Paula Dávila, la ejecutiva que hizo suspirar a Pedro Coral, su chofer, en la famosa novela ‘Pedro, El Escamoso’, —y a seguidores en muchos países—, dista mucho hoy en día de la actriz que la interpretó, Sandra Reyes. Si bien para el papel la bogotana usó maquillaje, cabello corto y minifaldas que dejaban apreciar sus kilométricas piernas, ahora prefiere el cabello y las faldas largas, el rostro al natural, la comida que ella misma cultiva en su huerta, en la tranquilidad del campo, donde vive junto a su hijo Jerónimo.
La novela que coprotagonizó junto a Miguel Varoni, —hoy vicepresidente y director creativo de Telemundo, en parte gracias a su papel de El Escamoso—, y que fue emitida del 19 de abril de 2001 al 21 de febrero de 2003, regresa para alegrar un poco el triste panorama que ha dejado el Covid en Colombia.
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La próxima semana llegará ‘El Escamoso’ a Caracol para reemplazar la novela sobre Rafael Orozco. Escrita por Luis Felipe Salamanca y Dago García, con su famoso Baile del Pirulino, la historia de Pedro Coral tuvo varias versiones internacionales: en Televisa, se llamó Yo Amo a Juan Querendón, en la cadena portuguesa TVI: Coração Malandro, Caracol TV realizó para Telemundo la segunda parte en formato de serie, ‘Como Pedro por su casa’, y hasta tuvo versión francesa en el canal France 3: Le Sens de Jean-Louis.
¿Qué espera de este regreso a la televisión de una novela emitida hace ya más de dos décadas?
Tengo mucha expectativa, me parece muy lindo que estas nuevas generaciones puedan disfrutar de esta novela tan maravillosa, tan divertida y que la gente que ya la vio se la pueda repetir. Es muy loco estar protagonizando, después de 20 años, pero es interesante a la vez volver a la pantalla, llevo bastante tiempo sin un protagónico. Y espero verla completa, porque cuando la grabé no tuve tiempo de hacerlo. Mi hijo Jerónimo también quiere verme en ese personaje que me dio mucha popularidad, el de Paula.
¿Cuando grabaron Pedro El Escamoso esperaba el éxito que tuvo la novela, no sólo en Colombia?
Sentía que le iba a ir muy bien, pero nunca dimensioné que iba a volar tan alto, que iba a tener tanto éxito, tanto aquí como afuera, ahora la están dando en Perú y a la gente le encanta, me han escrito mucho y para mí es gratificante llevarle esa alegría a la gente, en un momento bien complejo, en el que necesitamos esos espacios.
A Miguel Varoni, Pedro Coral le aportó mucho a su vida, ¿para usted qué significó Paula Dávila?
Me di cuenta de que la capacidad de trabajo que tengo es alta, fueron dos años consecutivos muy intensos, de mucha disciplina. Y la popularidad que me dio ese rol me ayudó a entender la bendición que es para mí ser actriz, comprendí que yo podía con una foto, una sonrisa o un autógrafo, dar mucha felicidad y recibí mucho amor de la gente. Me sentí muy afortunada de hacer lo que me gusta y de ayudar a muchos a estar felices, aunque fuera por un ratico. Eso le dio mucho sentido a mi profesión, entendí para qué la popularidad. Uno termina siendo un modelo a seguir de muchas personas, eso trajo mucha responsabilidad a mi vida con lo que hago o digo.
¿Con el tiempo ha cambiado el rol de la mujer en la televisión?
Todo ha ido cambiando paulatinamente, cada vez las mujeres en la televisión tienen más carácter, más peso, no sólo por las novelas, poco a poco se ha tomado conciencia de que somos igual de valiosas que los hombres, que tenemos los mismos derechos, el machismo se ha ido mermando al darle más protagonismo a las mujeres, está pasando a nivel global y se refleja en las novelas.
¿En qué momento decidió optar por la calma, por la naturaleza y por la corriente hippie en su vida?
