“Tengo tuberculosis, no poseo familia, ni quien me ayude. Aquí el que más nos colabora es el patrullero Campuzano. Hace días me llevaron al Hospital San Juan de Dios, no me recibieron, me trasladaron al Cañaveralejo y me negaron la atención. Luego me dieron una cita en la Clínica de los Remedios, pero como no me sacaron a tiempo de esta estación de Policía, la perdí. Los muchachos recolectaron para comprarme unos antibióticos”, contó Héctor Fabio Cárdenas, un hombre delgado, de 60 años y quien desde el otro lado de la celda de la Estación de Policía de La Flora, enseña los medicamentos con los que alivia el dolor.
Según cifras de la Personería de Cali, en algunas estaciones de Policía actualmente el hacinamiento llega a 1.950%. Este es el caso de la Estación de Los Mangos, cuya capacidad es para solo 25 personas y hoy hay 195.
Un drama similar se vive en la Estación de Policía de La Flora, donde se encuentran 95 personas privadas de la libertad (PPL) en un espacio habilitado tan solo para 15, lo que se traduce en un hacinamiento de 950%.
La situación se repite a lo largo y ancho de la ciudad, los reclusos denuncian el mal estado de los alimentos, las infecciones cutáneas que sufren y problemas para ver a sus familiares. Estos sitios que son de reclusión transitoria se convirtieron en lugares de detención permanente.
Hacinados, sudorosos, con hambre, sin sentir la luz del sol y sin mucho por hacer, algunos pasan la tarde viendo televisión y jugando dominó. Matar el tiempo es lo primordial.
En la estación La Flora los reclusos suelen tener juegos de mesa o intercalarse para permanecer unos de pie y otros sentados, pues con un hacinamiento tan alto es imposible que todos puedan descansar en el suelo al mismo tiempo. Algunos, incluso suelen resguardarse en los baños, pues no se puede dejar un solo centímetro vacío.
Héctor salió de ese lugar cojeando, con dificultad para respirar y con medicamentos en la mano. No tiene EPS ni Sisben y mucho menos quien lo visite. Dice tener tuberculosis, aunque dicho diagnóstico está sin confirmar, ya que por su situación judicial y por no contar con un seguro médico, los doctores decidieron no estipularlo por escrito.
Vea además: Este es el drama de los detenidos en las estaciones de Policía de Cali
“A él le tocó el paseo de la muerte”, dijo uno de los patrulleros, pues cuando se puso mal y necesitaba una operación, aproximadamente cuatro centros de salud le cerraron la puerta. Al final “lo operaron en la Clínica de los Remedios. Lo hicieron por pura humanidad”, relató un uniformado mientras sostenía cientos de papeles con la historia clínica de don Héctor Cárdenas.
“Yo solo pido que me manden a una cárcel, no tengo un abogado ni familia, necesito ayuda”, exclamó el hombre en medio del desespero.
En la antigua sede del Gaula de la Policía, la cual es ahora la estación Junín - Alameda, el drama es el mismo. En este lugar los uniformados adecuaron uno de los cuartos que solían usar los patrulleros para descansar en las noches y lo convirtieron en una celda con capacidad para máximo ocho personas, pero hoy está habitada por 40.
En esta estación los internos colgaron las hamacas en el techo, algo que ellos dicen “es un lujo” porque en otras estaciones de Policía extorsionan para poder colgarlas.
En medio de la oscuridad relataron cómo es la vida dentro de la celda, “no dormimos bien, pasamos uno encima del otro. Para entrar al baño y hacer nuestras necesidades tomamos turnos y hacemos fila”, relató un detenido.
Al escuchar sobre el posible caso de tuberculosis en la estación La Flora, al unísono afirmaron que tan solo dos semanas atrás, a uno de sus compañeros le diagnosticaron la misma enfermedad. El hombre fue dejado a un pie de la entrada de la celda, en el suelo y con una cobija. A pesar de los esfuerzos de los patrulleros para que alguien lo atendiera, permaneció durante 15 días en ese lugar amarrado con una cadena: “Como si fuese un perro”, dicen. Finalmente, fue trasladado a un centro de reclusión del Inpec.
Hace ocho meses, el comando central de la Estación de Junín se trasladó a las antiguas instalaciones del Gaula en el barrio Alameda, mientras que la infraestructura ubicada en el barrio Junín, pasó a ser una subestación.
Don Esteban, un hombre canoso de aproximadamente 1.70 c.m. de estatura, es uno de los detenidos que vivió el traslado. Contó que en la subestación eran 32 personas en un espacio “de tres metros cuadrados. Allá duré 20 días y aquí llevo ocho meses, acá es mucho mejor, pero si nos echamos a dormir en el suelo en las noches no cabemos. No me han hecho audiencia y en ocho meses no he recibido sol”.
El comandante de la Policía Metropolitana de Cali, coronel José Daniel Gualdrón, dijo que hay cerca de 2000 detenidos en las estaciones de la ciudad y, como si fuera poco, se destinan entre 100 y 120 uniformados para vigilarlos, situación que estaría afectando los patrullajes en las calles.
Esta problemática no distingue género. En la estación de El Caney, la cual es una de las dos habilitadas para albergar mujeres, cuenta con una capacidad para aproximadamente 25 personas, sin embargo actualmente hay 79 detenidas.
Lea también: 'Siopas', segundo al mando en el Clan del Golfo, habría muerto a manos de sus hombres
Claudia Rodríguez lleva siete meses en el lugar, capturada por concierto para delinquir y estupefacientes, habló sobre el temor que tiene por sus cinco hijos. Actualmente una vecina cuida de ellos, pero no desea que Bienestar Familiar tome la custodia de los menores. En medio del desespero clamó para que “los jueces y los fiscales se pongan la mano en el corazón, nos miren a las madres cabeza de hogar que estamos aquí y nos brinden otra oportunidad”.
La celda de la estación de El Caney es ruidosa y tiene múltiples problemas, las reclusas afirmaron que la comida las tiene enfermas y la mala dieta afecta a mujeres mayores que son hipertensas o tienen una enfermedad de base.
En medio de los gritos, una condenada a cuatro años y medio por porte ilegal de armas relató cómo son sus noches, pues debido a la situación, “cinco personas dormimos en el baño, una encima de la otra”, esto, cuando la cañería no se desborda, ya que si sucede, todas deben dormir en cuclillas, pues las aguas negras inundan el lugar y el olor es insoportable.
El comandante de la Policía, coronel José Daniel Gualdrón, afirmó que de la mano con el Inpec están trasladando a las personas condenadas. “Ya hemos evacuado a más de 100 PPL en los últimos 15 días”. También aseguró que con la Alcaldía se están analizando cuatro o seis lugares para la adecuación de una bodega, que va a permitir trasladar más del 60 % de los detenidos que están en Cali. Este sitio “sería estratégico para realizar un convenio con el Inpec y la Alcaldía y generar allí su custodia. Nosotros ayudaríamos con un segundo o tercer anillo de seguridad, lo que supone menos capital humano del que ya destinamos”.
Según Gualdrón, se espera que esta bodega esté habilitada para el mes de junio del presente año.
Por su parte, el Personero de Cali, Harold Andrés Cortés, se refirió sobre la planeación de este lugar y afirmó que “el tema sigue en papeles desde hace aproximadamente 10 años y no se ha tomado una decisión de fondo frente al sitio de reclusión para los sindicados, lo que se está haciendo es tomando medidas de pañitos de agua tibia”.