La noticia falsa más viral de los últimos días —que ya llegó a Japón— la protagonizó una diseñadora barranquillera, Geraldine Fernández, quien aseguró haber creado 25.000 fotogramas que se incluyeron en El Niño y la Garza, producida por Studio Ghibli, y ganadora del Globo de Oro a Mejor Película Animada.
La productora Ghibli fue creada por el japonés Hayao Miyazaki y es muy reconocida mundialmente por éxitos como ‘Mi Vecino Totoró’ y ‘El Viaje de Chihiro’.
La mentira se cayó por su propio peso cuando varios de sus colegas internacionales señalaron que algunos de los dibujos que atribuía como propios, les pertenecían a ellos,
Sumado a esto, no aparece en los créditos de la película, y los documentos —en japonés— que supuestamente respaldaban su vínculo con Studio Ghibli, resultaron ser reconocimientos por su participación en concursos de cerámica. También resultó falso que hubiera realizado una maestría en Japón gracias a una beca de Tecnoglass.
La ilustradora mexicana Julieta Colás, fue quien desenmascaró a la pastorcita mentirosa, al publicar en la red X: “Ella dice que personalmente ilustró (sus palabras) 25.000 fotogramas de la película. Eso son 35 minutos. Una señora que hace planificadores piratas en Colombia afirma que animó 35 minutos de una película de Ghibli, como trabajo remoto independiente. Ella me bloqueó, por cierto”.
Fue tanto el boom de la engañosa noticia, que Geraldine tuvo que salir a desmentir sus propias declaraciones, además, fue despedida por la empresa en la que trabajaba, Tecnoglass, y cerró sus cuentas en redes sociales, después de ser el blanco de un bombardeo de memes, burlas y comentarios desobligantes.
A través de un comunicado público, la ilustradora Geraldine Fernández negó su participación en ‘El niño y la garza’, dijo que le fue difícil retractarse después de hacerse viral y pidió perdón.
‘Más falso que una moneda de cuero’
Como esta, han sido muchas las noticias mentirosas difundidas por diversos medios en meses recientes, como hace unas semanas cuando mucho se habló de un supuesto estudio, que fue replicado por varios portales, que concluía que “el chicharrón era más saludable que las verduras”. Resultó falso, no existía tal investigación científica.
Otra noticia que alcanzó a ser viral fue la de un niño que, supuestamente, había sido reclutado por la guerrilla del ELN. El equipo de verificación de datos de la Agencia EFE demostró que el vídeo, que era la única fuente de la información, consistía en una actuación coordinada por un creador de contenido digital.
Para no ir más lejos, el propio cantautor José Luis Perales debió salir a desmentir, el año pasado, su propia muerte, en un vídeo en el que grabó diciendo: “Estoy más vivo que nunca, más feliz que nunca”, después de haber sido Trendings Topics de Twitter.
Lecciones para medios y lectores
Frente a este panorama, María Camila Díaz, directora de la W, del fin de semana, opina que lo que pasó con la historia falsa de Geraldine, publicada en varios medios de comunicación, “nos da, sin duda, muchas lecciones en este oficio. Muchos periodistas partimos de la buena fe de nuestros entrevistados, eso no quiere decir que no debamos contrastar y corroborar la información entregada por cada uno”.
Y añade: “Muchas veces por la inmediatez de la noticia, replicamos información de otros medios asumiendo que es cierta, y esto es un craso error. Da mucha vergüenza que además, no fuera una periodista la primera en verificar, sino una ilustradora gráfica, de nombre Julieta Colás. Si bien fue oportuna la disculpa de la directora de El Heraldo, esto no es de un solo medio, sino de todos, tenemos una gran responsabilidad con el mundo y una credibilidad desgastada que no podemos dejar perder”.
También el público tiene su cuota de responsabilidad. Yolanda Ruiz, miembro del consultorio ético de la Fundación Gabo, ha dicho que “hay un mercado muy grande para la desinformación. Hay audiencias ávidas de consumir información emocional, no rigurosa.
Es una especie de círculo vicioso en el que perdemos todos”. Frente a esto, los medios replican y amplifican las tendencias de las redes sociales, las audiencias persiguen esas historias, y los opinadores e influencers la retoman.
Víctor Solano Franco, consultor en reputación digital, no enmarcaría la noticia de la diseñadora Geraldine Fernández en el contexto de las fake news, “dado que no fue un contenido creado para engañar; aquí lo que hubo fue una fuente de información viva, en este caso la propia ilustradora, quien decide salir a decir unas mentiras. No hubo un medio de comunicación con la intención de mentir, fue la fuente la que engañó a la opinión pública y a los medios”.
Sin embargo, para Solano, lo importante es que fueron personas que conocían del mundo del diseño y de la ilustración, quienes al escuchar la versión de la diseñadora encontraron inconsistencias que les hizo pensar que evidentemente era imposible que una sola persona hubiera podido hacer 25.000 fotogramas con todo lo que eso implicaba, serían años y años desarrollando eso. Fue ahí donde empezó a discutirse su versión y ella tuvo que admitirlo finalmente”.
La enseñanza, de acuerdo con Solano es que “siempre tenemos la posibilidad, como audiencia, de cuestionar, con argumentos técnicos, lo que diga un medio o una fuente de información”.
Se cuestiona Olimpo Restrepo, periodista y profesor de Opinión Pública en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, quien asevera que “en pleno siglo XXI, con todas las herramientas digitales a disposición del público, muchas gratuitas, la falta de verificación se ha vuelto muy común en las salas de redacción. Situaciones como esta son cada vez más frecuentes, motivadas por la lucha entre medios de comunicación para salir primero en redes sociales y para obtener más clics. Aunque en la academia se insiste en la premisa de dudar y verificar antes de publicar, en las salas de redacción la presión por producir numerosos contenidos y generar más navegación en los portales, hace imposible respetar este mandamiento periodístico”.
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