Luego de varios años de investigación por parte de la Fiscalía General de la Nación y de realizarse el proceso judicial respectivo, el ente investigador informó este viernes que una juez penal de conocimiento de Bogotá condenó a los coroneles en retiro de la Policía Nacional Jerson Jair Castellanos Soto y Wilmer Torres Orjuela, en el marco del caso conocido como la ‘Comunidad del Anillo’.
De acuerdo con el fallo condenatorio, los exfuncionarios de la Fuerza Pública son responsables por el delito de constreñimiento a la prostitución, actividad a la cual habrían obligado a varios jóvenes alféreces.
Los dos oficiales insistieron en su inocencia durante el juicio, al indicar en repetidas oportunidades que no ejecutaron estas actividades, sin embargo, un fiscal de la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos logró demostrar lo contrario.
“La juez de conocimiento fijó para finales de septiembre la audiencia en la que se dará a conocer la condena en contra de los dos oficiales en retiro”, sostiene el documento compartido por la Fiscalía.
Así se fraguó la ‘Comunidad del Anillo’
Los hechos se remontan a mediados de la década del 2000, exactamente entre el 2005 y el 2006. En ese entonces, el coronel Jerson Jair Castellanos Soto ejercía como jefe de seguridad del Congreso de la República, mientras que el coronel Wilmer Torres Orjuela tenía a su cargo a los estudiantes que estaban internados en la Escuela de Cadetes General Santander para la época.
En el curso de esos años, Castellanos Soto frecuentaba la Escuela, por lo que diseñó un plan para llevar a cabo su cometido, de inducir a la prostitución a los jóvenes estudiantes que estaban ingresando a la institución.
Los testimonios señalan que el coronel Castellanos ingresaba a la Escuela de Policía, que está ubicada en el sur de Bogotá, y escogía el estudiante de su “gusto”, con lo cual iniciaba el entramado.
Fue en ese momento que decidió contactar al coronel Torres Orjuela, quien se alió con Castellanos en su plan. Este consistía en lo siguiente: por un lado, el coronel Castellanos Soto se acercaba a los jóvenes, los contactaba, hablaba con ellos y hacía lo posible por ganarse su confianza, ya fuera con regalos o con diferentes invitaciones de salidas de la Escuela, las cuales consistían en actividades simples, como ir a almorzar, hasta otras de mayor valor como asistir a eventos deportivos o culturales.
Así las cosas, el coronel Castellanos Soto se ubicaba en la plazoleta de comidas de la Escuela General Santander y allí echaba un vistazo a los jóvenes, en lo que fue determinado como la búsqueda de lo que sería su nueva víctima.
Una vez el coronel identificaba al cadete o alférez que cumplía con sus “gustos”, lo “marcaba” a través de otros oficiales, por lo que daba la orden para que iniciara el contacto con este y se le fueran ofrecidos los regalos.
Mientras tanto, Torres Orjuela facilitaba la salida de los alféreces para acudir a las invitaciones de Castellanos Soto, sin embargo, los jóvenes no contaban con que, en estas, el coronel los induciría al ejercicio de las actividades sexuales.
Ahora bien, ¿por qué no se negaron? De acuerdo con la información probada por el fiscal especializado durante el juicio, tanto Castellanos como el mayor Torres Orjuela intimidaban a las víctimas para que accedieran a las pretensiones, “en medio de presiones y amenazas de que no podrían seguir en la carrera policial”, expresó la Fiscalía en su comunicado.
El proceso llevaba varios años en la mirada atenta de los colombianos y diferentes sectores de la sociedad, a la espera que se de decidiera la condena contra los exoficiales, la cual quedará totalmente definida en las próximas semanas.