María Antonieta está en Colombia, donde interpreta un papel muy distinto, una mujer acorde con su edad en ‘Los huevos de mi madre’, una obra que se ha presentado 500 veces en Ciudad de México y llega a Cali y Pasto.
— Quizá es mi despedida de los escenarios. Porque no me gustaría en unos años hacer el ridículo de verme vieja y tratar de verme joven. No se vale. Por eso espero que los colombianos vayan al teatro– dice María Antonieta.
Hablemos de ‘Los huevos de mi madre’, ¿qué historia nos cuenta?
Se trata de una madre que no supo educar a su hijo, que es el pecado que tenemos casi todas las madres latinoamericanas. Creemos que los hijos son nuestros y no van a casarse, ni van a tener novia, entonces no les gusta ninguna de las parejas que tuvo su hijo, y menos la esposa con la que se casó. Y él ha sufrido el rechazo de su madre por las novias que ha tenido. Hay toda una serie de enredos entre madre e hijo.
Una obra muy apropiada para el Mes de las Madres…
Así es. Es una comedia que al final tiene un poquito de drama, de sentimiento, esas historias que te dejan un bonito sabor de boca. Es una obra muy bien escrita por un compatriota de ustedes, Fernando Botero. En México ‘Los huevos de mi madre’ ha durado muchos años, la han hecho varias actrices, y a mí me tocó para Colombia.
¿Cómo llega a la obra?
Un día cualquiera la fui a ver, porque me la habían recomendado. Y cuando la vi dije: ay, cómo me hubiera gustado hacer el papel de la mamá, porque en escena son solo dos actores, madre e hijo. Qué papel tan bonito para una actriz. Después, cuando me presentan con Fernando Botero, dijo que si traía la obra a Colombia lo hacía con María Antonieta de las Nieves como actriz, porque soy muy conocida en Suramérica, gracias al Chavo del 8. Y aquí estoy.
Es de las pocas veces que hace un personaje acorde con su edad, la Chilindrina tuvo 8 años. ¿Cómo preparó este rol?
No me costó trabajo porque es ser como soy. Es más, yo quería hacerla de mucha más edad a la señora, pero no me dejaron. El papel que hago es una señora que tiene 60 años, pero es de la actualidad, no se deja las canas, no habla como viejita, y me gustó la idea. Es una mujer con su edad, pero moderna, le gusta vestirse bien, le gusta verse guapa, se siente guapa aunque no lo sea, cree que todos los hombres le echan piropos. Bueno, es muy chistoso, la gente se va a reír mucho.
¿La gente no espera acaso que aparezca por ahí la Chilindrina?
Un día, en la función en México, para probar los chistes, se me ocurrió llorar como la Chilindrina, y a la gente le encantó. No tiene nada que ver este personaje con la Chilindrina, pero se me ocurrió que la señora estaba tan triste que podía llorar como ella y la aplaudieron a rabiar. Y es algo que seguramente voy a hacer en Colombia.
¿Por qué el Chavo del 8 duró tanto tiempo al aire, más de 40 años?
Porque era bueno. Y porque la gente se encariñó con los personajes, que no tenían dinero, eran pobres. La gente en Latinoamérica los sintió propios.
¿Cómo llegó a la Chilindrina?
Empecé a hacer la Chilindrina a los 21 años. A los 18 ya había empezado Chespirito, que todavía no era el Chavo, eran los Supergenios de la Mesa Cuadrada o el doctor Chapatín. Cuando empezó el Chavo ya tenía el personaje, porque lo había hecho en otro programa y a Chespirito le había gustado cómo me veía de niña. Tengo un físico que me favorece para hacer la Chilindrina, que la empecé a interpretar cuando me casé. Fue en julio de 1971 cuando hice por primera vez a la Chilindrina. No recuerdo cuándo lo dejamos de hacer, pero fue después de 40 años, un capítulo cada semana, casi 2000.
Hizo de Chilindrina mientras estaba en embarazo...
Así es, y hubo una escena particular, cuando me como un pastel de la Bruja del 71. Aunque con el vestuario se intentaba ocultar el embarazo, para esa escena hicieron un primer plano de mi barriga cuando me como el pastel y mi hijo hizo un movimiento, con el brazo, y se ve cómo se mueve la barriga. Cuando mi hijo vio ese programa ya estaba grande, 16 años, y lloró. Hizo su primera aparición en la TV en mi vientre.
¿Cómo era grabar el programa?
Éramos una familia, nos llevábamos bien, nos queríamos, era un placer hacer el Chavo del 8.
¿Cómo es su relación con los actores?
Es nula porque la Ciudad de México es tan grande que no nos vemos. Con el que me llevo mejor es con Édgar Vivar, el Señor Barriga. A Kiko cuando lo veo nos saludamos bien, platicamos. Y con Florinda no tengo contacto.
La Chilindrina es de esos personajes que le cambian la identidad para siempre a los actores...
Todavía me pasa. En la calle me dicen, ahí va la Chilindrina, no María Antonieta. Pero no me molesta que me digan Chilindrina. ¿Cómo me va a molestar si fue algo precioso, algo que me llenó de orgullo?
¿Es cierto que ‘Los huevos de mi madre’ es su despedida?
No creo que siga actuando. Soy una mujer que no me gusta hacer el ridículo, entonces creo que sí va a ser mi despedida. Por eso les pido que no dejen de ir a vernos. Vamos a estar en Cali el 25 de mayo en el Teatro Calima y el 26 en Pasto en el teatro Bethlemitas. Lo importante de esta obra es que el señor Botero, su compatriota, tiene un talento tan grande como el de Chespirito. Chespirito escribía los programas, Botero escribió la obra; Chespirito escribía las canciones del programa, Botero escribió todas las canciones que se cantan en la obra, que es un musical. Es un actor sensacional, también es un gran cantante. Por eso digo que es muy parecido a Chespirito. Es un talento el señor Botero, lo admiro mucho.
¿Cuál será su futuro?
No lo sé. Este último tiempo me lo he pasado en mi casa, cosa rara porque jamás estuve en México más de diez días. Me iba de gira, regresaba, y me volvía a ir. Pero cuando cayó la pandemia dije me voy a quedar en mi casa, y la disfruté muchísimo. Me levanto muy tarde, soy muy dormilona. Casi hago dos comidas al día, porque como me levanto a las 12 del día desayuno fuerte, y ceno regular y ahí se acabó.
Entonces, cuando deje de ser María Antonieta de las Nieves, como me ves ahora, me retiro. Porque no sé hasta cuándo me dure este físico, si me dura diez años, pues en diez años me retiro, o tres, porque no me gustaría hacer el ridículo de verme vieja y tratar de verme joven. No se vale.
Se ve muy joven…
Sí, por ahora estoy bien.