Extremadamente tímida, Glenn Close prefiere quedarse en casa con sus animales que arreglarse para ir de fiesta. De una serenidad pasmosa, educada y cálida en su trato, es capaz de regañar públicamente a un espectador, como lo hizo en un teatro en Broadway, mientras interpretaba a Norma Desmond en el musical ‘Sunset Bulevard’, por desconcentrarla con los disparos de la cámara de su celular.
“Deberías saber cómo molesta y distrae esto. ¿Ahora podemos seguir con la actuación o hacer una sesión de fotos?”, le espetó en esa ocasión, para retomar la actuación, tras unos minutos bochornosos: “De acuerdo, empezamos desde el principio de la canción”.
De pantalones, camisa abrochada hasta el cuello, zapatos planos, maquillaje casi imperceptible y corta melena plateada, tiene un aire de clase que dista mucho de algunos de sus roles en el séptimo arte, ya que, como un camaleón, se ha transformado en loca obsesiva en ‘Atracción fatal’; enfermera despótica y feminista, en ‘El mundo según Garp’; condesa lujuriosa en ’Amistades peligrosas’; villana de cuento infantil, en Cruella De Vil; mujer abocada al vestirse como hombre en ‘Albert Nobbs’, e incluso, en marciana, en ‘Mars Attacks!’, y en televisión, de abogada maquiavélica —en ‘Daños y perjuicios’; a la aguerrida capitán de la policía Monica Rawling en The Shield.
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Ganadora de tres premios Emmy, tres Tony, dos Globos de Oro, y nominada tres veces al Grammy, es una leyenda viva del cine, pero Hollywood está en deuda con ella, porque la ansiada estatuilla le ha sido escurridiza —en seis ocasiones—. La primera fue en 1983, cuando optó a mejor actriz secundaria por ‘El mundo según Garp’, y al año siguiente (en la misma categoría) por ‘Reencuentro’, una terapia grupal para baby boomers; y nuevamente, en 1985, fue nominada, en el mismo renglón, por ‘El mejor’ y nada.
En 1988, cuando todo apuntaba a que la premiarían a mejor actriz por la amante obsesiva Alex Forrest en ‘Atracción fatal’ —que arrasó en taquilla e hizo de Close y de Michael Douglas dos figuras del “cine adulto” de la década—, el Óscar le fue arrebatado por Cher por su papel en la comedia romántica ‘Luz de luna’. Decisión de la Academia que generó gran polémica. Un año más tarde, la condesa de Merteuil en ‘Las amistades peligrosas’ llevó a Glenn a ilusionarse con el galardón, pero tuvo que ver a Jodie Foster llevárselo por ‘Acusados’.
La última vez que la rubia platinada vio de cerca la estatuilla fue con ‘Albert Nobbs’, en 2012, la historia de una mujer que se hace pasar por hombre en la Irlanda de finales del siglo XIX para trabajar como mayordomo en un hotel y mejorar sus finanzas. Sus defensores hicieron su propia campaña con el lema “Es la hora de Glenn Close” con miras al premio de la Academia, pero ni siendo en dicha película la estrella, la productora y hasta compositora, el galardón se quedó en sus manos sino que fue a parar a las de su némesis, Meryl Streep, por su caracterización de Margaret Thatcher en el biopic de la ‘Dama de hierro’.
Y es que a Glenn hay algunos que tienden a confundirla con Meryl, “pero nunca la noche de los Óscar”, dice Close con cierta ironía, porque aunque tiene una relación cordial con su colega, sí dijo en alguna ocasión que “todos los papeles de mujeres mayores de 50 se los dan a ella”.
Ahora, a sus 72 años, tras su consistente papel en ‘La buena esposa’ (The Wife), la crítica y los seguidores de esta actriz claman porque se haga justicia, cuando es muy probable que el próximo 22 de enero figure entre las nominadas al Óscar. Es más, el 24 de febrero, el Teatro Dolby de Los Ángeles (Estados Unidos), en la gala de los premios, podría repetirse lo que pasó en los Globos de Oro cuando ganó a mejor actriz, o quién sabe, ocurra lo que pasó en los Critics' Choice Awards en los que empató con Lady Gaga en dicha categoría.
Sin embargo, para alguien como ella, un premio no la define. “Ganar un Óscar significaría muchísimo para mí. Siempre es maravilloso que tus compañeros de profesión te nominen y me encantaría sumarme a la fiesta, gane o no. Pero he estado nominada seis veces y… ¡aquí sigo!”.
