La Novena de Navidad, o Novena de Aguinaldos, se acerca a su solemne final y llega al día 8 de oración este 23 de diciembre, un día antes de la Nochebuena. La novena es una costumbre católica típica de Colombia, Ecuador y algunas zonas de Venezuela que se le atribuye al fraile Fernando de Jesús Larrea, quien vivió entre 1700 y 1733. Siga aquí el paso a paso del día 8 de la novena de aguinaldos tradicional:
Orden del día: ¿cómo se reza la novena?
1. Villancico 2. Bendición inicial 3. Oración para todos los días 4. Reflexión del día 5. Oración a la Virgen María 6. Oración a San José 7. Gozos 8. Oración al Niño Jesús 10. Bendición final 10. Villancico
Villancico
Bendición inicial
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, amén.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. Se reza tres veces: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Reflexión del día 8
Palabra Del Evangelio de san Lucas 2, 14-16 «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad». Y sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Palabra del Señor. Reflexión En la Exhortación Apostólica sobre el Amor en la Familia n.188 se nos dice: A nadie le hace bien perder la conciencia de ser hijo. En cada persona, «incluso cuando se llega a la edad de adulto o anciano, también si se convierte en padre, si ocupa un sitio de responsabilidad, por debajo de todo esto permanece la identidad de hijo. Todos somos hijos. Y esto nos reconduce siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros mismos sino que la hemos recibido. Si Jesús se hizo Hijo para compartir en todo nuestra humanidad, hoy debemos pensar cómo imitamos a aquel que, siendo Dios verdadero supo ser Hijo en un hogar apacible, laborioso, orante y lleno de amor. Que nunca perdamos la alegría de ser hijos, que nunca escuchemos que por olvidar ser hijos, tantos derraman torrentes de lágrimas cuando ya no están los que debieron amar y cuidar con el más grande amor. Oración Dios vivo y verdadero: te rogamos que grabes con el fuego de tu Espíritu en el corazón de tu pueblo el mandamiento que nos pide amar a quienes nos dieron la vida. Si Jesús siendo hijo honró con amor a María y José, también nosotros encontremos en nuestros progenitores a quién amar con devoción y con misericordia. Amén. Vida Que estos días de familia orante, de pueblo en espera nos permitan ser: Hijos que aman con amor sincero. Padres que se ganan, con su testimonio de vida ejemplar, el corazón de su descendencia.
El día 8 de la Novena de Aguinaldos es el penúltimo día de oración antes de la llegada del Niño Dios.
Oración a la Virgen María
Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo. ¡Oh dulcísima Madre!, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tú para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. Se reza tres veces: Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.
Oración a San José
¡Oh Santísimo José!, esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén. Se reza: Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal, amén. Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Gozos
¡Dulce Jesús mío, mi Niño adorado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto! 1. ¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven, ven ven, ven a nuestras almas Jesús, ven ven, ven ven! ¡Ven a nuestras almas, Jesús, ven ven a nuestras almas! ¡No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven ven! ¡Ven ven! 2. ¡Oh, Adonai potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!, ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte brazo! ¡Dulce Jesús mío...! 3. ¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo! ¡Ven, ven ven...! 4. ¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Dulce Jesús mío...! 5. ¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios! ¡Ven, ven ven...! 6. ¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo! ¡Dulce Jesús mío...!
7. Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño.! ¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven, ven ven...! 8. ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado luce, hermosa estrella, brota, flor del campo! ¡Dulce Jesús mío...! 9. ¡Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven, ven ven...! 10. ¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Dulce Jesús mío...! 11. ¡Véanse mis ojos, de ti enamorados bese ya tus plantas, bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto! ¡Ven, ven ven...! 12. ¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos; ¡Ven a nuestras almas! ¡ven, no tardes tanto ¡Dulce Jesús mío...!
Oración al Niño Dios
Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado”. Llenos de confianza en Ti, ¡oh Jesús, que eres la misma verdad!, venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén. Se reza tres veces: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Bendición final
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, amén.