¿Qué caracteriza a un hombre? - Su competitividad.
¿Cómo distinguir a un hombre? -Por su aparato reproductivo, su valor y su fuerza.
¿Cómo debe ser un hombre? - Leal, buen amante, poderoso, caballeroso.
¿Qué debe hacer un hombre? - Proteger, planear.
¿Qué significa ser hombre? -...Llevo media hora tratando de dar una respuesta y, la verdad, no lo sé.
Estas preguntas que poco se hacen por sus difíciles respuestas, fueron contestadas por hombres y mujeres entre los 18 y los 40 años sobre lo que, según ellos, significa y define la masculinidad. Sin embargo, no se puede decir que estas correspondan a una realidad general y mucho menos a verdades absolutas. Lo que refleja es que muchos hombres viven en estrechos límites impuestos por los estereotipos de género que les impiden desarrollar una identidad en libertad, según expertos.
“Siento que los hombres vivimos frustrados. Es por eso que nos esforzamos tanto en demostrar nuestra hombría. Deberíamos expresar mucho más nuestros sentimientos, dejarlos salir; justamente, para evacuar todas las mentiras que nos han enseñado”, dice Juan Fernando, estudiante del curso ‘Mujeres en filosofía: un camino abierto’, de la Universidad Icesi.
Harol Valencia, sociólogo y experto en políticas y prácticas del desarrollo con énfasis en temas de género, utiliza la figura de una caja para comprender el problema: “Existen ciertas características de la masculinidad que están en una caja y quienes cumplen con esos parámetros están dentro de ella, impidiendo flexibilizar la vida de los hombres y permitir que las mujeres ocupen espacios de las cuales han estado excluidas”, expresa Harol, quien entre otras cosas hizo parte de la Subsecretaría de Equidad de Género de la Alcaldía (Casa Matria) durante 3 años.
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Esas propiedades varoniles y de las cuales habla Harol, de acuerdo a uno de los estudios más relevantes al respecto titulado “La Caja de la Masculinidad”, realizado por el Instituto Promundo, se dividen en siete: la rudeza, la heterosexualidad y la homofobia, el distanciamiento de las labores de cuidado, la hipersexualidad, la necesidad de control, el atractivo físico y la autosuficiencia.
La OMS reveló que en América Latina el 77% de los suicidios corresponden a hombres. En Colombia, en el primer trimestre de este año, 708 hombres se quitaron la vida.
Para Luz Imelda Ochoa, ex-secretaria de las mujeres de la gobernación de Antioquia y médica especialista en pediatría y equidad de género, cumplir -o aparentar cumplir- con los anteriores comportamientos ha creado hombres infelices: “Tengo claridad del sufrimiento de los hombres bajo el modelo machista. De la infelicidad que supone para los hombres que no caben dentro del esquema, pues les produce una carga infinita, ya que deben ser fuertes, violentos, infieles, proveedores y sostener a su familia porque si no se sienten mal”, afirma.
“Nunca tuve una novia en el colegio y eso fue una constante presión todo el bachillerato. Lo mismo que iniciar una vida sexual a una pronta edad, cosa que tampoco hice”, recuerda Nicolás, estudiante de Ciencias Sociales de la Universidad del Valle.
Cuenta, además, que existe una presión social para que un hombre demuestre muy pronto qué tanto lo es. Muchos hombres desde jóvenes se ven a diario obligados a probar su virilidad, su racionalidad, su fortaleza física y emocional, pues, de lo contrario, como lo exponen Juan Fernando y Nicolás, su masculinidad puede ser puesta en duda, e incluso, ser ridiculizados.
Laura Gutiérrez, abogada, feminista y quien ha trabajado por más de 5 años en temas relacionados al género, explica que: “Deben probar que son hombres y al mismo tiempo probar que no tienen nada similar a lo femenino. Es una competencia constante entre ellos para ver quién es más varón donde todo está dependiendo de lo que convencionalmente da significado de hombre”.
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La dañina autosuficiencia
Dado que los hombres ya llevan un trayecto construyéndose en la idea de masculinidad tradicional a lo largo de sus vidas, cuando llegan a la adultez, deben ser capaces de realizar todas sus tareas solos sin solicitar ayuda, ser los que más saben, proveer en su entorno, producir dinero, todo sin quejarse y cumpliéndolo con un alto nivel de éxito.
Para Harol Valencia, esto corresponde a una de las características impuestas que es la autosuficiencia. “Es la capacidad de resolver todo solos. Los hombres no comunican sus emociones con facilidad, no buscan ayuda cuando tienen algún tipo de enfermedad. Sobre todo, cuando son temas de carácter emocional o psicológico. ¿Por qué? porque representa debilidad”.
Detrás de todo esto se esconde la soledad. En la masculinidad tradicional hablar de los sentimientos no es un factor viril ni apropiado para demostrar la fuerza y autosuficiencia, es decir que las amistades de los hombres no están vinculadas por la comprensión, el apoyo y la honestidad, como sí se le fomenta a las mujeres.
“Los hombres todo el tiempo nos estamos retando entre nosotros. Lo podemos ver en representaciones simbólicas, como la ropa, el carro y el poder de la razón. La burla es otra manera de retarnos y de medirnos, quién tenga esa habilidad de sacar chistes también tiene un poder sobre otros hombres”, cuenta Harol.
De ahí que los hombres ejerzan una autoexclusión cuando no pertenecen, puesto que se sienten asfixiados por la caja de la masculinidad y se adentran en la profunda soledad, pues es más fácil que intentar cumplir con las constantes expectativas, pero se ven frente a frente con la depresión e insatisfacción.
