Películas como 'Agente Ñero Ñero 7', 'El Coco' y 'El Paseo' cuentan con el masivo respaldo del público colombiano. Estas son las razones del éxito taquillero.

Dos películas colombianas están llevando a centenares de personas a las salas de cine del país y se están convirtiendo en éxito de taquilla: ‘El Coco’, que al terminar su sexta semana ya sumaba 1.153.986 espectadores y Agente Ñero Ñero 7, que  en su primera semana logró reunir 325.388 asistentes (de acuerdo con información de  Cine Colombia Distribución y Cadbox, empresa que recoge los datos de la industria). Ambos filmes, en los que participan  personajes de Sábados Felices están siendo las delicias del público. Las aventuras de ‘Piroberta’ y sus amigos, que tras ir a reclamar una herencia se sienten perseguidos por un espanto, en ‘El Coco’, y las locuras de Rogelio Patasquiva, un superhéroe chibchombiano que tiene licencia para tramar en ‘Agente Ñero Ñero 7’, son dos historias que se unen a las de una larga lista de filmes ‘criollos’ que han sido respaldados de forma masiva por los colombianos en los últimos años: El Paseo 1,2,3; Uno al Año no Hace Daño 1 y 2;  Se nos Armó La Gorda y Se nos Armó la Gorda el Doble; Guelcom Tu Colombia... ¿Pero, por qué estas  comedias que son calificadas por estudiosos del cine y algunas personas del común como simplistas, burdas, sin contenidos profundos,  logran que los colombianos colmen las salas de cine?  Porque, tal y como sostiene Carlos Ogliastri, director nacional de Exhibición de Royal Films, “el cine es una diversión y eso es lo que busca el público. Cuando usted ingresa a una sala en la cual está en exhibición una película como El Paseo 1, por ejemplo, y oye las carcajadas de la gente, se regocija, porque entiende que uno como exhibidor cumple con la misión de hacer pasar un buen rato al público”. La gran aceptación de este tipo de filmes demuestra que hay un gran grueso de público en Colombia que quiere ir al teatro  a buscar una emoción primaria que es la risa, comenta el productor, guionista y director Dago García, el llamado ‘Rey Midas’ de este tipo de producciones.  Para  García, especialmente estas últimas comedias que cabalgan sobre nuestros humoristas conectan muy fuerte con el público porque “hablan en su clave de humor, en su clave de personaje y de historia, por eso la conexión es muy fuerte. Y que personajes de un programa tan exitoso como Sábados Felices, que lleva 44 años en la Tv.,  también tengan éxito en la pantalla grande, continúa García, significa muchas cosas: “que hay conexión total con este tipo de humor que es un humor muy nacional y que el público lo disfruta y lo reclama”.   Que el espectador prefiera las comedias  se debe a que “enfrentamos un público que no desea confrontarse con la tristeza, lo decadente, la fealdad, la enfermedad, la injusticia. Es un público que pide a gritos ser entretenido”, expone, entre otras razones, el docente en prácticas y narrativas audiovisuales de la Universidad Santiago de Cali, Sandro Buitrago. Más que entretenimiento Para el docente de cine Juan Carlos Romero, de la Universidad Autónoma de Occidente, UAO, el éxito de estas comedias chibchombianas ha constatado que existe gente interesada en ver cine colombiano en un volumen muy considerable, pero, “¿cuál es la tragedia”, se pregunta, para responderse enseguida: que ese volumen pareciera  un poco estar siendo adoctrinado para que vayan a ver películas que reflejan un sentido simple y una mirada superficial de lo que es cine.   Estas películas, prosigue el crítico de cine, han reflejado también un vacío  en términos de formación de público. Por eso, dice, los que analizamos el cine tenemos sentimientos encontrados frente a estas realidades:  pareciera que el público que estamos buscando y es tan esquivo para otro tipo de cine existe, “pero está totalmente emocionado con un espectáculo deprimente, deplorable que implica lo más elemental de la dramaturgia colombiana y lo más elemental de la sociedad, pero esas ideas tan simples son las que están logrando la conexión con el grueso del público”, reconoce el columnista. Romero expone, además que películas bien intencionadas, que abogan por un pensamiento crítico, que determinan que el cine es mucho más que entretenimiento, que es también un medio para meditar sobre la existencia humana, “esas son olímpicamente ignoradas por el gran público colombiano”.  Y dice que no se concibe que una película como ‘El Coco’ llegue a más de un millón de espectadores y filmes trascendentales como Siembra (ganadora en el Festival de Cine de Cali), La Tierra y la Sombra o El Abrazo de la Serpiente (en su primera salida, antes de la nominación al Oscar) no alcancen ni los cien mil espectadores”. Juan Camilo Pinzón, director de ‘El Coco’ considera que él, Dago García  y otros productores y directores que hacen este tipo de películas son conscientes de que estas producciones no son obras de arte, ni por ellas estarán en un “top creativo”. Con ellas, dice, no tienen afanes ególatras en cuanto a una  visión artística, pues cada quien por su lado hace otras producciones diferentes con las que puede satisfacer las demandas de su espíritu artístico. Y advierte que el cine es una industria “y no  podemos perder de vista la lógica del negocio y estas películas crearon un público, son exitosas y la gente las pide”. Además, expresa, “si estas grandes taquilllas no existieran seguramente mucha gente no podría hacer sus  películas experimentales, de autor, así que los filmes de comedias son muy  necesarios para la industria”.  Son filmes, expresa Pinzón, que tienen un margen abierto, que no están ofreciendo intelectualmente una superioridad del creador sobre la audiencia y eso es importantísimo, pues hay muchos creadores en el campo cinematográfico que quieren sentirse más importantes que su audiencia,  más inteligentes que la historia, que los personajes, hay mucho ego por ahí dando vueltas. “Nosotros no tenemos ese problema.  Sencillamente lo que hacemos es comunicarnos con el público de una manera simple y efectiva, es decir, nosotros vamos a las emociones básicas del público, a que se ría, a que se asuste, a que se conmueva”. Romero propone entonces que desde ambos extremos se trabaje en favor del cine y del público nacional: que el cine industrial reflexione que parte de su función social no es solo que la gente se ría,  sino que piense un poco. Y en la otra orilla, dice, donde estamos los que trabajamos otro tipo de cine, tenemos que encontrar un mecanismo para conectar el gran público. “Pensar si nuestros mensajes, temáticas y estéticas están alejadas de ese público. El gran reto es poder lograr ese tono autocrítico y reflexivo para conseguir el eco en la audiencia del país. Es que no nos ganamos nada pensando en que estamos haciendo películas interesantes cuando nadie las está viendo en las salas”. Leyes de cine ayudanEl productor del filme Agente Ñero Ñero 7, Fernando Gaviria, comenta que con esta película buscan llevarle diversión a toda la familia, que se rían de un humor sano, sin doble sentido, sin vulgaridad. Dice sentirse agradecido con el Estado por promulgar leyes como la Ley de Cine (814 de 2003) que crea  mecanismos para apoyar  las películas colombianas. Así, comenta, “te devuelven el 41,25 % de lo que inviertes y te dan un estímulo automático entre la boleta 1000 y 68.000”.  Esto quiere decir, que este 2016 (porque las condiciones  cambian anualmente) para un filme nacional, a partir de la boleta 1000 se le reintegran a la producción $2200 por boleta. Eso sí, el reintegro no debe pasar los $150 millones.