Cuando Héctor Abad Faciolince, convencido por el productor Gonzalo Córdoba, le propuso a Fernando Trueba, ganador del Oscar por ‘Belle Époque’ en 1993, dirigir ‘El olvido que seremos’, en el que el escritor relata la vida y asesinato de su padre, el cineasta español no aceptó.
“Imposible”, fue la respuesta de Trueba, quien en el Hay Festival reconoció su “gran cobardía” ante tal propuesta. ¿La razón?: “Era un lío enfrentarse a un libro tan bueno” y un reto “porque ese libro es verdad”. Finalmente Abad Faciolince y Gonzalo Córdoba lograron convencerlo.
‘El olvido que seremos’ es uno de los libros colombianos más leídos dentro y fuera del país, con mas de 300.000 copias vendidas y traducido al inglés, francés, alemán, portugués, italiano y holandés. Su sensibilidad no deja a nadie indiferente. Trueba no fue la excepción.
El encargado de dar vida a Abad Gómez es Javier Cámara, con dos Goyas y una Concha de Plata en su haber. Un actor que, en opinión del escritor colombiano, se parece físicamente a su padre. En la película, rodada en Medellín y Bogotá, también participan las colombianas Patricia Tamayo y Laura Londoño, así como Juan Pablo Urrego, quienes encarnan a los familiares más cercanos del médico.
Durante el Hay Festival, en Cartagena de Indias, Trueba dijo que la película está terminada, solo falta la fecha del estreno.
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Estamos a la expectativa de su película ‘El olvido que seremos’...
Yo estoy a la expectativa de que la veáis los colombianos, tengo un gran deseo de que esta película se vea en Colombia.
¿Había adaptado antes un texto literario al cine?
He hecho unas cuantas adaptaciones, una novela, una obra de teatro, dos o tres telenovelas. Y cuando yo empezaba y hacía cortometrajes hice una de las cosas más extravagantes de la historia del cine, adapté una carta a un director de un periódico. Iba un día en autobús, en el año 78, en Madrid, leyendo las cartas al director, y estallé en un ataque de risa con una carta al director de El País. Cuando llegué a la revista en la que trabajaba, donde hacía críticas y entrevistas, bajándome del bus decidí que iba a realizar un cortometraje.
¿Por qué era tan curiosa esa carta?
Es que era surrealista, absurda. Cómo alguien manda esto a un periódico y cómo se lo publican. Eran los primeros años de El País, de España, que debía tener un año o dos cuando aquel escrito. El tipo decía en su carta: “El otro día he leído su artículo en el dominical sobre una secta en la India, esto me ha traído a la memoria una anécdota que me ocurrió en Tel Aviv donde yo estaba trabajando en un hospital y un amigo mío, médico, se enamoró apasionadamente de una enfermera y ella le dijo: ‘Gracias, pero no me gusta tu barba’. Mi amigo le dijo es que yo soy de la secta 7 y esto para mí es una religión y ella ‘lo siento mucho pero no me gusta tu barba’, y este pobre hombre deprimido se afeitó la barba, dejó su religión y la linda chica le dijo ‘Bueno, pero tú no tienes principios, no crees en nada’ y le abandonó’”.
Dice quien envió la carta que eso a su vez le recordó “la fábula de Esopo del león enamorado de una niña que pide al padre la mano de la hija, y este le dice que se siente muy honrado de que el Rey de la Selva pida desposar a su hija, pero usted con sus colmillos y sus garras desgarraría la suave piel de mi hija. Y este león, hecho polvo, se había cerrado los colmillos y limado las uñas y cuando volvió, el padre lo miró con desprecio y le dijo: ‘Ayer por lo menos eras un león, hoy no eres nadie’”. Imagínense esto en Cartas al Director, me dio un ataque de risa y rodé el cortometraje. Soy el único cineasta que ha adaptado al cine una carta al director.
