Es común que las relaciones amorosas terminen por distintos motivos, y cuando esto sucede, las personas suelen pasar por una especie de duelo, e incluso muchos tienen diferentes estrategias para superarlo. Pero, ¿qué pasa cuando se termina un ‘casi algo’? Es decir, un romance que se sitúa en un limbo emocional, es decir, no llega a convertirse en una relación formal, pero tampoco es una simple amistad. ¿Es normal que sea igual o más difícil de sanar que una relación tradicional?
En algunos casos, las personas consideran que este tipo de amores son el primer empujón para llegar a una relación tradicional —primer error—, pues “¿cómo empiezo si no nos conocemos?”, no obstante, los profesionales consultados para este artículo concuerdan en que un ‘casi algo’ no es lo mismo que el moderno primer estado de las relaciones llamado: “estamos saliendo”.
“En los romances actuales y contemporáneos las personas son muy dadas a ‘salir’, esto como etapa primaria o previa al noviazgo, pero cuando se habla de un ‘casi algo’, se refiere a que: ni siquiera estamos en el estándar de salir; o sea, ahí no se pueden exigir los comportamientos o atenciones que se esperan cuando se está conociendo a alguien con un interés más serio. En otras palabras, un ‘casi algo’ es: ‘a veces cruzamos la línea, a veces no, no somos amigos, pero tampoco nos vemos de manera amorosa’”, explica Paula Dávila, terapeuta de parejas.
En las últimas décadas, este tipo de amores han tomado gran popularidad, porque ofrece múltiples “beneficios”, entre ellos una especie de libertad emocional, ya que al no encajonarse dentro de una relación clásica, permite que las personas no tengan una responsabilidad frente a la fidelidad, dejando por fuera la idea de la exclusividad y abriendo las puertas a la posibilidad de explorar nuevos sentimientos y de enfocarse en el crecimiento personal.
Otro de los aspectos que se consideran positivos en este tipo de relaciones es que cada una de las personas pueden ser más genuinas, lo que, según Dávila, hace que “las partes se enganchen de una manera más fuerte, porque es más real la relación, y esto genera, a veces, que no se den los conflictos o que no se presenten los niveles de toxicidad que se pueden encontrar en una relación donde se está saliendo con un objetivo claro”. Es decir, la libertad que da el ‘casi algo’ es sinónimo de comodidad.
Sin embargo, las mismas cualidades, que parecen positivas, pueden jugar en contra cuando una de las dos partes desarrolla sentimientos más profundos, pues el ‘contrato’ con el que inició la relación juega un papel de ‘muro’ o bloqueo para dar el paso a una relación en serio.
Dávila, psicóloga clínica, explica que “este tipo de relaciones son la construcción de un vínculo de pareja donde el pacto más significativo es que ‘somos todo y no somos nada’. Lo complejo es que cuando no tenemos unas reglas, pactos o interés de formalizar la relación hace que se cree una confusión, porque al ser seres sociales indiscutiblemente creamos lazos emocionales, lo cual hace que cuando termine duela, como todo. Pero, esta vez con un peso muy alto que recae sobre las expectativas de ‘lo que pudo ser’. Es como cuando tú tienes un ‘probadita’, pero a la final nunca lograste saber si podía ser o no”.
De ahí que sea tan importante el autoconocimiento, en el que cada persona evalúe si realmente puede hacer parte de una relación sin generar expectativas, sabiendo que estas suelen construirse de manera inconsciente al compartir la cotidianidad, haciendo que sea fácil desviarse del plan inicial de solo compartir, dejando por fuera las ilusiones o compromisos.
Incluso muchas veces las quejas que se escuchan de los despechados por ‘casi algo’ es que: la práctica pasó rápidamente de un encuentro casual a una rutina de pareja, con actividades juntos e incluso muchos ingresan al círculo familiar o amistoso de la otra persona.
Tal vez esa es la razón por la que Tomás —el icónico personaje de La Insoportable Levedad del Ser—, decide verse con sus amantes o ‘casi algo’ cada tres semanas.
De la mano de las expectativas, la libertad y las expresiones emociones confusas está la idealización, esta es común en este tipo de “parejas”, porque según las normas de este juego amoroso, las personas aparentemente no tienen derecho a aspirar a que la relación llegue más allá y “el no poder aspirar hace que se piense en lo que sí podría ser”, explica Dávila.
Por su parte, la psicóloga Gloria Hurtado o Gloria H.. aconseja que cuando se entre en este tipo de relaciones, es fundamental que, de manera individual, cada miembro de la pareja sea consciente del pacto del que está siendo parte. No hacerlo, hace que se creen nuevas expectativas, las cuales llevan al autoengaño y a dolorosos escenarios.
“Se hacen daño cuando las ilusiones y expectativas se desbordan, creyendo en imaginarios que estuvieron más en el cerebro que en la realidad. El mayor daño es la ilusión que las personas descargan sobre un supuesto o un posible, la responsabilidad es más de quien se creó ilusiones que del otro. Se debe entrar a ese ‘casi algo’, siendo muy consciente de que se está corriendo un riesgo, de manera libre y voluntaria”.
Otro consejo que dan los profesionales es que siempre antes de iniciar cualquier tipo de relación, las personas se cuestionen: “¿Para qué lo quiero (al otro)”, y así tomar la decisión de entrar o no. “Con esta respuesta se puede dar un paso maduro, si esa persona especial me inspira una relación seria, porque sus valores contrastan con los míos, pues no puedo entrar en un ‘casi algo’. Si, por el contrario, esa persona me parece divertida, pero no para tenerla en mis planes a futuro, lo mejor es estar en un romance en el que no tenga ningún tipo de contrato, dejando la puerta abierta a conocer a quien sí sea la/el indicado para un noviazgo”, dice Miguel Osorio, psicólogo clínico.
En toda relación y en especial en aquellas que tienen estos tintes confusos, es fundamental tener una buena comunicación y ser sinceros, por eso no está de más desde el principio hablar con la verdad, para establecer normas, conocer los deseos del otro, y para saber cuál es la forma en la que cada uno preferiría que terminara la historia.
Si ya se inició este tipo de relación, sin establecer normas, y se está pasando por la etapa de finalización, Gloria H. explica que es válido buscar una conversación para conocer qué pasó y por qué ha llegado a su fin, no para alargar la relación, sino para evitar pasar por el proceso de ansiedad y cuestionamiento. “Tengo derecho a preguntar por qué se interrumpe. Me pueden responder o no, pero la pregunta la puedo hacer, al menos de mi parte, estoy poniendo punto final”.