Al rededor de 15.000 personas asistieron a la tradicional verbena del barrio Ulpiano Lloreda, el 1 de enero, en donde, a pesar de los esfuerzos de las autoridades para asegurar que transcurriera en paz, se registraron dos heridos debido a las riñas entre los asistentes.

Un grupo de 700 uniformados de la Policía Metropolitana de Cali y funcionarios de la Secretaría de Seguridad y Justicia hicieron presencia en la verbena, que estuvo tranquila durante gran parte del transcurso del día.

Sin embargo, una confrontación entre habitantes del barrio Ulpiano Lloreda y el Sector de El Charco, en medio de el alto consumo de licor y la intolerancia, causó disturbios que fueron registrados a través de las redes sociales y en los cuales tuvo que intervenir la Policía.

“Para las fiestas tradicionales de Ulpiano Lloreda se hizo un planeamiento de meses, incluso un seguimiento en los tres días previos y en el PMU. Es una actividad tradicional que se lleva ahí, fueron acciones que se presentaron, una gresca entre jóvenes del barrio Ulpiano Lloreda y el Sector de El Charco, que generaron acciones como lanzamientos de botellas, objetos contundentes, como piedras y palos. De esa riña salieron dos personas con lesiones leves, una con arma blanca y otra con objetos contundentes. Se hizo la intervención de manera inmediata y posteriormente con la Secretaria de Seguridad y nuestros uniformados, comenzamos a hacer el control de área para disolver estas fiestas hacia las 8 de la noche, la cual ya era hora para que la gente se dirigiera a sus casas”, declaró el comandante de la Policía de Cali, José Daniel Gualdrón.

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Ante los últimos desmanes y la incapacidad de las autoridades para evitar que se presenten este tipo de actos que van contra la convivencia en estos eventos masivos, el experto en seguridad Andrés Felipe Galindo, aseguró que la solución no es la prohibición de la verbena, ya que la ciudad no cuenta con la capacidad para garantizar la no realización de la tradicional fiesta.

“Desde un punto de vista normativo la verbena debería restringirse mucho, ya hay varios hechos que nos están demostrando que permitir una fiesta de esa magnitud se está convirtiendo, no solo en un problema de convivencia, sino en uno de orden público”.

Además, Galindo destacó que el primero de enero es un día crítico en materia de seguridad, ya que muchas personas en estado de alicoramiento se encuentran en las calles tras la celebración de la llegada del año nuevo, lo que aumenta el riesgo de que se susciten hechos de intolerancia o accidentes de tránsito, y la realización de un evento tan masivo obliga a la Alcaldía a “destinar recursos de seguridad, personal de la Policía y funcionarios de la Secretaría de Seguridad, para cuidar una fiesta”.

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Una visión similar tiene el analista de seguridad ciudadana Gustavo Orozco, quien afirma que pensar en una prohibición de un evento hecho por la ciudadanía de tal magnitud no es realista ya que no se cuenta con el pie de fuerza, además, explicó que el tema de la prevención de estos desmanes, se debe llevar a cabo desde la logística.

“El tema no es únicamente de pie de fuerza, si es necesario más uniformados de la Policía o el Ejército hay que ponerlos, pero más allá de esto, hay que pensar otro tipo de acciones que se puedan incorporar, trabajar con la gente de este barrio para filtrar un poco los asistentes, utilizar las capacidades locales que existen para que el evento sea pacífico”, aseguró Orozco.

Añadió que se debe reconocer que es un problema cultural y criminal por el que está pasando la ciudad, “se necesita la judicialización efectiva de los que están irrumpiendo para cometer delitos y causar vandalismo, también un tema cultural, en Cali por cualquier empujón una persona termina matando a otra. Se debe plantear una estrategia para realizar acciones en varios frentes que ayuden a prevenir que pasen estos hechos y que a su vez mande un mensaje que cometer estos actos conlleva a consecuencias legales”.