El municipio de Buga, Valle del Cauca, se ha visto consternado por el hallazgo del cuerpo sin vida de una menor de edad identificada como Luisa Fernanda Saldarriaga Leal al interior de una maleta en la vereda Puerto Bertín el pasado 1 de abril.
La joven de 17 años días antes había sido reportada como desaparecida en Tuluá, en donde vivía junto a su familia.
Las investigaciones que adelantan las autoridades han revelado que el cuerpo de la menor pudo ser identificado por algunos de los tatuajes que tenía entre su cuerpo. Uno de ellos y el clave en este caso fue uno que parecía ser una muñeca. A raíz de esto, Luisa Fernanda pudo ser reconocida.
Las autoridades han venido recolectando varios testimonios de familiares y personas allegadas. Del mismo modo, han hecho análisis exhaustivos de las tomas de video de cámaras de seguridad en Tuluá, especialmente las que se encuentran ubicadas en el trayecto hacia Buga
La Policía del Valle del Cauca señala que hay indicios de los presuntos responsables que indican que una de las personas sería alguien del círculo cercano de la joven. Y es que Luisa, al parecer, lo habría conocido mucho tiempo antes en que se diera su desaparición.
Aun así, por el momento la identidad de esa persona es desconocida y aunque todo indica que este crimen se trató de un feminicidio, las autoridades no lo han catalogado de esta manera.
Por su parte, la familia de la joven asegura que la Policía “no volvió a llamar y no nos ha dicho nada”.
“Hacemos un llamado urgente y respetuoso a las autoridades competentes, especialmente a la Policía Nacional, a la Fiscalía y demás órganos de investigación, para que se esclarezcan estos hechos con celeridad y se garantice justicia para las víctimas y sus familias”, pidió la Personería de Buga a través de un comunicado.
Uno de los familiares de Luisa Fernanda Saldarriaga Leal detalló en una entrevista con el diario El Tiempo que ella le pidió en varias ocasiones a su madre que quería irse de Buga, su ciudad natal, para hacer sus estudios en otro municipio.
“Nosotros estábamos el año pasado en Buga y nos fuimos para Tuluá. Vivimos allá. Nos fuimos en noviembre y el 29 de marzo (de este año) nos vinimos otra vez para acá (Buga), porque ella nos íbamos y veníamos, nos íbamos y nos veníamos. Decía: ‘Ma, es que estoy aburrida por acá. Yo quiero ir a Buga, yo quiero estudiar en Buga. Me amaño más en Buga”, dijo el familiar al medio citado.