Todos lo conocen, desde su natal Panamá hasta África. Y aunque sus canciones le han dado la vuelta al mundo, cada quien lo define como mejor le parece, el actor, el cantante, el abogado, el político, el de ‘Pedro Navaja’; o mejor, el Poeta de la Salsa. “Una vez Gabo (Gabriel García Márquez y con quien grabó un disco) me dijo: “Rubén, tú eres el desconocido más popular que yo conozco””, una anécdota graciosa, pero real.
Muchos simplemente prefieren llamarlo ‘el músico’, un título que, aunque merecido, por sus más de cinco décadas recorridas en los caminos de la salsa, le queda corto. Porque, aunque ha marcado un hito en la historia de la música, Rubén Blades es en realidad un escritor, un contador de historias, el cronista de la salsa, quien el próximo 4 de agosto estará acompañando, con sus éxitos, a los caleños en el Diamante de Béisbol.
Es un hombre sereno, pero seguro, que no tiene pelos en la lengua y nunca duda en defender los derechos humanos. Creador de éxitos como ‘Plástico’, de crónicas como ‘Ligia Helena’, críticas sociales como ‘Tiburón’; de elegantes despechos como ‘Privilegio’, cartas de amor como ‘Creo en ti’, y que aún con el paso de los años es como ‘Un vino añejo’, con el que artistas como Residente, Carlos Vives, Diego Torres y otros han hecho colaboraciones.
El cantante de Decisiones hizo un alto en el camino y habló con Sergio Villamizar, de Colprensa, sobre su trayectoria musical, el arte de contar la vida en canciones y sus proyectos.
Tras décadas de viajes y conciertos, ¿qué lo mantiene motivado para seguir de gira por el mundo?
Inicialmente, había planeado retirarme de todo esto, pero tuve un cambio de opinión porque, entre otras cosas, con la banda recibimos la distinción del Latin Grammy a Álbum del año (2021). Lo cual fue muy extraño porque nuestro género nunca había recibido un premio en esta categoría. Esto me hizo pensar en la consecuencia, si nosotros dejábamos de tocar, que era lo que estaba planeando. Ahora mismo, y lo digo como un aplauso a la orquesta, no hay una banda como la nuestra, que participa de distintos formatos al interpretar música.
¿Qué resultados le han quedado de mantenerse en la ruta y aplazar su retiro?
El ser testigo de la renovación de tu audiencia es algo extraordinario, porque no ocurre frecuentemente. Casi todos los artistas tenemos una audiencia que se crea en cierto periodo de nuestra vida y es muy difícil renovar audiencia, en especial en estos tiempos donde hay tanta oferta.
En el caso de nosotros, que venimos de presentarnos en Buenos Aires y Santiago de Chile, los teatros estaban llenos de jóvenes, gente que se sabía las canciones que lanzamos mucho antes de que ellos nacieran.
¿Por qué cree que se da ese fenómeno de renovar audiencias?
Creo que esto se debe en especial a las letras, las que han determinado todo esto. Son historias, son anécdotas, son documentos que se repiten, en especial, en la medida que se repite la experiencia humana.
45 AÑOS DESPUÉS
¿Cómo celebrará los 45 años de la publicación de ‘Siembra’?
Ahora mismo estamos terminando los detalles de una edición especial de ‘Siembra’ en su 45 aniversario, que estará basado en lo que hicimos en Puerto Rico el año pasado, donde dimos un concierto que duró cinco horas y media, y allí, por primera vez, tocamos los siete temas en el orden que vienen en el álbum.
Todo lo grabamos y ahora saldrá como un álbum de celebración por los 45 años de este proyecto que se presentó inicialmente junto a Willie Colón. Tener la oportunidad, tantas décadas más tarde, de cantar las mismas canciones, en los mismos tonos y con los mismos arreglos, frente a una audiencia de todas las edades que se las sabían, es extraordinario.