Curiosamente, la dueña de una estrella en el Paseo de la Fama —desde 2009—, procura no pisar mucho Hollywood. “Para empezar, no vivo allí. ¡No voy por ahí pensando que soy un ícono! No tengo guardaespaldas. Mi único séquito es mi perro. Esa manera de pensar no forma parte de quien soy. Mis preocupaciones son otras”.
Pero muchos cruzan los dedos para que esta vez el Óscar no le sea negado. Parece ser el momento propicio, justo cuando el movimiento MeToo está en su apogeo, Glenn Close interpreta en el filme ‘The wife’ a la esposa de un famoso escritor y un día antes de que él reciba el Nobel decide salir de la sombra, después de 40 años de matrimonio, y altera el orden de las cosas.
“Nos ha llevado 14 años llevar a la pantalla una película escrita por mujeres, producida por mujeres, interpretada por una mujer y centrada en ella. No es coincidencia que eso ocurra ahora”, dice Close, quien compartió set con su hija Annie Starke, que hace de su personaje en su juventud.
“Lo que pase pasará. He vivido antes esto”, le dijo Glenn a El País de España. Para ella su mayor reconocimiento se lo da el público, como una reclusa, que durante una visita de la actriz a un centro de máxima seguridad le dijo: “Ahora sé que no seré olvidada”, aludiendo a la lucha que Glenn libró por Precious Bedell, quien en 1980 mató a su hija de dos años de una brutal paliza en un restaurante y fue condenada a cadena perpetua. Su suerte cambió al conocer a la actriz mientras rodaba un documental en la prisión Bedford Hills. Close, convencida de que la madre asesina estaba rehabilitada, libró por años, una batalla legal con los magistrados de Nueva York hasta conseguir que reabrieran el caso y Bedell saliera en libertad.
Para Claudia Rojas, crítica de cine de Gaceta, de El País, “si Glenn no se gana el Óscar será por un asunto más político que de actuación. Pero, por el personaje a la sombra de su marido, que finalmente se reivindica, puede llevarse el Premio en un momento histórico, aunque para Glenn, una mujer que canta, que hace teatro, hace crítica y apoya el matrimonio homosexual, el Óscar es la cereza del pastel”.
1. Close en filmes
2. Camaleón Glenn
Poco se sabe del pasado oscuro de Glenn Close. Ella prefiere no sacarlo mucho a la luz, por doloroso. Fue en una entrevista con el editor de People, Jess Cagle, en la que recordó, cómo, de los 7 a los 22 años, formó parte de una secta denominada MRA (Moral Re-Armament), obligada por su padre William, un médico que se mudó a Suiza para criar a sus hijos en un hotel que era sede del culto fundado en la década del 30 por el reverendo Frank Buchman.
Se le prohibía a sus miembros realizar actividades normales y les decían cómo debían vivir. “Mi mamá permitía todo eso, porque con mi papá se sentían vulnerables y no sabían el daño que le iban ocasionar a sus hijos”. Al morir Buchman en 1961, la secta se empezó a extinguir.
“No fue fácil para mis padres hablar de eso, especialmente para mi papá, pero creo que construí mi carrera intentando comprender el comportamiento de la gente, y a mis padres”, afirmó Glenn, quien admite haberse enojado mucho con su papá. “Le escribí una carta en la que fui muy honesta. Le dije que no merecía ser considerado nuestro padre. Fui muy dura. Se la leí a mi mamá y a mis hermanos y les dije que se la iba a enviar porque él era brillante, pero también narcisista. Todos en la familia tuvimos que pasar por un proceso de perdón”, dijo.
Luego se unió al ‘coro’ itinerante del movimiento, ‘Up with people’ (Viva la Gente), un hito en la música de los años 60, hasta los 22 años. Al dejarlo, volvió a Estados Unidos a estudiar teatro y antropología. Al escuchar una entrevista a Katharine Hepburn decidió ser actriz, aunque ha soñado siempre con estudiar neurociencia.
No en vano, Glenn tiene una fundación, Bring Change 2 Mind, que busca desestigmatizar las enfermedades mentales. “En mi familia nunca habíamos hablado de ello”, ha dicho Glenn quien dice que en su familia tardaron mucho en identificar el trastorno bipolar de su hermana, y admite haber sufrido depresión.
También es una gran amante de los animales, en especial de los caninos, a los que suele llevarse a los rodajes. Con su tercer exmarido creó una empresa de accesorios perrunos y el blog FetchDog que luego vendieron. Por eso, para trabajar en la película ‘101 dálmatas’ puso como condición que las pieles de Cruella fueran sintéticas.
