El color de la piel, como lo ha demostrado la ciencia, solo existe en la parte más superficial del cuerpo: la epidermis. Esto representa una diferencia realmente pequeña entre los seres humanos, puesto que perteneciendo a la misma especie (homo sapiens), bajo esa milimétrica capa de piel todo es igual en el cuerpo humano.
De hecho, el color o pigmentación de la piel es una reacción solar que sufren los melanocitos, células de la epidermis (todas las personas tienen la misma cantidad), que se encargan de producir la melanina. Como explica Bill Bryson en ‘El cuerpo humano: una guía para ocupantes’, la melanina es una molécula muy antigua en la naturaleza, “se encuentra en todo el mundo viviente. No solo colorea la piel: también da a las aves el color de sus plumas, a los peces la textura y luminiscencia de sus escamas, y a los calamares la negrura púrpura de su tinta. Incluso está involucrada en el proceso que hace que la fruta se vuelva marrón”.
De modo que si la belleza de la naturaleza está representada en una gama amplísima de formas y colores, los seres humanos, como parte de ese mismo ecosistema, no son menos diversos. Aprender a apreciar estas diferencias es fundamental para establecer relaciones sociales más tolerantes y sanas.
Un inconveniente para lograr este objetivo de igualdad desde las diferencias, como ha descubierto la psicóloga infantil Manuela Molina Cruz, es que la educación que reciben muchos niños en sus hogares, y aún en algunas escuelas primarias, sigue reproduciendo prejuicios y comportamientos racistas, la mayoría de forma inconsciente. Para aportar una solución desde su área de intervención social, esta psicóloga colombiana decidió escribir ‘Nuestra piel arcoíris’, un libro infantil que promueve una discusión inteligente sobre estos comportamientos y aporta herramientas para evitarlos, permitiendo que los niños aprecien y valoren las diferencias a partir del reconocimiento de su propio color de piel y el de los demás, sintiéndose parte de una comunidad diversa e igualitaria.
Manuela Molina Cruz también es magister en psicología clínica y especializada en teoría de juegos, lleva más de seis años trabajando en programas de inteligencia emocional para primera infancia, y brinda acompañamiento a familias y cuidadores desde la plataforma www.mindheart.co. La psicóloga nacida en Manizales, pero educada en Cali, y ahora radicada en Estados Unidos, habla de su primer libro, una obra que también cuenta con las ilustraciones de la caleña Natalia Agudelo González.
¿Cómo surge la necesidad de escribir ‘Nuestra piel arcoíris’?
Desde mi plataforma Mind Heart llevó un tiempo compartiendo sobre psicología infantil a las familias, cuidadores y maestros, enseñando sobre crianza respetuosa y disciplina desde el amor, y dentro de esas temáticas que empecé a tratar con las familias, me di cuenta que todavía se pensaba que el racismo no existe en nuestro país, en Colombia. Hemos crecido pensando que el racismo es solo un comportamiento individual cometido por algunos adultos, no nos damos cuenta que en realidad es un sistema complejo que aparece en todas las esferas de la sociedad, y que además los prejuicios raciales se instauran en el ser humano a partir de los cuatro años. Ya hay segregación racial en los barrios y colegios, entre niños, en los chistes que se comparten y en los juguetes que les regalamos.
Al darme cuenta de esto, y de que en español, sobre todo en Colombia, no existía un libro infantil que pudiera abordar esta temática y que le explicara a los niños que existen diferentes colores de piel, y que nos vemos diferentes, pero que podemos apreciar esa diversidad y a la vez entender que nuestra piel es como un gran arcoíris, y que en esas diferencias radica nuestro valor y belleza, pero a la vez somos seres humanos iguales que merecemos ser tratados con amor y respeto.
Pero mi intención es que el libro sea parte de una estrategia mayor que se articula con la cuenta @nuestrapielarcoiris en Instagram, donde también estamos psicoeducando a las familias para que se den cuenta de todas las formas como los adultos perpetuamos el racismo desde la crianza.
¿Y cuáles son esas formas?
El racismo se enseña sin palabras y sin querer, en los comentarios que hacemos, en los chistes que hacemos entre adultos, incluso en los juguetes. Otro ejemplo es cuando una maestra le dice a un niño o niña que pinte con el color piel, ¿a qué color se refiere? A uno solo y deja por fuera los colores de piel de millones de seres humanos. Esas son pequeñas semillas de racismo que se cultivan desde la infancia, que van configurando esta idea de que solo hay color de piel, y los demás son desviaciones de la norma. Entonces, en mi libro, yo enseño que se pueden brindar herramientas idóneas para combatir estos comportamientos y que los niños comprendan que los diferentes colores de piel responden a una adaptación de la melanina en nuestro organismo que viene desde nuestros ancestros comunes.
En su opinión, ¿qué se puede hacer para lograr la convivencia pacífica en una ciudad diversa como Cali?
Debemos educar a nuestras nuevas generaciones para solucionar conflictos de forma pacífica y asertiva, no con la violencia. En este sentido, ‘Nuestra piel arcoíris’ es una semilla para guiar desde la infancia por el camino de la convivencia, educando para la paz. Si aprendemos desde pequeños a manifestar nuestros deseos y necesidades sin violentar al otro, y desarrollamos la capacidad de escuchar las necesidades del otro sin reprimirlo y sin ignorarlo, avanzaremos un poco en ese objetivo.
Esa es mi propuesta desde una psicología infantil actualizada, que busca criar seres humanos desde la no violencia. Por eso nosotros rechazamos el castigo físico, porque de esta forma las personas pueden crecer empoderadas, respetando su propio cuerpo y el de los demás. Nuestra tarea como adultos es educar ciudadanos para la paz.