Por L. C. Bermeo Gamboa, reportero de El País

Hace 17 años, Ángel Lebrón decidió quedarse para siempre en Cali. El amor por una mujer y la ciudad más salsera del planeta, lo convencieron. En la actualidad tienes dos familias caleñas, una con su esposa y otra con su orquesta, con la que ha grabado nuevos temas de Los Hermanos Lebrón como “Me voy de viaje” y, el más reciente sencillo, “Vamos a intentar”, disponibles en YouTube.

Para la versión 66 de la Feria de Cali, el compositor de “Diez lágrimas” y “Sin negro no hay guaguancó”, entre otros clásicos de Los Lebrón, preparó con su orquesta un concierto de antología para este viernes, 29 de diciembre, a las 7:00 p.m. en el Teatro Jorge Isaacs.

Se trata de ‘Los Hermanos Lebrón, entre amigos y cuerdas’, una noche en la que los mejores éxitos de la legendaria orquesta de origen puertorriqueño y formada en Nueva York, serán interpretados no solo por Ángel Lebrón, también por invitados como Tony Vega, Pedro Brull, Pedro Arroyo y Cheo Andújar, grandes voces salseras que rendirán homenaje a Los Lebrón. A esto se suma, que un conjunto de cuerdas aportará los arreglos sinfónicos a las canciones, haciendo de cada canción una pieza musical memorable.

A sus 74 años, Ángel Lebrón habla de la filosofía detrás de cada canción suya y su vida en Cali.

“La salsa es lo mejor que hay y no se ha caído, artistas como Gilberto Santa Rosa, Víctor Manuel, Grupo Niche, Rubén Blades, los que todavía estamos, los pocos que seguimos estamos aguantando la salsa para el público que viene”. Ángel Lebrón. | Foto: El País
—¿Por qué decidió convocar otras voces para interpretar sus canciones?

Nosotros estamos haciendo algo especial para el público caleño, sabemos que gustan mucho de las canciones viejas, por eso vamos a lo seguro, pero se lo vamos a ofrecer diferente, será un concierto especial. Primero porque lo vamos a hacer en formato sinfónico, vamos a tener acompañamiento de violines, violas, cellos, tendremos una orquesta grande para esa noche, algo que no se hace de todos los días. Entonces invitamos a Pedro Brull, Tony Vega, Pedro Arroyo y Cheo Andújar, porque ellos son amigos de Los Lebrón y siempre han admirado nuestra música, por eso van a cantar varias canciones como un tributo. Incluso, Pedro Brull grabó hace tiempo una versión de “La temperatura”, una canción de Los Lebrón que le gusta mucho, y en esa versión nosotros hicimos los coros. De igual forma estarán los cantantes de mi orquesta como son Orlando Hurtado, Gustavo Cardona y yo.

Será algo diferente y especial. También participará mi hijo de nueve años, quien estará tocando el piano en una de las canciones.

—¿Cómo estará conformada la orquesta salsera junto al conjunto sinfónico?

No podemos tener toda la sinfónica, porque son muchos músicos y no cabemos en el escenario. Pero vamos a tener 8 violines, 3 violas, 2 cellos, entre otros instrumentos, serán aproximadamente 35 músicos en escena, sumando cuerdas sinfónicas y orquesta de salsa. En ese sentido, tuvimos que limitarnos al escenario.

—¿Cuál es el encanto de llevar la música de Los Lebrón al formato sinfónico?

Es algo muy bonito. Los artistas que hacen esto, como Bobby Cruz y Richie Ray, o ahora Niche, logran algo muy especial poniendo a la salsa en otro nivel, más arriba. Cuando uno habla de una sinfónica así sea pequeña o grande, junto a una orquesta de salsa, estamos hablando de fusionar música salsa con música clásica, y eso tiene resultados maravillosos.

—¿Considera su música como una filosofía de la vida?

En mi caso, que he compuesto 72 canciones de Los Lebrón, siempre trato escribir de la vida, como en “Diez lágrimas”, “Pena y dolor”, o “Sin negro no hay guaguancó” y “Esposa y una querida”. A mí me gusta hablar de las cosas que le pasan a la gente, que me pasan a mí, por eso yo creo que cuando nos vayamos para el cielo, o lo que sea morirse, la música de nosotros sonará para siempre.

