Entonces, la forma de trabajar en la cárcel Villahermosa de Cali cambió. La guardia del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) se reforzó, además de sus armas de dotación, ahora cuentan con guantes, tapabocas, agua, jabón y antibacteriales.
Ahí, al igual que en todas las prisiones del país, se intenta bloquear la entrada masiva del coronavirus. Y ahora más, luego de que se confirmara este viernes la muerte de un hombre que había estado recluido en la cárcel de Villavicencio hasta la semana pasada.
En Villahermosa, ubicada en el barrio Villanueva, oriente de la capital del Valle, desde hace unos años, hay una sobrepoblación del 200%. Es decir, 5960 personas se encuentran recluidas en este centro penitenciario, que solo tiene capacidad para 2046.
Además, desde hace cinco semanas, cuando el trabajo cambió, esta prisión está en alistamiento de primer grado. O sea, hay 290 guardianes listos atendiendo esta otra crisis, la de la emergencia sanitaria por el Covid-19.
En medio de todo y de todos, está Jenny Lorena Cabrera, una guardián del Inpec, que lleva 14 años de servicio en la cárcel Villahermosa, cuyo nombre resulta hoy paradójico.
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“Yo me siento más tranquila en el trabajo, que cuando tengo que salir a la calle, porque en el trayecto hacia a la casa pueda que me contagie y ponga en riesgo a mi esposo y a mis hijos”, dice Jenny Lorena, de uniforme con manchas azules y negras, gorra con sello del Inpec, y claro, tapabocas.
La mujer, cuenta, le ha entregado parte de su vida al Inpec, un proyecto que empezó en Nariño y que por razones de amor la trajo a Cali para estar cerca de la familia de su esposo, quien trabaja como guía canino también en el organismo público.
Jenny Lorena es huilense, lleva ocho años en Cali apoyando el área jurídica de la prisión junto a diez abogados, encargados de enviar los documentos que soliciten los juzgados.
“Actualmente, la parte jurídica sigue operando. La semana pasada realizamos una brigada donde se evaluaron 1500 internos y se hizo un filtro para verificar cuáles son los reclusos que pueden tener una domiciliaria, libertad condicional o libertad por el tiempo cumplido. Este filtro lo enviamos a los juzgados para su estudio y luego un juez determina si el interno obtiene el beneficio”, explica la guardiana, que no ha parado en esa tarea, desde que el Gobierno decreto hace unas semanas la emergencia carcelaria, tras un motín en La Modelo de Bogotá (y otras cárceles), que dejó 23 presos muertos.
Jenny Lorena, como a muchos de sus compañeros, le ha tocado sacrificar tiempo en familia por la institución: “separarse de los hijos no es tan fácil, más cuando están pequeños, y más en estos tiempos del coronavirus. Al mayor le hemos explicado, pero cuando le digo que la mamá tiene que dormir fuera de casa no lo acepta del todo, pese a ello cuento con el apoyo del Inpec y me han cuadrado algunos turnos para que no se me crucen con los de mi esposo, y los niños no estén solos en casa”, asegura la guardiana.
Sin embargo, Jenny Lorena comenta que lo más duro por estos días es poder adaptarse al nuevo sistema de clases virtuales de los niños, estando ella adaptándose también a otra forma de trabajar en la cárcel. “Desde las 8:00 a.m. estoy en video llamada para estar pendiente de que estén bien y que hagan sus tareas”, afirma.
Y añade, en medio de risas, que el sistema preventivo en su casa para evitar el virus es un poco más estricto que el de la cárcel: “en la entrada se dejan los zapatos y la ropa, nos desinfectamos y ahí sí seguimos”.
Cuarentena en la cárcel
Así como Jenny Lorena, Brayan Felipe Gallo Benavides, es otro dragoneante del Inpec que vive por estos días “tras las rejas” de Villahermosa, sin estar preso. Esa es su cuarentena, de alguna manera.
“Salí la última vez donde mi familia hace unos diez días y estaba muy feliz, pues fui a ver a mi esposa, con la que estoy casado hace apenas un año, con todas las medidas pertinentes para protegerla a ella y poder volver limpio a la cárcel”, dice el dragoneante mientras se lava las manos.
