Redacción de El País
“Actualmente hacer periodismo en Tuluá es como estar en medio del fuego cruzado. En 30 años que llevo ejerciendo esta profesión estos han sido los tiempos más difíciles que he experimentado”, confesó Julián*, quien ha trabajado en radio, televisión y en la actualidad es periodista de un medio impreso que circula en el centro del Valle.
Las intimidaciones, el miedo y la zozobra son el común denominador de los periodistas que día a día deben cubrir la agenda noticiosa en Tuluá. Hoy, por intimidaciones de las bandas criminales que operan en la ciudad, los comunicadores aseguran que no pueden hacer bien su tarea o desplazarse hasta ciertos lugares para hacer el correcto cubrimiento de un hecho. “Por el miedo nos volvimos periodistas de escritorio y muchas veces nos toca esperar a que nos manden la información por WhatsApp para nosotros poder publicarla”, dice una periodista que pidió reserva de su identidad.
“En agosto pasado fue cuando iniciaron a llegar más panfletos y por eso los periodistas de la ciudad nos empezamos a cuidar más. Antes, cuando ocurrían homicidios, uno siempre iba al lugar de los hechos y realizaba fotos o videos para las redes sociales, pero ahora ya eso no se puede hacer. En horas de la noche tampoco se volvieron a cubrir los diferentes eventos. Por ejemplo, en Tuluá hay un lugar que se llama La Cruz o un corregimiento denominado Nariño y a ambos tampoco volvimos a ir. Es mejor no desplazarnos porque no nos sentimos tranquilos”, contó Alejandra*, una periodista con 12 años de experiencia y quien hasta hace poco trabajaba en el espacio noticioso de la emisora La Voz de los Robles.
Alejandra ha sido corresponsal en Tuluá del Noticiero 90 Minutos, Telepacífico Noticias y Radio Reloj, y contó que mientras trabajaba en La Voz de los Robles llegaban panfletos de dos bandas criminales que, debido a las amenazas, debían publicar.
“Inicialmente estos comunicados iban dirigidos contra el entonces candidato a la Alcaldía, Gustavo Vélez, y eran enviados por la banda La Oficina, pero otro grupo que se hace llamar Los Cancerberos también inició a mandar panfletos y fue allí cuando todo se convirtió en una disputa entre ambos. Si los de La Oficina publicaban un comunicado, Los Cancerberos mandaban otro respondiendo y de un momento a otro nos empezaron a llegar al WhatsApp esos comunicados. Algunos decían: ‘Estimados periodistas, en aras de informar a la comunidad lo que está ocurriendo necesitamos que nos publiquen el siguiente comunicado’”, recordó Alejandra.
“Nos decían que debíamos publicar los comunicados porque de lo contrario nos deberíamos atener a las consecuencias y, como veían que no se les publicaba, nos escribían: ‘Ya sabemos de parte de quien están, sí publican los comunicados de La Oficina, pero no publican los de nosotros’. Fue allí cuando los medios iniciaron a postearlos en redes o subirlos a sus páginas”.
Según cuenta la periodista, fue en septiembre pasado cuando el gerente del medio los citó y les comunicó que debido a lo que estaba pasando con los panfletos y la baja de ventas, se debía cerrar el medio de comunicación. “Nos mandaron a todos para la casa”, sostuvo.
“Estos meses recientes fueron terribles y durante estos 12 años de carrera fue la primera vez que sentí temor de ejercer mi profesión y salir a la calle. Por ejemplo, yo entraba a la emisora antes de las 6 de la mañana, por lo que aún las calles estaban oscuras y decidí tomar rutas alternas. Sin embargo, temía que cuando llegara me esperaran hombres para decirme algo o atacarme. También me daba mucho miedo encontrarme con panfletos al entrar al lugar. En la emisora teníamos uniformes, pero luego de todo lo que ocurrió ya no podíamos utilizarlos y nos ordenaron estar siempre vestidos de civil”, relató Alejandra, quien realizaba el noticiero de 6 a 8 de la mañana y de 12 del mediodía a 1 de la tarde en La Voz de los Robles.
Muchos periodistas pensaron que con el fin de la campaña electoral iban a terminar las intimidaciones, pero la situación de orden público en el centro del Valle no ha dejado de ser compleja, a tal punto que el fin de semana pasado Miembros de la Unidad Antiexplosivos de la Policía desactivaron una carga explosiva hallada dentro de un vehículo abandonado en inmediaciones de la alcaldía de Tuluá.
“Anoche hablé con un colega y me comentó que habían llegado dos panfletos de un grupo llamado Los Magos. Él no les respondió el mensaje, por lo que empezaron a llamarlo hasta que debió contestar. Si uno no publica lo que mandan se van enojando y hasta nos dicen que, cuando publiquemos, les compartamos el enlace para ellos verlo”, finalizó Alejandra.
“Hoy a todos los que estamos en medios de comunicación en Tuluá nos están enviando información con la orden de que debemos publicarla, entonces esto se convierte de forma directa en una intimidación y esto está obligando a un cambio de agenda informativa”, sentenció Julián.
El llamado en este Día del Periodista es a las autoridades para que cuiden la integridad de los comunicadores, quienes a diario ponen en riesgo su vida para informar lo que ocurre en las ciudades intermedias y sus zonas rurales, donde la violencia se ha vuelto común.
*Nombres cambiados por petición de las fuentes.