¿Cómo ha visto el resurgir del formato del vinilo en la música, que en países como Estados Unidos se ha convertido en el formato físico de mayor crecimiento en la industria discográfica?
La historia se repite en espiral y todo es un péndulo, las cosas van, se van, regresan. Lo que tiene el vinilo es que el sonido es mucho más caluroso, más completo que el que se ofrece a través de los discos compactos o los que se encuentran en las plataformas digitales.
Siempre he visto el vinilo como una especie de libro sonoro, y ahora, con el exceso de la tecnología, hace que la gente quiera recobrar los sonidos menos complicados, pero más completos que había en el pasado.
Nosotros vamos por esa línea, todos los discos que estamos sacando tienen una edición en vinilo, como el caso de la edición especial de ‘Siembra’, que inicialmente va en digital, pero ya hicimos la orden para la edición en vinilo, pero hay que esperar.
Además de las giras de conciertos, ¿Qué viene para Rubén Blades en este segundo semestre?
Yo sigo escribiendo. Ahora mismo estamos trabajando en varios álbumes a la vez, además de la edición conmemorativa de ‘Siembra’, que sale el día de mi cumpleaños (16 de julio). Ya estamos preparando el siguiente Salswing, otro álbum del big band con Roberto Delgado, con arreglos de Luis ‘Perico’ Ortiz, con un par de canciones nuevas mías.
Estamos trabajando en otro disco con la orquesta Paraíso Road Gang, que yo llamo de mixtura, porque produce álbumes que son de distintos géneros.
También estoy trabajando en un álbum con mi esposa Luba Mason, pero apenas estamos empezando a escoger el material para ese disco. Tengo la suerte de tener la clase de apoyo que yo tengo. La orquesta me da mucha tranquilidad para emprender estos proyectos. En la banda los músicos son excelentes, lo que te da la confianza para seguir emprendiendo.
¿Cómo va el proyecto de su libro de memorias?
Sigo trabajando en el libro, a la espera de que lo podamos tener para el próximo año. No ha sido fácil y ha sido muy duro, porque para emprender esta escritura he tenido que reencontrarme con escritos de diarios, anotaciones que había hecho en momentos muy difíciles de mi vida, como el periodo cuando mi madre estuvo enferma. Fue difícil volver a leer eso, a recordar eso, y escribir sobre eso.
Ya he escrito más de 500 páginas, las cuales están siendo editadas, porque las direcciones que he tomado han sido muy variadas y cada una de ellas fue muy interesante, y a la vez muy complicada, porque hablamos de aspectos como la política, mi participación en el cine, en la música y la misma migración.
‘Siembra’ fama
Blades tenía claro el sueño de ser un gran cantante, por eso buscó la oportunidad en La Fania All Star, selecto grupo de soneros que llevó este género a todos los rincones del mundo. Fue en esa institución que hizo parte de la época dorada de la salsa, donde cada canción era mejor que la anterior, y en los escenarios brillaban estrellas como Celia Cruz, Héctor Lavoe, Willie Colón, Cheo Feliciano, Ismael Miranda, Ismael Rivera, entre otros grandes de la música, dirigidos por el flautista Juan Pablo ‘Johnny’ Pacheco.
Aunque su talento es innegable, su llegada a la Fania no fue triunfal. “Llamé buscando trabajo como escritor, principalmente. Me dijeron que no había. Y pude haber colgado, pero pregunté que si no tenían algún puesto, en lo que fuera, y fue así como inicié en el servicio de correos de la Fania”, contó el artista en el 2015 al Canal Encuentro, de Argentina.
Mientras trabajaba con la élite de la salsa, se mudó al apartamento de la Calle 82 del West Side de Manhattan, junto a su novia Paula Cambel, la bostoniana de origen irlandés que enamoró al ‘poeta’, noviazgo que duró siete años de ensueño. Rubén la llevó a conocer su barrio en Panamá, le presentó a su mamá y le habló de su abuela Emma, incluso llegó a decir que esta licenciada en literatura inglesa, le ayudó a ser mejor persona.
