Cada copa de vino es una experiencia sensorial única. Desde los aromas cítricos y florales de un blanco fresco hasta las notas de frutos rojos y especias de un tinto robusto, esta bebida ofrece un universo de posibilidades.

Así lo asegura Pedro Oliveira, el Export Manager de Pinta Negra, marca de una reconocida casa viñera ubicada en Portugal, que llegó a Colombia para quedarse.

Para él, la interacción entre las variedades de uva, el terroir y el proceso de vinificación da lugar a un caleidoscopio de sabores perfecto para el consumidor colombiano, acostumbrado a decantarse por bebidas como la cerveza, pero que ahora está comenzando a ampliar la versatilidad de sabores en su paladar.

Pinta Negra. | Foto: El País

Y es que su diversidad lo convierte en un aliado perfecto para la cocina, realzando los sabores de los alimentos y creando maridajes perfectos para cualquier ocasión.

“Un buen vino blanco es el candidato perfecto para acompañar seviches, mariscos y pescados, mientras que un tinto, con mayor cuerpo y fruta madura, complementa maravillosamente carnes y pastas. Aunque, claro, ambos funcionan perfecto ante el gusto de cada persona”, explica el experto sobre este licor, que bien se puede beber ya sea en una mesa familiar, una cena romántica o una reunión entre amigos.

Ahora bien, como se sabe, cada botella de vino cuenta una historia, pero también refleja la tradición, el clima, la geografía y la dedicación de quienes lo producen. Y por eso, desde los viñedos centenarios de Burdeos hasta los jóvenes y prometedores vinos atlánticos de Lisboa, el vino conecta con las raíces culturales de distintas regiones del mundo.

En este caso, explica Oliveira, es sumamente especial, toma su nombre de un amigo de la familia que lo cosecha en Lisboa, quien tiene un particular lunar en su cara, y es gracias a que están ubicados a tan solo 8 kilómetros del Atlántico que aprovechan al máximo las características climáticas y geográficas que le confiere su proximidad al océano.

Pinta Negra. | Foto: El País

Las uvas blancas crecen en las áreas más frescas, influenciadas por la brisa marina y un toque de salinidad, mientras que las tintas se cultivan en zonas más cálidas protegidas por montañas bajas, lo que les otorga una madurez óptima y sabores intensos.

El resultado son vinos con una acidez natural vibrante, ideales para acompañar platos grasos como los típicos asados colombianos. “En Portugal tenemos la tradición de beber en todas las comidas. De hecho, para nosotros una comida sin vino es el desayuno”, confiesa, entre risas, Oliveira.

Ahora bien, destaca que sobre esto hay algunos mitos: “Beberlo apropiadamente, trae beneficios organoléticos, además de aportar proteínas. Eso sí, la clave está en disfrutarlo responsablemente, pues el exceso puede tener efectos negativos. Es, como todo, finalmente trae alcohol”, concluye el experto, quien detalla que Pinta Negra ya hace presencia en las Tiendas D1 y se presenta como un compañero para cualquier ocasión, fácil de beber y disfrutar.

Pinta Negra. | Foto: El País

Pinta Negra

Un puente para la conexión

En Colombia, Pinta Negra está disponible en dos formatos: botella de vidrio y ‘Bag-in-Box’ de 3 litros, este último ideal para compartir en reuniones familiares o con amigos. Además, se espera que el espumeante blanco elaborado con uvas tintas, una novedad de la bodega, pronto llegue al mercado colombiano.

Portugal lidera el consumo mundial de vino per cápita, con 57 litros anuales por persona, frente a un litro promedio en Colombia, evidenciando la rica cultura vinícola del país europeo.