Se ha puesto de moda entre las nuevas generaciones escribir “k” o “q” en lugar de “que”, costumbre que prende alarmas sobre el futuro del idioma. Muchos temen que ese estilo de escritura va a dañar el idioma, pero no se preocupen, lo máximo que puede hacer es alterar la escritura. Y la escritura no es el idioma. “k”, “q” o “que” se pronuncian igual.
La esencia del lenguaje es oral. La escritura es apenas una tecnología reciente. El ser humano creó la escritura muchos miles de años después de haber desarrollado el lenguaje verbal.
Y el sistema alfabético latino, que es el que usamos en español, se creó hace casi 3000 años. Es bastante reciente si lo comparamos con la antigüedad del lenguaje humano, del que no se ha podido establecer una fecha.
El caso de “q” es bastante diciente porque esta representación ha ido y venido durante la historia muchas veces. En los documentos notariales y administrativos de toda la historia del español hasta el siglo XIX aproximadamente se encuentra la abreviatura “q” en lugar de “que”.
Y en la imprenta se encuentra también muy frecuentemente, pero los impresores ponían una rayita arriba para recordar que era una abreviatura. Las nuevas generaciones, entonces, lo que están haciendo es una regresión colonial. Son más conservadores que los que luchan contra “q”.
Por lo que respecta a “k”, ya García Márquez había propuesto adoptar esta letra para escribir “ke” o “ki”, y así deshacernos de esa “u” innecesaria entre la “q” y la “e” o “i”.
Los que escriben “k”, entonces, de alguna forma están siguiendo las ideas del Nobel colombiano de literatura. Sin embargo, la presencia de “u” tiene una tradición que nos remonta otra vez a la lengua latina.
La “u” sí tenía una pronunciación en latín. Existían las sílabas “qua”, “que”, “qui” y “quo”, y se pronunciaban “kua”, “kue”, “kui” y “kuo”. Pues bien, los hablantes de latín empezaron a eliminar la pronunciación de “u” ante “e” e “i”, pero la “u” quedó en la escritura como una reliquia de su pasado sonoro.
Además, “q” desapareció ante “o”, pero la escritura cambió a “c”: es el caso de “quomodo” que terminó en “como”. Algo parecido ocurrió con “qua”: la “q” se convirtió en “c”, pero se conservó el sonido “u”. De ahí la palabra “cuatro” o “cual” que vienen de “quattuor” o “qualis”.
Por su parte, abreviar “que” a “q” o usar “x” para representar la sílaba “por” es mucho más que mala ortografía, es la introducción de un sistema de escritura diferente: de uno alfabético a uno silábico. En el sistema silábico, cada signo representa una sílaba, como es el caso del sistema “hiragana” del japonés.
Y cuando se usa un emoticón, se pasa al sistema ideográfico, en que cada símbolo representa un concepto, como el japonés y el chino. Si estas lenguas tienen un signo para la palabra “amor”, también lo tiene el emoticón, con el signo de corazón. Escribir “t[corazón]” para “te amo” es una combinación de ambos sistemas: “t” es sistema silábico y [corazón] es sistema ideográfico.
Imaginemos al primero que se le ocurrió en la edad media cambiar la “q” por “c” en “cuatro”. Es posible que hubiera sido una persona joven que puso la moda, y los viejos le dirían: “Los jóvenes no saben escribir”, como les decimos los viejos a los jóvenes hoy en día. Pero hoy en día escribimos “cuatro”, “como” y “cual” sin saber que pudieron ser formas polémicas en el tiempo que fueron introducidas, tan polémicas como escribir “k” por “que”.
La letra “k” parece agregarle un toque moderno, sofisticado, joven y muy “cool” a la escritura juvenil.
De hecho, “k” se usa principalmente en extranjerismos como “bikini” (del inglés), “karate” (del japonés) o “kiwi” (del maorí). Al hablante de español todo lo extranjero le suena moderno, y por eso “k” tiene ese simbolismo.
La letra “k” no existía en alfabeto latino. Proviene de la letra griega “kappa” y se incluyó en el latín para representar palabras provenientes del griego. Es decir, desde la antigüedad “k” ha tenido un toque extranjero. De hecho, ser griego era muy “cool” en la antigüedad.
En mi experiencia de docencia universitaria, en todo caso, no he visto que los jóvenes usen “k” o “q” para escribir “que” en un ensayo académico. Al menos los que me tocaron a mí saben diferenciar muy bien el estilo académico o formal, del estilo informal que usarían con sus amigos en las redes sociales. Pero a lo mejor alguien tenga una experiencia diferente.
A pesar de todo, no me extrañaría que futuras generaciones terminaran aceptando las formas “q” o “k” en el lenguaje académico. Estas generaciones serán los viejos del futuro y escribir “q” o “k” será cosa de viejos. Los jóvenes rebeldes del futuro tal vez decidan volver a escribir “que” como algo muy novedoso. La historia gira en espiral.
* Ana María Díaz Collazos
Ph.D. en Hispanic Linguistics,
University of Florida.