“Rubén consiguió un trabajo en el servicio de correos de la Fania Records en Manhattan. Llevaba la correspondencia, cargaba instrumentos, pero seguía componiendo. Pronto los músicos firmados con este sello comenzaron a grabar canciones de su autoría: Richie Ray, Bobby Cruz, Ismael Miranda (que fue uno de los primeros en reconocer sus letras), Roberto Roena, Tito Puente, Ray Barretto”, contó su exnovia, en 1998, en una entrevista con Allison Weinstock.
Del rompimiento de esta relación aún queda el recuerdo, cuando algún nostálgico reproduce la famosa canción ‘Paula C’ (publicada en 1979), pero esta no fue la única inspiración de Rubén, él ha confesado que la recordada estrofa “Me fui pa’l monte buscando guayaba, por la vereda del 8 y el 2″, es una manera lírica de referirse a la calle 82, donde quedaba aquel apartamento, en el que aún vive la famosa Paula C.
Por ese mismo año llegó el momento de oro de Blades con la orquesta de Ray Barretto, quien, tras la ausencia de su cantante Tito Allen, llamó a Rubén a una prueba y lo contrató como vocalista junto a Tito Gómez. Y el intérprete de ‘Camaleón’ debutó en el Madison Square Garden delante de 10 mil personas, “la primera vez que canté en ese escenario olvidé parte de la letra, me ganaron los nervios”.
La suerte le sonreía, sus canciones sonaban en las emisoras, salía de gira, había cantado con Larry Harlow, celebraba su éxito con Willie Colón, en el apogeo de ‘Siembra’, el disco más vendido de la historia de la salsa, y debutaba en el cine con películas como Homeboy, donde le dio vida a el médico Carlos Barrios.
Un joven panameño, abogado, que aunque hacía parte de este grupo de músicos, era diferente, se notaba en sus canciones y lo evidenciaban sus compañeros, “mostraba que tenía cosas por hacer, su actitud frente a la vida era diferente. Mientras nosotros estábamos rumbeando y de fiesta, Rubén estaba en otro asunto”, ha dicho Ismael Miranda.
Sin embargo, la magia no duró mucho, pocos años después, Rubén se retira de la Fania, disquera a la que demanda, alegando la autoría de ‘El cantante’, que al final le es reconocida y para la cual, según algunos, se inspiró en Lavoe.
“Los recuerdos con ellos siempre son agridulces, por un lado, no hay que negarlo, Fania nos dio a todos la oportunidad de presentarnos, pero también nos esclavizaron, no nos dieron el respeto que cada uno merecía”, mencionó el también actor, que ha trabajado en más de 30 proyectos entre películas y series, una labor que disfruta, como se lo hizo saber a Colprensa:
¿Cómo va su carrera actoral?
Luego de terminar mis ocho temporadas con la serie Fear The Walking Dead, tengo una oferta para trabajar el próximo año en una película junto a Zoe Saldaña. Fue un trabajo de mucho tiempo y muy interesante, porque Daniel Salazar (el personaje) y yo, no nos parecemos mucho, y eso para un actor es lo ideal, te obliga a descubrir cosas, a entrar en áreas que sin ese estímulo no lo hubieras hecho.
¿Qué le encanta de la actuación?
Me ha interesado mucho porque es un proyecto sobre el cual no tengo control, yo sólo formo parte del grupo que lo desarrolla, y es interesante trabajar y crear sobre la visión de otro. Eso me gusta mucho, me gusta la colaboración, por eso estoy tan contento de trabajar con la banda, porque es un trabajo colectivo, porque el éxito no es de una sola persona, siempre es producto de una serie de contribuciones.
¿Le interesa el trabajo detrás de cámaras?