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Hipersexualidad y amor romántico
En la juventud aparece la sexualidad y el ‘amor romántico’ y esta es la mayor prueba que separa a los hombres de las mujeres, pues frente a las expectativas de otros hombres aquel que no disfrute del sexo o quiera tenerlo rápidamente será débil, y bajo las de las mujeres la anticuada idea de caballerismo impera.
“En la sociedad patriarcal se considera que para un hombre su expresión de la sexualidad está desligada de su espiritualidad, de su ética, de sus principios. Un hombre que tiene relaciones sexuales con distintas mujeres es bien visto, tiene prestigio. Eso conlleva a que lleven una sexualidad disociada de su afectividad, de su emocionalidad”, enfatiza Vilma.
Por otro, lado, Laura relaciona que las novelas y las películas ayudan a crear este ideal del amor que no es real dentro del cual el hombre, hipersexualizado, nace con un conocimiento previo del sexo y nunca se demuestra la comunicación o la educación sexual, el placer se obvia por completo y el imaginario del caballerismo se refuerza como un determinante de la ‘hombría’.
Para Harol “La caballerosidad reafirma el lugar de poder de los hombres en cuanto a poder económico. También, reproduce la cuestión de la fragilidad de las mujeres. Entonces el hombre protector responde a esa fragilidad. Y no tienes que estar ante una mujer para hacer un ejercicio de servicio”.
El mito del hombre verraco que es capaz de todo hace que algunos hombres prefieran contener dolores y preocupaciones, según explica el sociólogo Harol Valencia.
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Los desafíos de la educación
Según Vilma Penagos, la edad más exigente que lleva a esta construcción de la masculinidad hegemónica es en la primera infancia, pues es ahí cuando los hombres empiezan a forjar el carácter, la personalidad y los valores.
Por eso, uno de los desafíos es que esos rasgos puedan desarrollarse sin la coacción que ejerce la caja masculina.
“Los papás, junto con todos los cuidadores de primera infancia deberían ser incorporados a programas de cambio de modelos de pensamiento, pues no es fácil quitar 200 mil años que llevamos en los genes y en el cerebro”, asegura Luz Imelda Ochoa, quién creó el proceso pediátrico ‘bioneurocrianza’, un camino educativo que apunta a que los niños no nazcan en medio de la diferencia, sino que tengan la oportunidad de trascender su género y ver al otro como su igual.
Una de las claves para que los niños vivan un libre desarrollo pasa por no coartar sus expresiones, evitando fijarse en si son expresiones fuertes y en especial, si denotan fragilidad: “Muchos niños en la infancia se les deprime; ‘no llore’, ‘parece una nena’. Hay que dar libertad en esas cosas y en la toma de decisiones. Eso sería importante para construir seres más libres”, comenta Vilma Penagos.
Asimismo, desbaratar los roles de los colores y los juguetes que se les asocia, algo que para Luz Imelda Ochoa se puede hacer progresivamente, cuestionando la publicidad que les llega. “Hay un mercado que contamina a los niños de juguetes que no lo hemos podido erradicar, por lo que tenemos que intervenir esto para que no sigan replicando modelos de separación y discriminación”, comenta.
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Para los especialistas es bueno que las familias reciban enseñanzas profesionales que les permitan desmontar la formación tradicional de sus hijos en la niñez.
Por otro lado, promover el acercamiento de los niños al arte puede ser un buen aliado para flexibilizar sus masculinidades y, de este modo, propiciar el descubrimiento de sus habilidades. Aproximar a los niños y niñas a la diversidad del deporte, la literatura, la poesía, las artes plásticas y la expresión dramática hará hombres más sensibles y críticos, esa es una de las principales ideas de Vilma.
“El sistema educativo formal debe motivar que los niños se preocupen por las artes y las exploren; que las niñas se apropien de otros espacios, como las canchas de fútbol”, agrega Vilma.
Masculinidades no violentas
En un mundo justo y equitativo, no sólo es trabajo de las mujeres establecer quiénes son y cómo quieren ser vistas, sino también del significado de los hombres a través del cual podrán comprender su capacidad de decisión y el gran aporte que pueden hacer a una sociedad que les obstaculiza de manera inconsciente su libertad y a su vez perjudica la de las mujeres.
Harol recomienda llamar a este nuevo concepto del hombre “masculinidades equitativas o no violentas” puesto que con responsabilidad dejan de reproducir las características convencionales, ya que así no se reconozcan como hombres machistas, hay un largo tramo para desvincularse de sus privilegios y transformar sus acciones.
Por esta razón, desprenderse de estas imposiciones del machismo debe lograrse con la construcción del ser como lo plantea Laura: “Cada hombre debería poder definir para él qué es un hombre de verdad sin tener estas normas tan restringidas”.
Tan pronto como lo logre, el hombre se percibirá a sí mismo con una nueva mirada y podrá cuestionarse su rol en la construcción de la sociedad equitativa.
“Los hombres deben tomar conciencia de que no son infalibles. En la medida en que acepten sus fragilidades, que a veces tienen deseos de llorar o que no saben resolver un problema, se liberan de esa impostura patriarcal”, concluye Vilma Penagos.
Solo así verán que la llave de la caja es su decisión y el secreto para abrirla empieza con desaprender, abrir los ojos y trabajar con los otros. Entonces, cuando les pregunten ¿qué significa ser un hombre? no dudarán tanto en responder, porque un hombre será quien trabaja en su camino para encontrar la autenticidad y la libertad.