“Yo soy amigo del tiempo, de la tierra, del mar y del cielo.
Yo soy la vida más cuando quiero, la muerte soy.
Yo soy el viento, mi madre son las estrellas y mi padre el infinito.
No sé dónde iré a parar, el futuro es mi destino, yo soy el viento”...

“Yo vivo en la naturaleza, aunque verme nadie pueda...
Con mis obras reconocen, vivir sin mí es imposible.
Que tontos son los humanos, pues teniéndome con ellos.
De mínunca aprenden nada si yo soy un gran ejemplo
Yo soy el viento”.


Muchas temáticas han sido abordadas por la salsa y el canto caribe, una de ellas es la sonoridad del corte social ligado en algunas ocasiones a la desgracia y en otros escenarios, no menos importantes, al optimismo y la esperanza. Cali, ciudad portadora de una memoria discográfica incalculable y alimentada por las vivencias que han identificado al salsero caleño durante décadas, también adoptó dichas sonoridades para convertirlas en canciones icónicas que representan sus experiencias, su sentir y su cotidianidad en los barrios populares.

Iniciando la década de los ochenta, la agrupación merenguera Los Hijos del Rey, banda que se había gestado hacia la mitad de los setentas en República Dominicana, lanzaría al mercado su quinta producción. Esta vez dentro del repertorio del LP se incluirían dos números salseros de corte social que se quedarían grabados en la memoria discográfica de los melómanos y rumberos de Cali.

Las dos canciones de corte social, el segundo número del lado A titulado ‘Puchula’, canción narrativa sobre la lucha y la desigualdad social del hombre trabajador en situación de pobreza y el otro, que nos ocupa en el día de hoy, el segundo número del lado B del LP, un soberbio tema titulado ‘El viento’, éxito en las rumbas y en las esquinas de los barrios populares de esta Cali Caribe y sonado incansablemente en las salsotecas. Esta canción, escrita por el bajista dominicano Joe Nicolás, es un llamado al optimismo, a la fe y a la fuerza interior: “Con fuerza de huracán voy a cantar, el viento me dará, todo su aliento”, pero también un llamado a la alegría, al baile y a la esperanza.

Una banda merenguera con invitados salseros

El disco fue grabado en Nueva York bajo la producción ejecutiva de Ralph Cartagena, propietario del sello Combo Récords, y la ingeniería de sonido de Jon Fausty.

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Uno de los aspectos que desconocen la mayoría de los salseros acerca de esta canción es la participación de tres grandes músicos de la salsa, el dominicano Mario Rivera en el saxo barítono y flauta, el percusionista José Mangual Jr. nacido en Nueva York, pero de origen boricua, en las maracas y güiro y el violinista cubano Alfredo de la Fe en el ‘string section’ o Sesión de cuerdas, todos ellos presentes en el desarrollo del número, pero especialmente en la introducción y finalización majestuosa y espectacular de esta motivadora obra.

Otro dato curioso y poco conocido corresponde al vocalista que interpreta la canción, se trata del arubeño Robert JeanD’or, un sonero gentil, humilde y con un alma desprovista de mezquindad que durante esos años puso todo su talento al servicio del merengue, pero cuando interpretaba los números de salsa lo hacía con mucho sentimiento en la voz.

JeanD’or también estuvo a punto de remplazar a Andy Montañez tras su salida del Gran Combo, y lo mismo sucedió con la Dimensión Latina pues tanto cuando Oscar de León salió de esta orquesta como cuando Andy Montañez también lo hizo, se mencionó el nombre del arubeño para ingresar a esta agrupación venezolana, de hecho, fueron a buscarlo, pero ya el cantante se encontraba trabajando con los Hijos del Rey.

“El viento sopla fuerte en las esquinas de los barrios populares.

Sigue mi ejemplo de humanidad, sirviendo a todos con humildad.
Canta con fuerza, canta sin miedo yo te daré todo mi aliento”.

A mediados de la década de los ochenta este vinilo empezaría a formar parte de la discografía de los melómanos en Cali y la letra de esta canción quedaría grabada como parte de la banda sonora y la identidad del salsero caleño que no solo baila la música, también la vive y la siente como expresión de su acontecer diario en la cotidianidad del barrio donde expresa su sentir tanto en el amor, la alegría, la tristeza pero también en la lucha y en la motivación de lograr un mejor mañana e igualdad social en un mundo injusto tal como dice uno de sus pregones: “Brisa suave ay pa’ los pobres soy y huracán a los perversos”.

Cuando se escucha este número en las rumbas y en las salsotecas de los barrios no solo se habla de baile, también es el mensaje de la salsa positiva inmersa en esta bella canción. Tiene un poderoso arreglo hecho de manera curiosa para una banda merenguera que en este trabajo incluyó dos números salseros de alta factura y sentimiento, más que suficientes para ser adoptado en las colecciones de los melómanos y las salsotecas de Cali. El arreglo soberbio y contundente a base de cuerdas y vientos en su introducción anuncian de manera majestuosa y sinfónica la llegada de un mensaje importante lleno de vida, de música y esperanza como un oasis en el medio del desierto, así mismo hacia el final del número.

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Quizás los ochenta, década en la que salió este disco, no fue la época en la que más se escuchó esta hermosa canción, pues fue la década de la “erotización” de la salsa en la cual empezaría el reinado de la salsa romántica con altas dosis de contenido erótico y sabemos que Cali no fue ajena a este fenómeno, dejando a un lado producciones y letras de contenido social. Afortunadamente ya hacia finales de los ochenta y en plenos noventa cuando se produce el boom de las salsotecas en Cali, el LP de los Hijos del Rey sería recuperado y desempolvado por las nuevas generaciones de salseros que emergían de los barrios populares de Cali buscando “otras sonoridades” y es así como el ‘El viento’ nunca dejaría de sonar para traer esa voz de aliento con arreglos fuertes y letra contundente en la rumba.

‘El viento’ más que una canción salsera es una hermosa narración hecha en clave y de enseñanza que invita a apreciar el valor de la vida a través de una fuerza natural representada en el viento que le impregna fuerza y optimismo al salsero en su diario vivir, convidándolo a través del clamor: “yo canto con mi pecho abierto, para que escuchen los pueblos”. Es el canto soberbio a la esperanza: “con la fe, te aseguro que yo venceré, tú va’ ver” y a la justicia “igualdad, pero te digo igualdad para el blanco y para el negro”.

Una canción propicia para estos momentos de crisis donde muy seguramente “el viento nos dará todo su aliento”.