Más la escritura que la dirección, debo aprender más para sentirme cómodo con la idea de dirigir, como actor siempre sugiero escenas o cambios.
Cronista de la salsa
Rubén Blades Bellido de Luna Díaz, o como muchos lo llaman Rubén Blades, nació el 16 de julio de 1948, en la Calle 13 del San Felipe, un barrio popular de la Ciudad de Panamá, de esos de que suele retratar en sus canciones. Como el ‘viejo barrio’ en el que ‘Pedro Navaja’ perdió la vida, el mismo donde ‘Juan Pachanga’ ahogaba sus penas; o del que ‘Ligia Elena’ decidió fugarse. Un barrio de Latinoamérica, así como ‘La Perla’, no muy distinto al de ‘Decisiones’.
El mismo cantante que revolucionó el concepto de salsa que existía en la década de 1980, un género que aunque se cocina en la gran metrópoli de Nueva York, viene con ingredientes latinos, de la ruralidad, canciones donde los protagonistas eran esas costumbres y sentimientos campesinos del latino radicado en la gran ciudad.
Sin embargo, Rubén empieza a contar la historia de los migrantes, de quienes debían (y aún), enfrentarse a una nueva realidad, “podríamos decir que Blades es una especie de psicoanalista en el fenómeno de la migración latina. Es un hombre que tiene la capacidad de asomarse al alma de los migrantes y presentar esta realidad”, cuenta el periodista y melómano Ossiel Villada.
Una realidad que se evidencia en todas sus canciones, principalmente en las dos entregas del proyecto musical Maestra Vida (1979), “Rubén bautiza lo que hace en este discograma como salsa fósila, esto para indicar el folclor de las ciudades latinas, el barrio, el guetto”, cuenta Óscar Jaime Cardozo Estrada, periodista cultural, investigador musical y director del Museo Planeta Salsa.
Más que canciones, Rubén cuenta historias, conversa con su audiencia, tiene la capacidad de crear un espejo donde sus seguidores logran identificarse con la realidad de cada uno. Como si se tratara de una crónica cuidadosamente editada, el creador de la ‘Orquesta son del solar’, pone especial cuidado en los detalles.
“Historias que están no solamente en lo que se ve, sino en lo que percibe. Con un enorme criterio periodístico y con esto construye una línea musical. Por eso cuando uno escucha la salsa ‘pre-Blades’ y la de él nota una gran diferencia. Con él uno logra ver el paisaje de la gran ciudad, la basura de los callejones, el gris de los edificios, casi que empieza a percibir el olor agrio que hay en los callejones de Nuevo York. Se puede evidenciar la sensación de angustia y la necesidad de sobrevivir en esa selva de cemento”, dice Villada.
Historias que no solo identifican a los países latinos, sino que para la época fue una ventana, una bandera que evidenciaba ante el mundo la existencia de la cultura de sus raíces.
“Cunado estábamos grabando ‘Plástico’, se me ocurre al final de la canción mencionar a cada país. Y son estrofas tan importantes, porque las personas se identifican”, cuenta Blades en el documental ‘Yo no me llamo Rubén Blades’.
Seguramente esa es la razón por la que Rubén sigue vigente, como un héroe de la música que parece ser inmortal, que le recuerda a la sociedad latina que la salsa no ha muerto, y que esta es una de las expresiones propias de la cultura.
Es esa la razón por la que su recordada canción ‘Pedro Navaja’ sigue sonando en las emisoras, las calles, plataformas digitales y, es uno de sus sencillos más solicitados en sus presentaciones. Un disco que no podría tener un resultado distinto, fruto de la universalidad de la literatura, “Rubén se inspiró en la ‘Ópera de los Tres Centavos’”, explica Ossiel Villada. Además, es un retrato de una realidad de violencia cíclica que sigue vigente en la cotidianidad de las ciudades del mundo, en las capitales colombianas.