Entre todos los aspectos que las personas pueden valorar cuando deciden tener una relación amorosa: físicos, profesionales, culturales y hasta ideológicos, pocas veces reflexionan sobre la infancia propia y de la posible pareja, por lo general, son inconscientes de los traumas y heridas emocionales que podrían afectar el desarrollo de su vida en común.

Como a Lily Bloom, protagonista de la película ‘Romper el círculo’, quien por crecer en una familia con problemas de maltrato, debido a un padre dominante y violento, estaba segura de que, cuando ella se enamorara de un hombre, jamás caería en el mismo error de su madre.

No obstante, comprobará que no es suficiente con rechazar el maltrato. Los traumas derivados de su infancia y juventud determinan, a nivel inconsciente, sus relaciones futuras y —sin proponérselo— repetirá un círculo de violencia con el hombre que será su esposo. Como ella, muchas personas —tarde o temprano— descubren que están atrapadas en una relación tóxica y es cuando empiezan a buscar la manera de “romper el círculo”.

Mara Tamayo, psicóloga clínica y especialista en terapia de pareja, considera que “los problemas de pareja, son realmente problemas de la infancia que cada una de las personas, o cónyuges cuando están casados, trae consigo a la relación que establecen. Problemas originados en el trato que recibieron de niños, si fueron abandonados y maltratados, reflejos de cómo observaron la relación entre los padres, si hubo violencia intrafamiliar, todo eso crea unos esquemas mentales”.

“Todo lo que los niños captan en los primeros 5 años de vida, incluso desde el vientre, va a predominar en su adultez, especialmente en las relaciones de pareja”, agrega la psicóloga.

“En las relaciones sanas hay discusiones, pero siempre entre el respeto y la admiración, si hay la más mínima violencia, no es sana”, afirma Ana María Hoyos. | Foto: Getty Images / gorodenkoff

En este sentido, para la motivadora, conferencista y escritora Alexandra Pumarejo, autora de ‘Reconócete, ámate y libérate’, “las relaciones de nuestros padres son muy importantes, porque es como de niños aprendemos a entender el amor, el manejo de los conflictos y la regulación emocional. Si crecemos en un hogar donde hay peleas y dramas de pareja, donde las diferencias se solucionan con silencio o con violencia, nuestro sistema nervioso se adapta totalmente y lo normalizamos. Y, como el ser humano es previsible, tendemos a buscar lo que conocemos y terminamos repitiendo esos patrones”.

Ser conscientes

En la película, Lily debe padecer muchas situaciones de maltrato con su novio y luego esposo, hasta ser consciente del peligro en que se encuentra. Por eso, como sostiene Mara Tamayo, “la forma de neutralizar esos patrones de violencia, es haciendo conciencia de que no es un problema solo de pareja, sino que viene de la infancia, ya sea la de él, o sea la de ella, o de los dos, porque en muchos casos personas con estos traumas forman relaciones”.

Pero, como aclara Pumarejo, la principal causa de los patrones de violencia, “es que las personas no aprendieron a regular sus emociones y se dejan llevar, porque todos podemos tener traumas y heridas no resueltas, pero si tramitamos esos dolores y tristezas a través de una comunicación tranquila, si la persona es capaz de regularse cuando siente enojo, celos, angustia, podrá dialogar y encontrar formas más sanas de convivir con su pareja”.

Por otro lado, la coach y conferencista Ana María Hoyos, enfatiza en que “lo delicado de todo este tema es que si no somos conscientes, seremos padres heridos por padres heridos, criando hijos heridos, por eso debemos hacer un gran proceso de sanación y que empieza cuando me doy cuenta de que estoy repitiendo patrones”.

Una forma de reflexionar sobre estos patrones y evidenciar sus secuelas, sugiere Hoyos, es creando Constelaciones Familiares, “podemos constelar, es decir, ordenar nuestro sistema personal, todo un proceso, donde ubicamos a cada persona en su lugar, reconociendo lo que nos han dejado y cómo nos afecta en el presente”.

La psicóloga explica que, en algunos casos, las personas son conscientes desde temprana edad, reaccionando con mucha madurez ante un hogar conflictivo y una crianza difícil.

“Hay personas que reconocen los problemas en su familia y se proponen tener mejores relaciones, conformar sus propias familias alejadas de los patrones que sufrieron. Pero en la mayoría de los casos, lastimosamente, no hay esa conciencia, las personas empiezan noviazgos y se van a convivir o a casarse, sin conocerse realmente”, afirma Tamayo.

Hacer un autoexamen

Todas las personas en una relación de pareja pueden realizarse un autoexamen para determinar no solo si son felices, también para identificar posibles patrones de maltrato o violencia que pudieran estar normalizados.

Las personas que estén en una relación con patrones de maltrato deben buscar ayuda profesional. | Foto: Kathrin Ziegler

“Es mirar la relación en perspectiva, ¿estás llorando más de lo que estás feliz? ¿Sientes que tienes voz y voto? ¿Eres libre de ser tú misma o tú mismo? ¿O estás caminando sobre cáscaras de huevo todo el tiempo por miedo a que te agredan física, psicológica o verbalmente? ¿Puedes hablar de tus inseguridades, desacuerdos y necesidades con tu pareja en un espacio seguro? Si no es así, debemos tener las herramientas emocionales para salir de allí”, concluye Pumarejo.

Alarmas de maltrato

Las señales de alarma para detectar antes de cualquier compromiso a un maltratador o maltratadora, de acuerdo con Alexandra Pumarejo, son: “El sexismo, la homofobia y la misoginia, considerar a las mujeres inferiores y rechazar a quienes tienen orientaciones sexuales diversas”.

También, aquellas personas, “que excusan el maltrato porque han bebido alcohol, algo que no puede aceptarse, o los que son controladores, o que quieren aislar a la pareja justificándose en que es por amor”.