Miranda y Corinto, municipios del norte de Cauca, han compartido por décadas, además de su vecindad, los efectos de la violencia. Sus habitantes, que sintieron la esperanza de la paz con la firma del acuerdo con las Farc, han visto en los últimos meses cómo se esfuma poco a poco.
En lo que va corrido del año, han sido asesinadas 11 personas en Miranda y 17 en Corinto, según cifras de la Fiscalía. En un solo día, el miércoles pasado, fueron encontrados cinco cadáveres en esta última población.
Detrás de ese balance hay historias relacionadas con el narcotráfico, con la actividad de los grupos armados ilegales y con su pretensión de ejercer, a través del terror, un control sobre la población.
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Al firmarse el acuerdo de paz y salir del territorio los antiguos comandantes de las Farc, se ha dado una pugna entre quienes buscan ocupar el lugar de esa organización, en actividades como el narcotráfico, el secuestro y la extorsión.
A la fecha en el Cauca, según las autoridades, van capturadas 45 personas relacionadas por su militancia con grupos armados ilegales, como las disidencias.
“En ambos municipios hay una confrontación del EPL, conocido como ‘Los Pelusos’, y las disidencias de las Farc o guerrilleros que integraban los grupos élites de esa organización armada, es decir, gente entrenada para matar”, explican investigadores de la Sijín de la Policía.
Los ‘Pelusos’ son liderados en la zona por alias W, jefe de la ‘Comisión Andrés Benavides’, que llegó desde Norte de Santander con la misión de tomar control del norte del Cauca.
La llegada a la zona de ‘Los Pelusos’ coincidió con la dispersión de los disidentes de las Farc. Según explica una fuente de inteligencia del Ejército, en el departamento se dio una división de ese grupo guerrillero como consecuencia del acuerdo con el Gobierno.
“Unos optaron por seguir en las armas bajo los supuestos planteamientos que dieron origen a esa organización. De ahí que se reagruparan bajo denominaciones como Columna Móvil Dagoberto Ramos”, explica.
Según la fuente, alias Gentil Duarte, uno de los principales líderes de las disidencias, dio la orden a Juan Esteban Escué, alias Mayimbú, de crear ese grupo en los territorios que dejó el Sexto Frente de las Farc.
Para cumplir esa tarea, ‘Mayimbú’ viajó hasta el sur del país, en donde recibió entrenamiento de la estructura de alias Gentil Duarte para luego regresar, a mediados del 2018.
Al volver, debió enfrentar la oposición de Pedro Luis Zuleta Noscué, alias El Inválido, un curtido narcotraficante que buscó acogerse al proceso de paz, pero terminó cambiando de bando cuando ‘Los Pelusos’ empezaron a copar localidades rurales de Miranda y Corinto en su propósito de apoderarse de cultivos y laboratorios ubicados en esta zona.
Otros antiguos guerrilleros, en cambio, decidieron no seguir en ‘rebelión’ y quedar a órdenes del mejor postor, en este caso, organizaciones como La Familia del Norte de Brasil, el Clan del Golfo y el cartel de Sinaloa.
Esta confrontación entre diversos grupos pone buena parte de los muertos que se presentan en la zona, porque cada organización busca dominar los corredores para el transporte de alucinógenos, así como de insumos para su elaboración y apoderarse de la economía de guerra que en su momento las Farc montó para financiarse.
En Cauca este año van destruidos 33 laboratorios para el procesamiento de cocaína. Han sido incautados 1500 kilogramos de coca y más de dos toneladas de marihuana.
Ella explica, por ejemplo, los combates que se registraron a principios del mes de febrero, denunciados por las comunidades indígenas de la zona así como por la Defensoría del Pueblo tras visitar Corinto.
“Desde mediados del 2018 hay combates que la gente no denuncia. La muerte de José Eder Solarte Henao, alias El Grandote no fue en un enfrentamiento, más bien fue una operación planeada y ejecutada en la vereda El Playón, Corinto, por la gente de ‘Mayimbú’ porque este estaba ganando espacio en la zona porque sencillamente era el segundo cabecilla de la comisión de ‘Los Pelusos’”, agregaron las fuentes del Ejército.
Las disidencias de la columna Dagoberto Ramos luchan también contra la Fuerza Pública y con las autoridades indígenas de la zona. Eso explica los ataques con motos bomba que se han venido registrando desde la posesión del presidente Iván Duque.
El caso más reciente ocurrió el fin de semana pasado, cuando un vehículo de este tipo, cargado con explosivos, fue ubicado en la vía que comunica Corinto con Miranda.
Ese mismo fin de semana, la Estación de Policía de Toribío fue hostigada con un mortero artesanal y fue asesinado en una emboscada el subintendente Luis Alfonso López Barón.
Terror y control social
De la confrontación de estos grupos se desprende también otro fenómeno que se viene dando en Miranda y Corinto, la mal llamada limpieza social, que es en realidad el asesinato sistemático de habitantes de la calle y supuestos consumidores de droga.
La expresión más sangrienta de esta estrategia se dio el pasado 4 de marzo cuando cinco supuestos consumidores fueron asesinados en el barrio La Castellana de Miranda. Esa misma semana, resultaron heridos dos más en otro ataque.
“Desde el 2018 empezó el asesinato de personas en situación de calle o con problemas de drogadicción en el pueblo. Se sabe que quien está detrás de todo esto es alias Harry, un disidente de las Farc que está ejecutando esta clase de homicidios, simplemente porque quiere sacar del camino a personas que potencialmente pueden trabajar para otras organizaciones narcotraficantes. De paso, ‘purga’ el pueblo, donde la comunidad denuncia constantemente la inseguridad”, relató un líder social de la zona, quien pidió mantenerse en el anonimato.
A alias Harry se le atribuye también la muerte del patrullero de la Policía Julián Vargas, como parte de un plan pistola que se registró a mediados del pasado mes de enero en Corinto, en retaliación por los operativos que esta institución ha adelantado contra las actividades del narcotráfico en la zona.
Estos crímenes le sirven también a los grupos armados ilegales, para sembrar el terror entre mirandeños y corinteños, que viven en zozobra ante la posibilidad de que se presenten nuevos homicidios u hostigamientos.
Los habitantes de Miranda y Corinto, sin embargo, están acostumbrados a resistir. “Ellos quieren seguir con su guerra. Que lo hagan, pero en otro lado, si las Farc no pudieron con nosotros en 30 años, ahora no van venir estos bárbaros a sembrar la violencia”, dijo un líder indígena que también pidió reserva de su nombre.
Para evitar que la cifra de homicidios siga creciendo y evitar problemas de orden público, la Alcaldía de Corinto impuso restricciones al horario de funcionamiento de los establecimientos de diversión nocturna, tanto del casco urbano, como de la zona rural.
“Los ubicados en la primera área funcionarán, de lunes a jueves, entre las 10:00 a.m. y las 12 de la noche. Los fines de semana estos lugares estarán abiertos hasta 1:00 a.m. Aquellos ubicados en las veredas y corregimientos funcionarán, durante la semana hasta las 11:00 p.m.; y viernes, sábado y domingo hasta la media noche”, determinó el decreto de la Administración Municipal.
El decreto, además, contempla el toque de queda para menores de 18 años, a partir de las 10:00 p.m. y prohíbe el parrillero hombre durante la noche en todo el municipio. El Ejército ahora acompaña los patrullajes que adelanta la Policía, que también está acostumbrado a resistir.