El guardián, que lleva diez años en el Inpec, dice que su esposa ha sido un pilar importante en su carrera y afirma que más que el temor del coronavirus está el miedo a un motín, “pues yo actualmente estoy a cargo con otros compañeros del patio dos, donde mantenemos en contacto con los internos”.
Concientiza TV es un canal en Youtube, donde los internos le mandan mensajes
a sus allegados, una iniciativa para mantener la comunicación con la familia.
Brayan Felipe cuenta que entre sus funciones diarias, hoy más rigurosas que nunca, “está la levantada y contada de los internos. Luego se empiezan a desplazar para las aulas educativas y los que están indispuestos a sanidad. Actualmente, tenemos un aula donde se están fabricando tapabocas con materiales donados, para el uso de los internos, los cuales se les suministra en la mañana y en la tarde”.
Villahermosa también tiene entre sus internos a un químico, quien hoy está dedicado a elaborar gel antibacterial, también con insumos donados por la empresa privada.
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El guardián del patio dos, narra que lo que más le preguntan los internos hoy en día es cómo está la ciudad.
“Ellos preguntan cómo está la ciudad, si se han presentado saqueos, cómo están las calles, cómo es eso de que la gente no sale. Y aunque ellos ven noticias en los televisores de los comedores, quieren que les cuente de boca mía el panorama”, acota.
Debido al aislamiento que los internos actualmente tienen en Villahermosa, se habilitó un canal por sistema cerrado de televisión, donde los familiares de los reclusos les envían mensajes de apoyo y de motivación.
“Esta es una iniciativa propia, donde por correo electrónico los familiares envían los mensajes a los internos, estos no deben pasar de un minuto y se transmiten tres veces al día, allí le toca al recluso estar pendiente del canal para ver a su familia”, explica el mayor Edgar Iván Pérez Ortega, director encargado de la cárcel Villahermosa.
Los protocolos cambiaron
La entrada de Villahermosa también cambió. Afuera de la prisión ya no están los vendedores ambulantes que alquilaban sandalias por $2000 a los familiares de los reclusos para poder ingresar. Tampoco están los que cuidaban los zapatos, las bicicletas, las motos, se acabaron las visitas.
Hoy, entrar al centro penitenciario parece más el ingreso a una sala de cirugía. Los guardianes realizan sus labores con tapabocas y guantes, así tomaron las huellas y los registros, por ejemplo, de un grupo periodístico de este diario que los visitó el miércoles.
En Villahermosa se instalaron varios lavamanos dentro de todo el centro de reclusión, de los cuales dos están en la entrada principal, para evitar la propagación.
También hay un médico a la entrada del penal que no deja pasar a ninguna persona sin antes tomarle la temperatura: “todos los días un galeno hace el tamizaje digital, y hace preguntas pertinentes para saber si la persona ha tenido síntomas, de allí debe pasar a los nuevos lavamanos que se instalaron, donde hay jabón y desinfectante”, dice el mayor Pérez Ortega.
“También tenemos a dos personas que a diario están esparciendo amonio cuaternario de quinta generación, un desinfectante que se riega en las celdas, baños, pasillos, oficinas, en las suelas de los zapatos de todo el personal y en cualquier rincón”, finaliza el director, quien reitera que todo cambió.
Caso en Meta
El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec, informó el viernes que inició el protocolo de emergencia en salud en la cárcel de Villavicencio, debido a la muerte de una persona por Covid-19 que estuvo allí recluida hasta el pasado primero de abril.
La víctima era un hombre de 63 años, que murió el 7 de abril en el Hospital Departamental de Villavicencio, luego de haber sido dejado en libertad pocos días antes.
De esta manera, como medida de protección, el Inpec tomó la decisión de trasladar a los adultos mayores y pacientes con patologías previas a una zona de aislamiento especial, donde van a ser monitoreados para hacer un proceso de búsqueda, con el fin verificar casos sospechosos.