En medio de la pandemia muchas familias han perdido a sus seres queridos, otras han perdido sus empleos o debieron cerrar sus negocios; algunas han tenido que reducir sus gastos y cambiar de vivienda o venderla. Sin duda, todos estos cambios representan un duelo y para superarlo es necesario atravesar el dolor para renacer.
Silvia Trujillo, experta en duelo y autora del libro ‘Renaciendo al dolor’, explica que para lograrlo es necesario entender que ninguna pérdida es más importante que otra, como lo escribe en su libro: “El dolor es dolor y punto, y solo quien lo siente tiene derecho a calificarlo. Todos los dolores son válidos, vengan de donde vengan, porque lo que nos debe importar es el doliente, no el origen del dolor”.
En ‘Renaciendo al dolor’, Trujillo relata su propia experiencia con la muerte de su hija Elisa a los 7 días de nacida y su proceso para atravesar el dolor y renacer. “El dolor, si no nos cambia, por lo menos nos moldea, y si no pasa ninguna de las dos anteriores, perdimos una de las pocas cosas buenas que tiene”, escribe en su libro.
Según explica Trujillo, el duelo es el periodo que inicia a partir de un sentimiento de pérdida y que solamente puede ser verdaderamente aprovechado para el crecimiento personal, si se atraviesa de manera consciente.
Pedir ayuda y dejarse ayudar es importante en el proceso de sanación. Los dolientes creen que este es un camino solitario, pero hablar con otros es clave.
Para poder ser conscientes del duelo, la experta explica que el primer paso es aceptar que el dolor está ahí.
“Sé que suena muy obvio, pero como sociedad hemos tratado de evadir y evitar el dolor, queremos una vida perfecta y no abrimos espacio para que las cosas salgan mal y eso es ir en contra de la naturaleza misma. El dolor llegará a nuestra vida en algún momento y hay que aceptar esos momentos de quiebre, que pueden ser cualquier cosa, como por ejemplo la pandemia”, explica.
El segundo paso es “permitirme sentir las emociones que eso me genera”. Según Trujillo la gran mayoría de los seres humanos tienen dos tendencias: unos se paralizan y caen en la victimización; los otros tienden a evadir y negar lo que están sintiendo. “Por ninguno de esos dos caminos hay sanación y aprendizaje, “esto solo llega cuando me permito ver el dolor y lo que siento y permito que esas emociones salgan, sin evadirlas y sin quedarme estancada en ellas”.
Luego de la liberación emocional, viene el momento de cuestionarse sobre la situación actual de la vida de cada persona. El proceso, según la experta, puede ser muy incómodo, pero al analizar las cosas se encontrará la guía de lo que se quiere ser en la vida.
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“A veces el mensaje que viene con el dolor de una pérdida, se vuelve un faro de luz, mostrándote lo que realmente valoras y priorizas en tu vida. Por ejemplo, el fallecimiento de mi hija me llevó a cuestionarme cómo me comportaba como madre, como mujer, como pareja y en ese proceso, la muerte de Elisa terminó convirtiéndome en una mejor mamá para mis otras dos hijas”, cuenta.
Finalmente, el último paso de transformación es hacerse la pregunta: ¿Quién quiero ser en adelante y cómo quiero vivir mi vida? “Es en esa pregunta donde se abren todas las posibilidades de transformación que genera un momento tan difícil e incómodo como un dolor”.
Los dolientes suelen caer en la trampa de querer que la vida sea igual a como era antes de la pérdida, pero la verdad es que la vida nunca vuelve a ser como antes, la vida siempre se transforma.
Un proceso de duelo consciente puede transformar a la persona que lo vive, como lo escribe Silvia Trujillo en su libro: “Reconocerme diferente después de este proceso ha sido parte fundamental en mi renacimiento. Si hubiera seguido creyendo igual, pensando igual y relacionándome igual, no estaría escribiendo estas palabras, no habría iniciado tantos proyectos, no habría podido ser mamá de nuevo”.
Para ella, “renacer tras el duelo no significa que el dolor vaya a dejar de doler o que la tristeza no vuelva, tampoco es una cuestión de valentía o de fortaleza. El renacimiento al duelo surge de la humildad, de la entrega, de saber que hay planes más allá de nosotros. Surge de decidir escoger el amor”.
El proceso que Trujillo vivió lo ha visto también en todas las personas que ha acompañado en sus duelos y, según cuenta, “sigo comprobando que con el dolor cambiamos nuestra vida y cambian nuestras relaciones, y que esos cambios no necesariamente son para mal, sino que pueden ser los nuevos cimientos de una vida con propósito, más consciente o, por lo menos, más propia”.
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