Javier Cercas decía que la mitad del libro la hace el escritor y la otra, el lector, y que por eso a él no le gusta ver películas de libros que se ha leído. ¿Qué le diría usted a quienes se leyeron El olvido que seremos para convencerlos de que vean la película?
No les diría nada. De hecho, cuando hacía la película, y acepté hacerla, decía: ‘El que haya leído el libro no necesita esta película y algunos amigos me decían que les encantaba ver una película de un libro que les ha gustado y dije ‘ah, bueno’, entonces rectifiqué. Pero entiendo tanto que uno que haya leído el libro no vaya a verla, como que otro vaya corriendo a verla porque le gusta el libro. Esto hay que dejarlo a la libertad de cada uno. Siempre he pensado que el cine no lo inventaron los hermanos Lumière, sino que existe desde que existe la literatura escrita. Cada vez que alguien lee un libro hacemos una adaptación en nuestra cabeza.
La primera vez que le ofrecieron hacer ‘El olvido que seremos’, dijo que no se podía. ¿Por qué razones esta negativa inicial?
Una razón era técnica, el libro cuenta desde que el autor tiene tres años hasta que tiene 28 años, y llevar eso al cine es imposible. Siempre suele quedar mal. Otra razón que di es que el libro era basado en la realidad subjetiva de una persona que cuenta los recuerdos que tiene de su padre, quien lo educó de manera poco convencional, haciéndole un ser humano más libre y pensante. Eso sumado a la cobardía que me distingue, porque era un libro muy bueno y enfrentarse a un libro muy bueno es meterse en un lío, buscarse problemas innecesarios. Es mejor dejar los libros buenos sin tocar. Con el libro no compites. Una película es otro texto, tiene otra textura, se ve de otra forma.
¿Qué lo hizo cambiar de opinión para rodar la película sobre el libro de Faciolince?
Héctor y Gonzalo Córdoba me hicieron el honor de ofrecérmelo. Yo conocía el libro desde que había salido. Y ante mi negativa, Gonzalo me dijo con un gran respeto: “¿No lo leerías otra vez para ver si hay un ángulo con el cual podrías hacer una película?”. Para Héctor era abrir otra vez la herida, que había abierto 20 años de su vida después de lo que pasó y fue una herida hasta después de la última página. Cuando Gonzalo me dijo que lo vuelva a leer, lo hice y pensé: “Es que no se puede hacer” y después me dice: “Si nos limitamos a esto o lo contamos de esta manera”, ¡Hostias! La hice.
¿Soñó mientras rodaba la película, como le suele pasar?
Tengo una tendencia a soñar mientras ruedo películas. He soñado cada día del rodaje y soñaba siempre con lo que iba a hacer al día siguiente. Algunas veces soñaba un plano y lo hacía. Había días que soñaba en cómo hacer la escena. Otros soñaba que estábamos rodando. La obsesión era tal y la presión, que ha sido muy bonito rodar esta película.
¿Cómo llega a participar Daniela Abad, hija de Héctor Abad Faciolince?
Me sugirieron que Daniela Abad, directora de cine, fuera la script de la película y ha estado cada día sentada a mi lado. Me dio vergüenza que le dijeran, me ruborizaba la idea. Pero como ella estudió cine en España lo aceptó como una gran experiencia. Y estuvo en un lugar privilegiado para observar minuto a minuto la película. Tiene un trabajo preciso de llevar la continuidad. Fue un regalo más tener a ese encanto que es Daniela, a mi lado.
¿Cómo es la historia de la película animada Chico y Rita?
Es la historia de amor de un pianista y una cantante en la Habana de los años 40 y Nueva York de los 50. Es una manera de homenajear una vez más la música latina y cubana y de volver a trabajar con grandes músicos, que es lo que yo disfruto más. Como no creo en el cielo que me enseñaron de niño, ni en el de los yihadistas, el cielo para mí es un estudio de grabación y entrar en él con Bebo Valdés, con Cachao López, con Jerry González, Niño Josele, eso es la felicidad, eso es el cielo.