Sobre esta mujer que debutó en el cine a los 35 años haciendo de la madre de Robin Williams en ‘El mundo de Garp’, aunque solo tenía 4 años más que él, los críticos de cine no tienen más que elogios. Juan Carlos Romero, director del programa de Cine y Comunicación Digital de la Universidad Autónoma de Occidente, dice que “ella conjugó la posibilidad de ser una estrella sensual y erótica al inicio de su carrera, en los años 80, en un extraordinario papel en ‘Atracción fatal’, junto a Michael Douglas, en donde es una publicista que tiene un affaire con un abogado, un fin de semana, y esto se convierte en una pesadilla para el hombre y en una obsesión para ella, una enamorada peligrosísima, con rasgos patológicos, rol que le dio las credenciales de gran actriz”.
Al igual que a Robert de Niro le pasó con Al Pacino, a Glenn Close y a Meryl Streep los medios les han inventado una rivalidad.
“En los 90 consolida su carrera a través de papeles en películas comerciales como ‘101 dálmatas’ y ‘Hook’, en donde está en juego su condición como una actriz profesional, que deja de lado su imagen de bomba sexual para convertirse en una actriz de carácter, y aún en papeles coprotagónicos, con la fuerza de su interpretación y el poder de su talento, las películas en las que actúa la catapultan como una estrella”, agrega.
Romero valora su valentía, el salir de su zona de confort, para “atreverse a hacer papeles en películas buenas y en otras no tan buenas, como ‘Marcianos al ataque’. En el 2000, ya madura, empieza en papeles exploratorios de otros registros y tonalidades, como ‘El secreto de Albert Nobbs’, dirigida por el hijo de Gabriel García Márquez”.
“En el Óscar juegan intereses extra cinematográfico. Glenn, aparte del glamour y la parafernalia, ajena a escándalos y a la figuración por otra cosa que no sea su trabajo, independiente de la maquinaria, está pagando un precio, por no congraciarse con los intereses morales que Hollywood le impone a sus estrellas, el de haber sido ignorada, hasta ahora, por la Academia”.
3. La cereza del pastel
No existe hoy en día ningún hombre en la vida de Glenn Close, quien ha tenido tres matrimonios que terminaron en divorcio.
“No creo que el estado natural del ser humano sea estar casado. Los hombres y mujeres son tan diferentes... ¿Por qué nos autoinfligimos más presión uniéndonos con alguien?”, opinó en 1991.
Estuvo casada de 1969 a 1973 con el guitarrista Cabot Wade y, más tarde, con el empresario James Marlas, entre 1984 y 1987.
De su relación sentimental con el productor John Starke (1987-1991) nació su hija Annie, quien debutó como actriz en ‘La buena esposa’, donde interpreta el personaje de su madre en su época juvenil.
Glenn ha dicho que su hija “se crió entre rodajes pero evitó esta profesión todo lo que pudo. No me extraña. Cuando tienes padres famosos te ves sometido a un doble escrutinio. Pero esta es su verdadera vocación”. Confiesa que le ha dado los mismos consejos que a cualquier otra actriz que empieza: “Será un viaje duro. Hay que estar preparado para el rechazo. Y para perseverar. Pero merece la pena”.
El tercer y último marido que se le conoció a Glenn fue David Shaw (2006-2015). Y tan pronto puso fin a su matrimonio —de una manera amistosa—, anunció que se trasladaría a Londres para trabajar en el musical Sunset Boulevard e interpretar el papel con el que ganó un premio Tony, el de Norma Desmond.
Glenn Close creyó que el público la iba a odiar por su papel de Alex Forrest, pero más la amaron.
Jaime Ponce, crítico de cine de RCN Radio, define a Close como “un camaleón. Esa versatilidad le ha permitido hacer papeles como el de Albert Nobbs con el director colombiano Rodrigo García Barcha, hijo de Gabriel García Márquez, que ya ha trabajado con ella en otras dos películas (‘Con solo mirarte’ y ‘Nueve vidas’). No se explica uno que por el papel de Nobbs, una mujer que tiene que travestirse para encontrar trabajo en un hotel del Dublín decimonónico, no le dieran el Óscar.
“Sería infame si esta vez no ocurre con ‘The wife’”, dice Ponce, miembro activo del Círculo Bogotano de Críticos de Cine y Asociación Colombiana de Críticos y Periodistas del Cine. “No creo que el Globo de Oro haya sido premio de consolación, como dicen algunos. Ganadora del premio en San Sebastián a la trayectoria, Close es la actriz más importante de las últimas décadas, su trabajo histriónico le permite desenvolverse en cualquier campo. Pero en los últimos diez años, al dedicarse al cine independiente, ha sido olvidada, espero que hasta ahora”.