Sonrientes y carismáticos en las primeras citas, pero posesivos y agresivos cuando hay mayor intimidad, ese es el común denominador de los lobos con piel de oveja que deambulan por el mundo.

¿Se pueden detectar? Es casi imposible hacerlo, ya que utilizan disfraces que los hacen pasar desapercibidos o parecer inofensivos. “Su apariencia inicial es muy atractiva jovial y amable, por eso es difícil desenmascararlos”, explica el psicólogo clínico Carlos Alberto Segura.

La manipulación psicológica es su mejor arma. Saben lo que quieren, cómo lo quieren y cómo conseguirlo, ya que son capaces de “seducir la voluntad del otro a través del chantaje emocional”, explica la sexóloga Ana Cristina Mallarino.

Los expertos recomiendan no comenzar las relaciones de pareja tan rápido, para conocer mejor al otro y poder determinar si no está saliendo con un lobo.

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Dos caras

El lobo, al principio, se presenta con su traje de oveja, con actitudes amables y cariñosas. Se muestra como una persona atenta y servicial con su pareja y la adula en repetidas ocasiones. Pero a medida que avanza la relación, sus actitudes se van transformando.

“No son nada de lo que se mostraba al inicio, terminan siendo personas agresivas, patanas, la mayoría maltratadoras y hay que ser precavidos porque suelen enredar al otro, lo hacen sentir culpable y por la presión psicológica este no logra salir de la relación”, explica Ana Cristina Mallarino, sexóloga y terapeuta de
pareja.

Si no se desenmascara a tiempo al lobo, se puede caer en un ciclo de relación tóxica, del cual es difícil salir, por la manipulación psicológica.

Volátiles emocionalmente

En algunos casos los cambios de humor son muy frecuentes. Según la psicóloga Linda Orcasita, los lobos pueden pasar de un estado de felicidad a uno de tristeza en poco tiempo.

“Son muy contradictorios en sus apreciaciones. Lo que piensan, dicen y hacen no es coherente”, comenta la sexóloga Mallarino.

Al principio son atentos y considerados, pero más adelante se muestran poco comprometidos con la relación.

Constante victimización

“Siempre piensan que nadie los ayuda lo suficiente, se sienten solos, que la gente no los quiere, que todo el mundo les hace daño, mientras ellos no hacen nada”, dice la terapeuta de pareja Ana Cristina Mallarino.

El problema es que cuando aparecen estas actitudes también llega la manipulación.

“Empiezan a querer controlar el papel del otro: Se quejan por sus vínculos emocionales, por lo que publican en redes, solicitan que borre contactos. Esas personas generalmente son inseguras, tienen baja confianza y autoestima”, explica la terapeuta.

Si a menudo se siente triste, tiende a deprimirse y a creer que le falta algo en su vida, puede estar siendo víctima de
un lobo con piel de oveja. Examine si su pareja tiene actitudes ambiguas.

Egocentrismo y narcisismo

El manipulador emocional, como los denomina la sexóloga Ana Cristina Mallarino, “tienen similitudes con quienes sufren trastornos asociados a la personalidad. Poseen un carácter narcisista o son manipuladores emocionales, para conseguir lo que desean”.

A este tipo de personas solo les importa lo externo, el cómo lucen y cómo son percibidos ante los demás.

“Se preocupan más por lo material que por lo humano, y son capaces de vender su alma al mejor postor para conseguir lo que desean”, dice el psicólogo Segura.

¿Quién es el culpable?

Los lobos son manipuladores por naturaleza y suelen culpar a su pareja por sus propios errores.

“Cuando aparecen este tipo de actitudes, las personas que reciben ese trato terminan pensando que son ellos el problema y que el otro no tiene la culpa. Eso es delicado porque quienes viven este tipo de casos no suelen reportarlos porque sienten que son los culpables”, explica Linda Orcasita, psicóloga magister en familia.

Buscar ayuda profesional es la mejor ruta de escape.

No siempre en una relación tóxica se identifica fácilmente a un lobo, ya que frente a los demás no buscan humillar a su pareja. Si el lobo no es detenido a tiempo habrá problemas.

Personas en riesgo

El lobo suele tener en la mira a personas con baja autoestima, que no tienen suficiente seguridad en sí mismas o débiles psicológicamente, que pueden caer más fácil en sus garras.

Una persona segura ante el primer indicio del lobo feroz tendrá el valor para huir de él a su primer intento de ‘cazarla’, sabiendo que se puede convertir en presa de su egocentrismo y manipulación.

Los lobos buscan personas que tengan alguna debilidad emocional, con el pretexto de protegerlas, pero en realidad buscan ‘manejarlas’ o ‘manipularlas’.

Peligros de esta relación

“Los peligros a los que se somete una persona que vive con una persona con estos rasgos de personalidad, es la mayor predisposición a la violencia física o psicológica o simbólica y es un riesgo para la salud mental porque la ambivalencia genera desconcierto y este puede llevar a dificultades en los procesos de adaptación y de vinculación emocional”, dice Linda Teresa Orcasita, psicóloga magister en familia.

Hay que mirar si se trata de episodios recurrentes u ocasionales, que se presentan a lo largo de la relación. Es muy importante detectarlo a tiempo para evitar riesgos en la salud mental o situaciones violentas.

Relaciones laborales, familiares y amistades

Los lobos vestidos de oveja no solo se encuentran en las relaciones amorosas de pareja, también entre la familia, los amigos y en el espacio laboral se pueden presentar este tipo de personalidades.

Al principo son difíciles de detectar y en la mayoría de ocasiones solo son descubiertos después de sus malas acciones.

“Los peligros de tener estas relaciones son los desfalcos financieros, el fraude amoroso, las traiciones y otras sorpresas como un hijo oculto, un embarazo oculto, que tenga un trabajo ilegal, entre otros” explica el psicólogo Carlos Segura.

¿Cómo evitar al lobo?

Primero seamos amigos
Como dice la conocida canción de las Space Girls, “si quieres ser mi novio primero debes ser mi amigo”. En la amistad se puede reconocer con mayor facilidad a la persona con la que se está andando.

Pregunte ante cada sospecha
Si se ve un comportamiento negativo que pueda afectar el diario vivir propio, se debe entrar a cuestionar las actitudes del otro, sea en un diálogo o de manera individual.

¿Con quién anda él o ella?
Conocer las amistades de la persona, también la familia y la historia de ellos.

Ante cualquier actitud sospechosa indagar a fondo qué sucede.