Tras siete años sin pisar escenarios mexicanos, Shakira actuó la noche del jueves en un multitudinario concierto en Ciudad de México en el que hizo vibrar al público con sus temas más recientes, pero también recordando auténticos clásicos como 'Hips don't lie'.
Ni el retraso en el inicio del espectáculo ni la incesante tormenta pudieron apaciguar el desenfreno de las más de 50.000 personas concentradas en el inmenso Estadio Azteca de la capital mexicana, que se convirtió en un karaoke gigante.
"¡México, cuánto tiempo!", exclamó Shakira ante un público que la esperaba ansioso desde su última gira mundial, en 2011. Por si no fuera suficiente, la cantante deleitó sus oídos al confesar "orgullo" por iniciar en este país el recorrido latinoamericano de "El Dorado Tour", con el que ya ha visitado Europa.
Agradeció también a sus seguidores mexicanos "haber estado allí en los momentos difíciles", recordando así la hemorragia en las cuerdas vocales que sufrió en noviembre pasado y que podría haber acabado con la carrera de la diva del pop latinoamericano que mejor se ha adaptado a la moda de los ritmos urbanos.
No hubo ni rastro de su dolencia en un espectáculo que arrancó por todo lo alto con bengalas, lluvia de confeti, juegos de luces y dos enormes pantallas que reprodujeron con fotografías la vida de esta cantante nacida en Barranquilla hace 41 años.
Su chorro de voz irrumpió con su clásico 'Estoy aquí', versionada con ritmos electrónicos, que hizo arrancar el baile de un público intergeneracional totalmente desatado.
Seguidamente, la colombiana interpretó con un look rockero el reciente éxito 'Perro fiel', de su noveno y más reciente álbum, 'El Dorado' (2017), para luego regresar a un clásico de principios de los 2000 como lo es 'Underneath your clothes'.
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Y es que todo el concierto estuvo plagado de guiños hacia los más nostálgicos que no olvidan los inicios de Shakira, a mitad de los años 90. E incluso la artista se permitió el lujo de bromear con ello: "Esta canción tiene muchos años. A ver si me acuerdo".
El entregado público mexicano estaba allí para pasar un buen rato y la colombiana, una auténtica dueña del escenario, lo sabía muy bien, por lo que se propuso interactuar al máximo con la gente.
Así pues, la letra de 'Me enamoré' se proyectó en una pantalla gigante para que los asistentes jugaran unos segundos a ser Shakira, quien posteriormente los invitó a corear 'Chantaje' hasta hacerlos ulular al son de 'Loba'.
El clímax del concierto llegó con otro clásico inevitable, "Suerte", con el que una Shakira vestida con ropajes orientales demostró una vez más que no necesita estar acompañada de bailarines, puesto que basta con sus caderas.
Probó así que sus emblemáticas y sensuales contorsiones no se han visto afectadas por su maternidad. De hecho, el ser madre es de lo mejor que le ha pasado a Shakira, como demostró al tocar una guitarra decorada con la imagen de su hijo y de su pareja, el futbolista español Gerard Piqué.
"T'estimo" (te quiero), dijo Shakira provocando una tierna reacción entre el público.
Aunque el concierto se alargó durante casi dos horas, la carrera de Shakira no puede condensarse tanto, por lo que faltaron éxitos como 'Las de la intuición' y 'Ciega, sordomuda'. Pero sí hubo espacio para "La tortura", que trasladó virtualmente al español Alejandro Sanz hasta la capital mexicana para interpretar este icónico dueto.
Tras demostrar su cara más polifacética al tocar una batería, Shakira convirtió el Azteca en una pista de baile con sus movidos temas 'Loca', 'Rabiosa' y el inolvidable 'Waka waka' del Mundial de Sudáfrica 2010.
Los pitidos y los gritos de "Shakira, Shakira" se entremezclaron entre el mar de luces de celulares cuando la cantante se despidió del escenario. Pero el concierto no podía terminar, faltaba la traca final.
Como no podía ser de otra manera, esta llegó de la mano de 'Hips don't lie', un éxito que marcó en el año 2006 a toda una generación que quería aprender a moverse igual que Shakira. Pero la cantante les recordó que uno también puede moverse usando 'La bicicleta'.
Con esta canción, que consolidó su reconversión al reguetón, y con fuegos artificiales, Shakira puso punto y final a una noche que fue mágica para quienes no quieren esperar otros siete años para mover las caderas de nuevo.
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