Anacaona
india de raza cautiva,
Anacaona
de la región primitiva...

Este es uno de los coros más sonados, cantados y bailados en la historia de la salsa, la voz festiva del Cheo y la pluma melódica del Tite le dieron nuevamente vida pero ya con tintes de eternidad a una de la primeras heroínas de nuestra América.

Y si, solo hace falta decir Cheo y Tite para saber que se tratan de una de las voces más importantes de la salsa, José ‘Cheo’ Feliciano, y uno de los compositores que más letras aportó al movimiento salsero, Catalino ‘Tite’ Curet Alonso; así es la salsa, no hacen falta apellidos, a los amigos se los llama solo por el nombre.


En el concierto del Cheetah, New York, del 26 de agosto de 1971 que da origen al boom de la salsa, y que fue llevado al cine en el documental ‘Our Latin Thing’, ‘Anacaona’ fue uno de los temas que hizo parte de la banda sonora. El más bailable, y el único de este mítico concierto que sigue sonando en las emisoras de radio y en las fiestas de casa.

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A los melómanos más avanzados les emociona el momento en que Ismael Miranda, Adalberto Santiago y Cheo Feliciano empiezan a modular para la grabación del disco el coro que todos hemos gritado alguna vez en la vida, “Anacaona, areito de Anacaona”.

‘Anacaona’ está solo en el santoral salsero, pero su vida y milagros son más reales que las vírgenes que adornan la América Latina y su historia trasciende más allá de los versos que El Tite Curet escribió en un solo día para el primer álbum del Cheo Feliciano como solista llamado simplemente ‘Cheo’, donde además, el compositor incluye otros cinco temas de su autoría.

Para 1971, año en que fue prensado el álbum para el sello VAYA RECORDS, subsidiario de FANIA, Catalino Curet Alonso no conocía la historia de la princesa haitiana que luchó contra los españoles en los primeros años del descubrimiento de América; el sonoro nombre de Anacaona lo tomó el Tite de la Orquesta cubana Anacaona, fundada en el año 1932 en la ciudad de La Habana y que estaba formada por nueve hermanas.

Anacaona, cuyo nombre en lengua taina significa ‘Flor de Oro’, era una princesa haitiana de raza taina quien nació en el año 1474 en la Isla Bohío, como le decían entonces sus primeros habitantes, que a la llegada de Colón fue bautizada como La Española y que posteriormente se dividiría en dos estados: República Dominicana y Haití.

A la muerte de su hermano Bohechío, Anacaona asumiría como caciqueca, gobernando el Cacicazgo de Jaragua. Como el Tite Curet, la cacica Anacaona tenía un talento natural para la poesía, las cuales cantaba en los areitos, que eran esas danzas y cantos con que celebraban los indios tainos sus festividades y ritos religiosos, antes que los cantos evangelizadores se tomarán América. Anacaona se casaría con Caonabo y tendría una única hija llamada Higüemota.

Una investigación que hace parte del proyecto Nexus 1492, concluyó que los habitantes de Puerto Rico tienen en su 10 a 15% del genoma un ADN taíno, que rememora a sus ancestros indígenas.

Anacaona recibe a Cristobal Colón en su primer viaje en la Navidad de 1492 cuando pisa tierras de la isla de La Española, ahora Haití, y sintió mucha admiración por los nuevos conocimientos que traían estas personas extrañamente ataviadas y de hablar singular; admiración que no duró mucho, debido a los abusos cometidos por los españoles con las mujeres nativas donde ellos habían construido su asentamiento con los restos de la nave La Santa María, que había encallado en un banco de arena el 25 de diciembre; a este fuerte lo llamaron Villa Navidad, convirtiéndose en la primera construcción de los españoles en América.

Anacaona, con su angustiado corazón, sentía con mucho dolor los abusos cometidos por los recién llegados. Convenció a su esposo Caonabo de que se debía destruir el asentamiento donde estaban afincados; a su regreso en noviembre de 1493, Cristobal Colón encontró el fuerte Villa Navidad destruido y a sus más de 40 moradores asesinados. Se convertiría así Anacaona en la primera feminista activa de América.