Realmente fue una decisión, llevo muchos años en un camino espiritual, buscándome a mí misma, dejando de querer complacer a los demás, descubriendo qué soy, qué quiero y qué es lo verdaderamente importante para mí. A través de las medicinas como el yagé, ceremonias como los temazcales o la búsqueda de visión, me he encontrado más con mi esencia y con esas ganas de volver al origen, a conectarme con la tierra y con el agua, y agradecerle porque nos sostiene y nos da de comer. Estamos en un mundo que nos ha enseñado a vivir distinto, a pensar que debemos producir, tener éxito, comprar cosas y me di cuenta de que eso no me llena el alma.
¿Y qué le llena el alma?
Comer lo que yo siembro me da una felicidad infinita, más que comprarme un par de zapatos nuevos. En esa búsqueda he ido encontrando lo que me hace feliz y es querer estar en paz. Decidí ser hippie porque creo en la filosofía de vivir en paz, desde el amor. Eso conlleva todo un proceso de sanación, porque los seres humanos tenemos muchas heridas pendientes por sanar, no solamente de esta vida sino de cosas que vienen con el linaje, de generaciones anteriores, hay mucho maltrato, abuso, son cosas que genéticamente uno recibe.
¿Qué podemos hacer frente a eso?
Estamos en el momento de tomar conciencia de la necesidad de cambio interno, de ser generadores de amor y paz, pero para poder generar eso hay que sanar muchas cosas, porque si uno tiene miedo o rabia, empieza a desquitarse con otra gente y le bota uno eso al otro, estamos en un momento en que todos tenemos que unirnos y darnos amor, porque estamos muy lastimados.
¿Usted se siente en paz?
Siento que somos seres amorosos, que estamos muy enfermos y tenemos mucha basura encima. Se necesita de un proceso espiritual consciente, darnos cuenta de qué está mal en nosotros, de dónde vienen el miedo y la rabia, para sanarnos.
¿La paz se encuentra en el campo?
Sí, decidí vivir en el campo para sentirme más tranquila, en vez de estar en la ciudad, rodeada de tanto smog, trancones y estrés. Estoy buscando mi paz y mi tranquilidad y sí la encuentro en el campo.
Otra faceta suya es la pintura, ¿cómo se inició en este arte?
En el colegio me di cuenta de esa facilidad, pero fue un día que mi primo Julián Arango (actor) me dio un lienzo y unos óleos, que pinté mi primer cuadro y, desde ese día no he parado de pintar. Para mí es una terapia, pinto cosas que siento pero están más allá de mi entendimiento.
Sus pinturas se relacionan mucho con la naturaleza que la rodea...
Sí, todo está conectado. Pintar es meditar, cuando estoy pintando no pienso, y eso me conecta mucho conmigo misma y con esa tranquilidad, con lo importante, que es lo que uno no ve, lo que tiene por dentro. Ha terminado siendo una forma de ingreso, aunque la mayoría los regalo.
¿Ha tenido conexión con comunidades indígenas?
Más que con las comunidades, con sus ceremonias, he hecho muchos temazcales (de México y de Estados Unidos). Los indígenas preservan esa cultura del respeto y cuidado de la tierra, son los guardianes de la naturaleza, los llamados a cuidarla, a que no abran más pozos, ni dañen puertos. Ellos están muy conectados con la espiritualidad, tienen un profundo respeto por los animales, algo que comparto. Muchas medicinas nos ayudan a despertar la conciencia de que todos somos uno y debemos transformarnos, astrológicamente están pasando muchas cosas que nos llaman a vibrar desde el amor, a dejar tanta rabia, tanto odio, a dejar de destruirnos y pelear, a compartir y cuidarnos como hermanos. Podemos transformar el mundo si nos transformamos nosotros.
Pedro, El Escamoso se ha vendido en Latinoamérica, Bulgaria, China, Costa Rica, Croacia, Chipre, Eslovenia, España, Estonia, Grecia Honduras, Islas Vírgenes, Lituania, Rumania, Serbia, EEUU., entre otros países.