He mantenido esa esencia en mis nuevas canciones, como en “Me voy de viaje”, que lanzamos el año pasado. Allí cuento la historia de un extranjero, un hombre que se va de su país a otro para prosperar, y lo que sucede, como a muchas personas, es que queda solo y pierde a su familia. Esto también ha pasado con mujeres, que se van a hacer una vida al extranjero para ayudar a su familia y pierden a los esposos. Yo escribo canciones así, canciones que hacen a la gente llorar y pensar, y también le traen un poco de alegría, como en “Sin negro no hay guaguancó”.

—¿Qué lo motivó a escribir “Diez lágrimas”?

Esa canción la escribí por mi padre y mi madre, que fueron mis amigos toda la vida. Por esa época yo los vi sufriendo mucho y entendí que la vida es difícil, pero que siempre hay que agradecer tener el amor de los padres, o de los seres queridos que tienes a tu lado, aquellos que siempre están dándote buenos consejos. Y mucha gente pasa por esta situación.

—¿Cómo fue la transición musical de Los Hermanos Lebrón en sus inicios? ¿Por qué pasaron de ser un grupo de rhythm and blues a una orquesta de salsa? ¿Su música conserva algo de ese género afroamericano?

Nosotros empezamos cantando música R&B, que era la música americana del momento. Ya habíamos empezado a grabar en este género y pegamos en Nueva York, pero luego salió el boogaloo y nosotros descubrimos que nos resultaba fácil de hacer, porque tocando música americana como hacíamos y mezclándola con la energía de la música latina teníamos algo muy original, así que empezamos a componer en inglés pasando del rhythm and blues a la salsa, y agregando elementos del jazz. Para nosotros eso fue muy natural porque nos criamos en Nueva York y todo esto estaba en el ambiente cultural.

“Tenemos fanáticos de 8 y 10 años, 15 a 25 años. Los niños y los jóvenes cantan las canciones de Los Lebrón, hacen los coros con nosotros, disfrutan y lloran con nosotros, ese es el público de ahora, y lo vemos adonde quiera que vamos, eso es mundial”. Ángel Lebrón. | Foto: El País
—¿Cómo fue la relación de Los Lebrón con La Fania?

Fue una cosa así. La disquera Cotique que nos descubrió a nosotros, vendieron la orquesta a La Fania, y estuvimos por más de 20 años con ellos, pero la relación nunca fue buena, porque había mucho racismo ahí, y muchas amistades entre músicos que eran panas, como una rosca. La relación no fue tan buena, pero en última fue bueno, porque aún después de 56 años, aunque no fuimos los privilegiados, seguimos siendo reconocidos. Pero soy una persona que no deseo lo que Dios le dio a otros, si es bueno que se lo gocen todos, no quiero que haya alguien que nos respete porque somos Fania o tenemos amigos con poder, nuestra música es honesta y si así le gusta a la gente me siento complacido, y si no les gusta que Dios los bendiga y ya.

—¿Qué tan difícil es componer una canción nueva que iguale a los clásicos de Los Lebrón?

Yo escribo canciones por cosas que estoy viviendo, sufriendo y disfrutando, que llevan mensajes y lo hago con música salsa, pero salsa de la dura que le gusta a la gente siempre. Yo no escribo pensando en los años atrás, yo miro siempre pa’lante. Ahora mismo tengo muchas canciones que voy a grabar, las estoy sacando cada seis u ocho meses en YouTube, porque como ya los CD’s no se venden, entonces así la gente las puede disfrutar y, en últimas, son ellos, el público, los que hacen un éxito, no el artista. El público deciden si esta canción es buena o no, ellos mismos nos guían a nosotros los artistas, a mí me guían por dónde ir, si por salsa dura, rápida o suave, si lo que quieren es un son montuno o una guajira o un chachachá.

—¿Por qué se quedó en Cali?

Yo venía mucho a Cali y aquí conocí a mi esposa, hace 17 años, y bueno, nos enamoramos y casamos. Tenemos tres hijos que son caleños, americanos y puertorriqueños. Pero mi primer amor fue con Cali, la capital de la salsa, donde el público se sabe mejor las canciones que los propios artistas. Me enamoré de la ciudad y luego de una caleña.