Los hostigamientos a la Fuerza Pública parecen no tener fin en Colombia. Los casos más recientes se registraron entre lunes y martes en los departamentos del Cauca y Valle del Cauca, dejando el saldo de un civil y un militar fallecidos en medio de ataques armados.
La población civil quedó en medio del cruce de disparos y dos personas que resultaron heridas fueron trasladadas a Cali para recibir atención médica, donde una de ellas falleció.
El segundo hecho ocurrió el martes en la Base Militar de Anchicayá, ubicada en Dagua, Valle del Cauca, donde fue asesinado el soldado profesional Emanuel Benítez Ochoa, mientras realizaba su labor de brindar seguridad en la zona.
“Nuestro militar era oriundo de la Zona Bananera, en el departamento del Magdalena, y tenía 22 años de edad. De acuerdo con informaciones preliminares, este hecho habría sido perpetrado por integrantes del Grupo Armado Organizado Residual Jaime Martínez”, de las disidencias de las Farc, afirmó la Tercera División del Ejército Nacional por medio de un comunicado.
De acuerdo con el exsecretario de Seguridad de Cali, el coronel (rva) Carlos Javier Soler, “las disidencias están mostrando expansión de su capacidad militar en las cuadrillas residuales de las Farc”, y por ende, estas organizaciones se han desplegado en la Cordillera Occidental, cerca a Dagua, y en la parte alta de Jamundí, que se comunica con el departamento del Cauca, un sector estratégico, explicó el experto en seguridad y prevención.
Este fenómeno se deriva de la descentralización de la guerra, esto significa que las estructuras ilegales se dividen y cada subdivisión tiene sus propios intereses, “cada uno de esos grupos busca visibilidad y mostrar músculo militar atacando la Fuerza Pública”, comentó el investigador y corresponsal de conflictos armados, Néstor Rosanía.
Si bien existe nerviosismo sobre el aumento de las actuaciones bélicas de las disidencias de las Farc en meses cercanos a las elecciones regionales de octubre, los expertos expresaron que, al parecer, sabotear estos comicios no es el objetivo del grupo, sino más bien el fortalecimiento de sus tropas.
De la misma manera, Rosanía explicó que la lógica de las disidencias es atacar a los uniformados para llegar fuertes a la mesa del Alto Comisionado en el marco de la política de Paz Total.
La lógica de la guerra de guerrillas es privilegiar el éxito militar sobre el político, afirmó Rosanía, por ello, es vital realizar acciones contundentes para ser más visibles y “llegar con músculo e imponer lo que puedan en una mesa negociación a partir del número de bajas que le han dado al Estado, acciones armadas, sabotaje, entre otras acciones”.
La estrategia de las disidencias
A pesar de que el poder de las Fuerzas Militares es mucho mayor a la de estos grupos residuales, la estrategia de la guerra de guerrillas es desgastar y atacar desde muchos frentes pequeños al Estado para que sea más difícil responder, por esta razón, no ha sido posible eliminar mediante el conflicto a estas estructuras al margen de la ley.
El objetivo de las disidencias parece ser “tratar de mostrar una fortaleza sincronizada en todo el país para obligar al Estado a negociar nuevamente en situación de aparente vulnerabilidad”, manifestó el exsecretario de Seguridad.
Por otro lado, Néstor Rosanía explicó que los ataques a la Fuerza Pública se han presentado principalmente en los departamentos de Cauca, Nariño y Valle del Cauca, debido a que por medio de estas zonas del país sale el 70% de la cocaína que se envía a Estados Unidos y Europa, por lo que es importante para ellos tener control de sus negocios ilícitos.
“Si bien del Valle del Cauca no sale la coca al exterior como si de Cauca y Nariño, las operaciones grandes sí se encuentran ubicadas en este departamento estratégico”, expresó el corresponsal de conflictos armados.
Para solucionar esta difícil situación, además de colocar más pie de fuerza policial en las zonas afectadas con el fin de proteger a la población civil, también se deben implementar protocolos de actuación claros por parte del Estado para poder proteger a los uniformados.
Además, de acuerdo con el especialista, es imperativo trabajar en la moral de estos servidores públicos, ya que esta es otra forma de protección.
Asimismo, “hay que mejorar la capacidad de inteligencia humana y electrónica, redes de cooperantes y utilizar operaciones ofensivas. Lo que está en riesgo es la seguridad nacional”, concluyó Carlos Soler.