Un total de 83 son los menores de edad que han sido víctimas de homicidio en Cali en lo corrido del presente año. Solo la semana pasada se presentó el sonado caso de un niño de tres años que perdió la vida en medio de un ataque sicarial ocurrido en el barrio 7 de Agosto, en el oriente de Cali.

En su momento, se informó que el pequeño estaba con su padre, de 28 años, a quien al parecer iba dirigido el atentado. Aun así, fue el pequeño quien falleció cuando era conducido a la Clínica Oriente, mientras su padre logró ser trasladado con vida al Hospital Universitario del Valle.

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Sobre este episodio, el coronel Miguel Botía, subcomandante de la Policía de Cali, afirmó: “es un hecho que repudiamos y que estamos investigando para dar con los responsables. Los hechos de violencia que se presentan en la ciudad hacen que los menores también se vean afectados”.

Este hecho recuerda a otro ocurrido en el barrio San José Obrero de Buga el pasado 8 de septiembre. Se trata de un menor que perdió la vida luego de que dos adultos fueran atacados con arma de fuego, al parecer, por sicarios.

El niño tenía siete años y la dos personas, que resultaron heridas, eran una mujer de 59 y un hombre de 22, conocido como alias Pulpo.

Los casos de violencia contra niños y adolescentes han generado alarma a nivel nacional, en especial tras un informe de Medicina Legal que indica casi dos niños son asesinados al día, al tener en cuenta que en el primer semestre de este año hubo 344 casos en todo el país.

Es en parte por estos indicadores que el mes pasado el Gobierno del presidente Iván Duque lanzó una alianza con Bienestar Familiar, con el fin de reducir en un 14,3 % la tasa de violencia a 2022, lo que se traduce en 16.105 niños víctimas menos de cualquier maltrato.

Tan solo en Cali, de acuerdo con la Policía Metropolitana, actualmente hay en curso 651 denuncias por acceso carnal violento contra menor de 14 años y 631 por violencia intrafamiliar.

Estas últimas son precisamente las más atendidas por las autoridades, de acuerdo con la subcomisaria Alba Nohora Casanova, del Grupo de Protección a la Infancia y Adolesencia de la Policía.

Los niños o adultos que quieran hacer una denuncia
o pedir orientación sobre casos de maltrato infantil pueden llamar a la Línea 141 del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.


“Por lo regular, son hechos que ocurren bastante en familias disfuncionales o en padres que no tienen la suficiente capacidad de aguante para entender a sus hijos. Es en estas condiciones en donde uno se encuentra con niños carentes de afecto y atención”, comentó Casanova.

A esto se suma el pensamiento de algunos acudientes que aún recurren al castigo físico para corregir a sus hijos, agregó, lo que busca ser prohibido por un proyecto de Ley que ya fue radicado a finales del mes pasado por la Alianza por la Niñez Colombiana, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y sectores de la academia.

Es importante anotar que en lo corrido del año, las Comisarías de Familia han atendido a más de 2000 familias en Cali y se ha brindado restablecimiento de derechos a más de 800 niños por maltrato u otros factores de amenaza.

Por su parte, la socióloga Rosalina Vanegas, quien ha investigado la violencia a menores en Cali, anotó que aquella puede entenderse desde dos campos: lo social y lo familiar.

“Este juega un papel muy importante en la formación del individuo, por lo que entonces cuando los padres no son un buen ejemplo para el niño o lo desatienden bastante, está más expuesto a escenarios de violencia”, advirtió la experta.

Hasta el 31 de agosto se interpusieron 9079 denuncias por diferentes delitos sexuales en el país. En el 60 % de las denuncias se consideró que fue por acto sexual con menor de 14 años.

Señaló que el menor puede llegar a buscar la calle para desarrollar su vida fuera de la norma familiar y, en consecuencia, está más dado a ser víctima de hechos de violencia de tipo urbano.

“También puede ser motivado por la actitud violenta de algunos padres hacia sus hijos, por ejemplo, que el padre llegue borracho a su casa e insulte verbalmente al menor, dado que la violencia no solo es física: también psicológica”, explicó.

Y a propósito del factor social, se refiere al contexto en el que crecen los menores, especialmente en estratos vulnerables que son focos de microtráfico y pandillismo.

“Así como el caso del barrio 7 de Agosto, a los sicarios no les importa sobre quién recaiga su actuar violento, pero también hay oportunidades en los que sus ataques también van dirigidos a los familiares más queridos de sus víctimas, algo que hemos heredado de la época del narcotráfico de los años 80’”, aseveró la socióloga.