Por: Laura Cortez Palacios/ Reportera de El País
Los habitantes del barrio El Retiro, en el oriente de Cali, no salen de su consternación luego de que el pasado martes, dos adolescentes de 14 y 17 años fueran asesinados, haciendo parte de la alarmante cifra de 375 jóvenes de entre 14 y 28 años que han sido víctimas de homicidio este año, según el Observatorio de Seguridad.
“Lamentamos mucho estos hechos y nos solidarizamos con las familias, porque estos menores no debieron haber fallecido. Este doble homicidio estaría relacionado hipotéticamente con la retoma de unas líneas de microtráfico en este sector. Hace unos meses fallecieron dos personas en el parque de esta misma zona, también por disputas de microtráfico”, explicó el comandante de la Policía de Cali, brigadier José Daniel Gualdrón.
Además, se ofrecieron $ 20 millones como recompensa para quienes brinden información que conduzca a la judicialización de los responsables del doble crimen, puesto que se cree que el autor material sería un sujeto que salió de la cárcel hace unos meses.
La exsecretaria de Seguridad de Cali, María Ximena Román, explicó que el fenómeno del homicidio a jóvenes obedece a múltiples causas, entre ellas el ajuste de cuentas entre grupos ilegales.
“Están en una situación en la que no tienen oportunidades de estudio o empleo y por eso terminan instrumentalizados por las bandas criminales que en medio de sus luchas por territorio los introducen en este mundo y muchas veces ellos, queriendo salir, no pueden hacerlo porque no tienen otros caminos”, manifestó.
“Es lamentable que haya barrios en los que año tras año tengamos quince o veinte asesinatos, la mayoría entre hombres jóvenes. El acumulado de muertos en estos territorios es demasiado alto, y el costo emocional para sus habitantes es terrible”, expresó Juan Camilo Cock, experto en prevención de violencia y director de la Fundación Alvaralice.
Además de las dinámicas delictivas que, según la exsecretaria de Seguridad, arrebatan las vidas de quienes son el futuro de la ciudad y del país a causa de la falta de oportunidades y la inacción de Estado, otra gran preocupación es que este problema también es “el reflejo de la disfuncionalidad de nuestras familias”, por lo que los jóvenes muchas veces no ven más alternativa que unirse a un grupo ilegal que además de dinero también les ofrece una falsa sensación de cariño y protección.
Cabe destacar que estos flagelos son de generación en generación en algunas zonas de Cali, como el Oriente. “La violencia se arraiga y se repite en ciclos. Cada muerto violento genera no solo tristeza y dolor entre sus allegados, sino también rabia, resentimiento y deseo de venganza que en no pocas ocasiones se materializa en contra de los perpetradores o personas de su entorno, generando una espiral de conflictos”, añadió Cock, lo que explica que en ocasiones los homicidios estén relacionados entre sí.
Por ello no es de extrañar que el comandante de la Policía de Cali afirmara que posiblemente el asesinato de los dos adolescentes esté relacionado con otros ocurridos en el mismo sector hace un par de meses.
Debido a que esta es una problemática con múltiples causas, requieren múltiples esfuerzos para solucionarla, entre ellos la unión del sector público y privado para crear estrategias que cobijen a las familias, haciendo un seguimiento a los niños, niñas y adolescentes que estén en riesgo para que sepan que son importantes y necesarios para la sociedad.
“A la par de atacar el origen estructural de los fenómenos de violencia en Cali, fundamentados principalmente por el narcotráfico, hay que desarrollar proyectos de manera conjuntan entre el Estado y sociedad civil para que estos jóvenes construyan proyectos de vida, tengan sueños y las herramientas para acceder a un empleo digno y a oportunidades de estudio, un muchacho que está ocupado tocando un instrumento no tiene tiempo de tomar un arma”, expresó Román.
Por su parte, el director de la Fundación Alvaralice afirmó que para frenar los círculos de homicidios juveniles es necesaria “justicia efectiva que condene a los perpetradores. Trabajando con allegados y vecinos de las víctimas para dar apoyo emocional, pero también mitigar impulsos de retaliación violenta”.
Los expertos concluyeron que apoyando a los jóvenes para que tengan otras opciones de vida se reducirán los comportamientos agresivos y la instrumentalización por actores criminales.