Son 104 años los que cumplió, este 2023, el barrio con más ritmo de Cali, el Obrero, donde sus primeros habitantes obtenían sus ingresos de trillar café, fabricar cigarros y telas o laborar en la construcción, alfarería, ebanistería, mecánica y zapatería. De ahí su nombre.
Hoy en día, allí, alrededor del Parque Eloy Alfaro, ubicado entre las calles 10 y 11 con carreras 22A y 23, se preserva la rumba de antaño, la de los antes llamados aguae’lulos, gracias a templos que conservan la memoria salsera del caleño y defienden la identidad del Obrero: La Matraca, el Chorrito Antillano, La Nelly Teka y el Museo de la Salsa.
El Museo de la Salsa tiene 55 años. Su director, Carlos Molina, cuenta que su padre, fotógrafo de orquestas y coleccionista, don Carlos, “viene documentando toda la historia de esta música y de las orquestas que venían a la ciudad desde el año 68 hasta la actualidad”.
Es un sitio al que se ingresa bailando —porque recibe al visitante con música—, y mirando hacia todos los lados, porque está forrado de afiches, fotografías y objetos donados por los salseros del mundo. Hay un vestido rosa de la Guarachera de Cuba, Celia Cruz; un bajo de Luis Felipe González, trajes de la bailarina Viviana Vargas y del abanderado de la Feria de Cali Miguel Posso, entre otros. Además, hay que afinar el oído para escuchar a los que saben. Molina explica: “La salsa no es un ritmo, es el compendio, la mezcla de muchos sonidos que han ido evolucionando a través de los años en el Caribe y las Antillas, y en Cali involucramos el Pacífico colombiano”.
Diagonal al Museo de la Salsa queda Melassa Club, de Julián ‘Melassa’, quien es vendedor de música hace 20 años, y es testigo de que la juventud está cada vez más interesada en la salsa tradicional, y les habla sobre los extintos LP’s, esos de 4 canciones por cada lado, y de 78, 45 y 33 revoluciones por minuto, mientras una joya musical gira en el tocadiscos. Allí el visitante puede disfrutar de un chontaborojó, a la vez que selecciona una joya musical. Este sitio está abierto de lunes a sábado, de 9:00 a.m. a 7:30 p.m., en jornada continua. Y ni qué hablar de Pa’Borojol, un espacio donde los amantes de salsa tienen música en vivo, y pueden programar sus éxitos más valorados.
Otro infaltable es El Chorrito Antillano. Nació hace 52 años en la Zona de Tolerancia, en la Octava, que era la de la rumba en los años 60 y 70, como cuenta Diego Fernando Giraldo: “Mi papá, Miguel Ángel Giraldo, fue discómano y luego cogió el ‘maneo’, andaba con los longplays debajo del brazo repartiendo la música a las discotecas, y hace 15 años inició El Chorrito Antillano, un sueño que empezó en un solo salón. Como él era muy conocido por los melómanos, empezaron a visitarlo. Y en la Calle 11, que es un espacio lleno de zapateros con sus negocios, los lunes no trabajan y empezaron a venir acá y se volvió un voz a voz, a tal punto que no hay caleño que no conozca este sitio”.
Quien llega a Melassa Club se topa con pinturas -que parecen fotografías- de Compay Segundo, Richie Ray, Toña La Negra y Willie Rosario, de un artista paisa. Y se encuentra recuerdos de la rumba, de los aguae’lulos, la música que se escucha aquí no se oye en ningún otro lado. “Programamos boleros, guarachas, música que se había perdido y aquí la hemos recuperado, gracias a gente de la vieja guardia que viene y disfruta, y los jóvenes se están contagiando de ese gusto”, dice Diego.
El sábado, cuenta él, es el día del Golazo, se permite la entrada de licor y que la gente programe; el domingo es de Viejoteca y el lunes es tradicional. La hora de ingreso es a las 3:00 p.m., la de salida... no se sabe.
Diego Fernando habla con mucho orgullo del proyecto de la Ruta de la Salsa del Obrero, “va por buen camino, gracias a la Secretaría de Turismo hemos avanzado como negocio y como marca, la expectativa es seguir con todo lo programado y que todo se haga realidad”.
Pero si hay un sitio que respeten los bailadores y bailarines ese es La Matraca, catedral del baile que cumplió en octubre pasado 59 años. A esa esquina del barrio Obrero llegaron doña Aura Tulia Restrepo de Parra con su hijo Clímaco, provenientes de Manizales, y compraron una tienda de abarrotes.
Mientras llegaba la gente a comprar los productos, él, quien era coleccionista de longplays, desde las 6:00 a.m., la deleitaba poniendo tangos y boleros en un equipo que no sonaba muy bien, de ahí que los mismos clientes bautizaran el lugar como La Matraca.
El hijo menor de Aura Tulia, Jaime Parra, tenía 9 años cuando Clímaco murió a los 56 años. Jaime conservó su legado y convirtió la tienda de abarrotes en el gran salón de baile que es hoy.
El propietario tiene a su haber 14000 LPs, hay salsas, tangos, boleros, ritmos variados, incluyendo música andina y de antaño.
La Matraca es un sitio obligado en la Ruta de la Salsa del Obrero, dice Leyda Santa, esposa y cómplice de Jaime. “Hoy tendremos la Gran Noche Cubana con un show de salsa con la campeona mundial del género, Michelle Lozada, acompañada del campeón nacional de tango, Juan David Vargas. El 29 será la Milonga de Fin de Mes con los campeones mundiales de tango 2006, quienes son caleños. Y el sábado es la Despedida de Fin de Año. Abrimos desde las 6:00 p.m.”
El remate de Feria de Cali es en la Cra. 10 con Calle 22 # 21-69, en la Nelly Teka, que inició en 1985 cuando María Nelly Parra llegó desde Pitalito, Huila, en busca de un mejor futuro para ella y su hija y montó una tienda en donde se escuchaba la voz de Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas. Con el pasar del tiempo, aterrizaron allí los rumberos de Juanchito, y el sonido del guaguancó, el bolero y la salsa ‘golpe’ atraparon a Nelly; vendió su tienda y montó una cafetería, en la que servían desayunos desde las 6:00 de la mañana y almuerzos por encargo. Allí llegaban los comensales a seguir la fiesta y empezaron a pedir música y pista para bailar, hasta el sol de hoy...
En datos
El barrio Obrero fue fundado el 20 de junio de 1818. De sus calles surgieron desde grandes bailarines como Édgar Fajardo, el ‘Cachafaz’, o Carlos Valencia; escritores como Umberto Valverde y Jotamario Arbeláez; uno de los más importantes productores musicales y coleccionistas de salsa del país, Humberto Corredor, y jugadores de fútbol como ‘Shinola’ Aragón y Hernán Escobar, el padre de Álex.
“El Obrero es un espacio cultural asociado a la tradición musical y dancística de la salsa caleña, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. Estas acciones nos permitieron seguir trabajando por la transformación del barrio, impulsando su oferta turística y fomentando el desarrollo económico y social del territorio, consolidando productos de interés internacional que se alinean al modelo de Destino Turístico Inteligente”, aseguró Stefanía Doglioni Vélez, secretaria de Turismo de Cali, quien ha impulsado durante su administración este gran proyecto de recuperación del barrio.