“La cultura todavía nos dice a todos que la felicidad se obtiene con el dinero y con todo lo material que podemos adquirir con este. Nos enseñaron que la vida es bidimensional, que nuestra delicidad y desarrollo personal están asociados a la dimensión del dinero y del éxito profesional, o tridimensional, si incluímos a la familia. ¿Pero cuánto tiempo le dedicas al dinero, a tu profesión y cuánto a tu familia?”, pregunta el happy manager Juan Pablo Gaviria, quien en su libro ‘Tu eslabón perdido’ da una fórmula para medir si usted va a ser feliz o no.

Todo, según Gaviria, tiene que ver con las expectativas. La felicidad, dice, “es igual a los resultados que usted obtiene en la vida dividido por las expectativas que tenía de cómo quería que salieran las cosas. Es decir, felicidad es igual a resultados sobre las expectativas”. Dicho como fórmula matemática: “Felicidad = Resultados/Expectativas”.

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Si el resultado de dicha fórmula es menor que 1 hay infelicidad en su vida. Si la expectativa es más grande que el resultado, usted será infeliz. Esto funciona para el amor, para las relaciones interpersonales, para su autoestima, para todo.

De ahí que el autor del libro asegure que la fórmula de la felicidad se trata de evitar subir sus expectativas sobre los posibles resultados. Es decir, si usted baja las expectativas sobre cómo se comportan los demás, no se va a decepcionar.

“Bajar las expectativas no quiere decir apuntar bajo. Apunte a la cima de la montaña pero tenga claro por qué la quiere coronar y qué valores va a usar como vehículo para lograrlo”, explica este conferencista y emprendedor.

De lo que se trata es de amar más el proceso que el resultado, así no dará lugar a que las decepciones lo afecten. “Si le apunta a la cima de la montaña y se cae, se resbala o el camino se pone muy difícil, no se queja y llora sus caídas porque sabe que es parte del aprendizaje y no se da por vencido, pues su propósito es fuerte y entiende el proceso”, agrega Gaviria.

Amar el proceso es estar en el aquí y en el ahora, “los caminos del autoconocimiento y la ecuanimidad lo ayudan a lograrlo. De esa forma será ecuánime con el resultado, sin importar si llega a la cima y se tiene que devolver.

‘Tu Eslabón Perdido. El camino a una vida con propósito’ es el libro de Juan Pablo Gaviria, de editorial Grijalbo en el que se habla sobre cómo ser feliz y no fracasar en el intento.

Cuando se ama el proceso, la expectativa de un resultado desaparece. “Puede pedirle a su pareja que sea más amorosa, pero si no lo es, no va a sufrir. Va a entender que él es diferente y ama a su manera. En últimas todo es correcto en el sendero de aprendizaje continuo que es la vida. La clave es amar más el proceso que el resultado para que la fórmula de la felicidad juegue a su favor siempre”, explica el autor.

La ecuanimidad entra en la fórmula cuando el resultado tiende a ser 1, es decir, donde la expectativa es igual al resultado, porque los evalúa en sus justas proporciones.

El happy manager aconseja cambiar la expectativa por apreciación. Independientemente de si los resultados son buenos o malos, la proporción entre el resultado y el nivel de aprecio por este debe ser igual o mayor.

La felicidad siempre está en sus manos y solo depende de qué tanto valora lo que le pasa.

En la medida en que tenga más apreciación y agradecimiento por el proceso que por el resultado, su felicidad siempre será mayor.

Cuestión de química

La programación subconsciente le manda señales al organismo para que libere neurotransmisores como la dopamina, la serotonina, las endorfinas y la oxitocina, que se encargan de hacernos sentir bien y felices.

Cuando cumplimos una meta se libera la dopamina, asociada con la satisfacción de lograr algo (compras).

Las endorfinas se generan cuando hacemos ejercicio. Ejercitarse ayuda a bajar el estrés y mejorar su estado de ánimo. Sucede también cuando sonreímos, bailamos o cantamos.

La oxitocina es la hormona del amor, se libera cuando besamos a nuestra pareja o abrazamos a nuestra mascota.

La serotonina se libera cuando nos sentimos importantes, cuando tenemos confianza y nuestra autoestima está bien, por eso nos han dicho que el éxito profesional nos traerá felicidad.

No tiene que ver

La felicidad es una decisión de vida de acuerdo con este happy manager. “Es una programación de su cerebro subconsciente que cree lo que le diga, pero al igual que en la travesía de nuestra vida, la felicidad está llena de altibajos. Hay momentos de felicidad, pero también de infelicidad”.

Lo que nos aleja de la felicidad es precisamente aferrarnos a ella y querer que siempre esté o temerle a su ausencia. De lo que se trata es de intentar ser ecuánimes en nuestra vida como un ejercicio consciente de felicidad.

Gaviria era productor de televisión, hizo un día un viaje en moto por Colombia, y halló lo que le impedía ser feliz realmente.

Ni lo que hacemos ni lo que ganamos nos define felices

“La felicidad no tiene que ver con lo que hacemos ni con lo que ganamos. Con cuánto nos amamos a nosotros mismos sí, porque al hacerlo dejamos de compararnos con los demás”.

“En Colombia siempre nos preguntamos por qué durante muchos años salíamos en los estudios como uno de los países más felices del mundo. Creo haber entendido que el colombiano que vive en las áreas rurales no necesita más de lo que tiene, y eso lo hace vivir feliz. Los que vivimos en las ciudades por lo general sí necesitamos más (o creemos necesitarlo)”, dice Juan Pablo Gaviria.

“El ecuánime logra autoevaluarse muy bien, ve las cosas como son, sin emitir juicios de valor, ni ser negativo ni positivo a ultranza; sin pasiones, con justicia e imparcialidad. Simplemente ve las cosas como son. Ser ecuánime es no juzgar si algo es bueno o malo, es solo observar lo que es. Algunos dicen que al ser un maestro en el are de la ecuanimidad se llega al estado de la verdadera felicidad, pues no se generan apegos, es decir, deseos o aversiones frente a cualquier circunstancia; es mirar y sentir sin reaccionar”, agrega.

Si logra desarrollar la atención plena, que es la capacidad de apartarse y observar sus creencias, pensamientos y emociones, podrá reconocer que tiene una opción y puede elegir conscientemente lo que quiere experimentar, no lo que sus creencias subconscientes han elegido para usted.

Los ejercicios de respiración son muy importantes, por cinco o diez minutos intente ser ecuánime con todas las sensaciones que surjan en su interior. Si llega un pensamiento, no se va a sentir mal; si llega un dolor, lo observa y lo acepta, recomienda Gaviria.

El autor da un ejemplo clave sobre las malas pasadas que le juegan a la felicidad las expectativas. Si tienes la expectativa de encontrar a la pareja perfecta y lo busca y le llega un hombre o mujer que no es perfecto, lo descarta por no ser perfecta, pero tal vez era la correcta para enseñarnos alguna lección. Y así seguirá sucediendo hasta que entendamos cuál es y sigamos adelante.

Hay que partir del concepto de que al mundo venimos a aprender y que todo lo que nos sucede es parte de un proceso que nos lleva a conocernos mejor y a recordarnos quiénes somos.