Aunque muchas veces resulte increíble, la realidad es mucho más interesante de la ficción. Esto lo sabe Netflix, que cada vez apuesta más en las historias reales para sus series y películas.
Y este es el caso de la historia de la nueva serie, Secuestro del vuelo 601, en el que participan Mónica Lopera, Christian Tappan, Ángela Cano, Enrique Carriazo, Marcela Benjumea, Johan Rivera, Carlos Vesga, Ilena Antonini, Valentin Villafañe, Alián Devetac y Juan Pablo Raba, y que llegará a la plataforma el próximo en abril.
La serie está inspirada en eventos ocurridos en Colombia en 1973, una época en la que, aunque parezca increíble, los secuestros de aviones eran relativamente comunes.
UN POCO DE HISTORIA
Según dicta la historia real, el avión HK-1274 de la Sociedad Aeronáutica de Medellín, más conocida como SAM, despegó el miércoles 30 de mayo de 1973 desde Bogotá, para realizar varias conexiones aéreas durante el día, aterrizando primero en Cali y posteriormente en la ciudad de Pereira, donde bajaron unos pasajeros que le dieron espacio a otros para sus próximos destinos.
En el momento de los hechos, se encontraban en la aeronave 84 pasajeros en total, quienes no imaginaron que tendrían que ser protagonistas del horror del secuestro de una aeronave, como había ocurrido ya en otras partes del mundo, pero no en Colombia.
Según relataron algunos de los testigos del hecho, una vez subieron los pasajeros en la ciudad de Pereira, dos de ellos se sentaron en la penúltima fila del avión, de un momento a otro se colocaron unas capuchas y sacaron unas armas de fuego y tras un disparo al aire gritaron: “¡Esto es un secuestro!”.
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El País tuvo acceso exclusivo al rodaje que se realizó en varias ciudades latinoamericanas, incluida Cali, específicamente la pista y los alrededores del aeropuerto.
Natalia Echeverri, productora ejecutiva de la serie, caleña, cuenta que esta producción empezó a construirse desde 2022. “Nos embarcamos en esta emocionante nueva aventura llamada Secuestro del vuelo 601. Este secuestro en particular se convierte en un acontecimiento histórico y espectacular, ya que, a diferencia de otros, se prolonga por más de 24 horas y lleva al avión a recorrer más de cinco países de Sudamérica”.
Comenta Natalia que “en la serie, exploramos diversos personajes a bordo del avión, así como a los dos revolucionarios que lo secuestran. También veremos cómo la tripulación lucha por la vida de los 50 pasajeros, reconociendo la singularidad de cada uno de ellos y su deseo de regresar a salvo a sus hogares”.
En seis capítulos se podrá conocer a personajes como Edie, la azafata y heroína, quien anhela regresar a casa donde la esperan sus hijos, así como a un grupo de ciclistas profesionales que aguardan llegar para participar en un evento crucial para el ciclismo en Colombia.
“Lo que me resulta especialmente interesante de ambientar la serie en la época colombiana es la posibilidad de unir el imaginario colectivo de lo que la gente cree que era esa época con la realidad histórica del país. Queremos crear una imagen estilizada pero fiel a la identidad de la época colombiana, que resulte tanto bella como auténtica, permitiendo que el público se identifique con ella”, agrega Natalia.
Colombia cada vez se posiciona más como un lugar en el que confían las productoras de proyectos audiovisuales. “Considero que este proyecto es uno de los más ambiciosos filmados en el país, incluso después de la pandemia. Uno podría pensar que hemos debido contenernos, pero en realidad, más allá de los protocolos que aún seguimos, hemos regresado con gran fuerza, contando con un equipo que supera las 200 personas. Con orgullo, puedo decir que el 95% del equipo es colombiano, aunque también contamos con un director de fotografía mexicano, Emiliano Villanueva, y algunos actores extranjeros”.
“De hecho, gran parte del rodaje se llevó a cabo en Cali, lo cual, para mí, que soy mitad caleña, es muy significativo. Poder llevar una producción de esta magnitud a la región es emocionante”, comenta la productora.
En Cali se filmaron escenas clave para la serie, incluyendo el emblemático Aeropuerto Bolívar, para el cual se reconstruyó un avión de la época.
“La serie se mueve en un tono de comedia negra, aunque también tiene elementos de thriller. El humor, reforzado por la música, es esencial para evitar que la serie se sienta únicamente como un drama. En Colombia, nos reímos incluso de las tragedias, y cuando la situación en el avión se vuelve caótica, encontramos momentos que permiten la risa. La música desempeña un papel crucial para lograr ese equilibrio sutil que estamos buscando”, anticipa la productora.