Catalino Tite Curet al momento de concebir a Anacaona ignoraba que los versos sencillos que había escrito en forma de canción, reflejaban de alguna forma la vida de la princesa taina que luchó contra el yugo español. Fue años después cuando visita a una sacerdotisa que conoce la historia de la cacica de Jaragua; queda el Tite Curet totalmente impresionado con el hecho de que las letras que él había escrito años antes fueran ten cercanas a la vida de la Flor de Oro. La Sacerdotisa le manifestó al compositor que fueron los ancestros tainos los que inspiraron su pluma en cada verso.

La india salvó a Cheo

José Luis Ángel Jacinto Feliciano Vega, Cheo Feliciano, había tenido una carrera fulgurante con la banda de Joe Cuba, con quien grabaría 17 álbumes, dejando grandes éxitos como ‘A las seis’, ‘Cachondea’ y ‘El ratón. Cheo sale de la banda en 1965, grabando posteriormente para bandas reconocidas del ambiente salsero que se estaba gestando en New York: Frank Machito Grillo, Tito Puente y Eddie Palmieri entre otros, tuvieron el acompañamiento de la fantástica voz de Cheo.

Su exitosa vida lo arrastró al oscuro mundo de la drogadicción, “Yo estaba convertido en un obrero de la música, únicamente deseaba que terminara el baile para ir a drogarme, en algunas ocasiones dejaba los bailes para hacerlo, me había vuelto un irresponsable”, contaría Cheo sobre esa triste etapa de su vida. Voluntariamente se traslada a Puerto Rico e ingresa a los Hogares Crea, un centro de rehabilitación de drogadictos donde pasa tres años, alejado de la música y reorganizando su vida.

Y casi 500 años después de su nacimiento, Anacaona con sus areitos transcritos por el Tite Curet, seguramente en un trance espiritual con las divinidades tainas, se encarga de resucitar a Cheo Feliciano, quien había puesto todo su empeño en el primer álbum que lanzaba después de su paso por los Hogares Crea. Si el elepé no era bien recibido por el mundo salsero, Cheo quizás buscaría nuevamente refugio en el oscuro mundo de las drogas, su futuro dependía de los surcos prensados en el vinilo que fue lanzado en 1971 antes del mítico concierto de las Estrellas de Fania en el Cheetah.

El milagro sucede, y Anacaona se convierte en uno de los más grandes éxitos de la salsa, uno de los discos mas reconocidos del ambiente latino, bailado sin excepción todos los fines de semana en algún lugar del barrio, con el pregón a grito herido.

Anacaona, como todo lo maravilloso, es una canción de versos sencillos, que se aprenden en una sola bailada, y con pregones llenos de sentimiento en la maravillosa voz del Cheo Feliciano, acompañados por un fantástico solo de piano de Larry Harlow, que después de los repiques de timbal de Orestes Vilató, siguen con un melódico solo de vibráfono de Louie Ramírez, finalizando con los últimos pregones del Cheo a la princesa de la región primitiva, “Anacaona areito de Anacaona, y recordando, recordando lo que pasó la tribu, la tribu ya se enfogona”.

Anacaona, la india de raza cautiva, un par años después de cobrar la afrenta por el maltrato a las mujeres de su pueblo, fue emboscada por más de 300 hombres al comando del gobernador de la Isla la Española  Nicolás de Ovando, logra escapar con su hija y su sobrino.

Pero después de una intensa búsqueda fue capturada y condenada a la horca en el año de 1503. “India que muere llorando,  muere pero no perdona, no perdona no, su libertad nunca llegó”.

Gracias a ese gran contador de historias que fue Catalino Tite Curet Alonso y a la magistral voz del Cheo Feliciano que vuelve bailable la vida de una guerrera es que llevamos todos en nuestros corazones a Anacaona, que según “la historia lo cuenta dicen que fue a la cañona Anacaona”.