El miedo no solo se apoderó de muchos ciudadanos por la pandemia del covid-19 durante el último año, sino por los índices de inseguridad los cuales no dieron descanso a pesar de los toques de queda, las cuarentenas y confinamientos obligatorios.
Ese temor no ha sido para menos. El homicidio continuó siendo el delito de mayor impacto en las ciudades, al igual que otros como los hurtos, la extorsión y los atracos callejeros.
Aunque en el caso de Cali retrocedieron algunos delitos —lo cual se considera obvio por la menor presencia de gente en las calles y comercios cerrados— sin embargo, 1078 personas fueron asesinadas en 2020, un 4,3 % menos que en 2019.
Entre los hechos que más causaron conmoción figuraron la masacre de los cinco menores en el sector de Llano Verde y el asesinato del periodista Felipe Guevara. Igualmente, se produjo un auge de la violencia intrafamiliar con alrededor de 6000 casos, donde el 70 % de las víctimas fueron mujeres.
Este año los homicidios han seguido. En enero y febrero del 2021 las muertes violentas en Cali ya suman 153, incluyendo las de nueve mujeres, siendo el más lamentable el de una bebé por una bala perdida durante una riña entre hinchas futboleros.
“Hay una mejoría, pero todavía no estamos bien respecto a otras ciudades, e incluso frente a estándares internacionales”, pone de presente Marvin Mendoza, director del programa ‘Cali Cómo Vamos’, tras reconocer que la tasa de homicidios cayó a 47 casos por cada 100.000 habitantes respecto al 2013 que era de 83.
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Asimismo, en medio de la zozobra por el covid-19, la delincuencia común se tornó más violenta. Surgieron los tríos de atracadores en motocicletas que golpean a sus víctimas. Ni los deportistas, ni quienes practican caminatas por senderos y parques se salvaron de los antisociales, indica la concejala Diana Rojas, quien promueve una campaña para mejorar la vigilancia policial en esos lugares.
Los delincuentes usan ahora de preferencia pistolas de fogueo que compran libremente en ciertos lugares de Cali, y cuyo control empezó hace poco. Empero, concejales como Roberto Rodríguez aseguran que “esa situación está lejos de frenarse, ya que en la ciudad circulan unas 300.000 armas de fuego en manos legales e ilegales”, y miles de fogueo.
De acuerdo con una encuesta virtual de ‘Cali Cómo Vamos’, las zonas nororiente, el Distrito de Aguablanca y el sur, han sido en su orden las más inseguras durante el transcurso de la pandemia. Le siguen los sectores del noroccidente y el oriente, según ese sondeo.
Lo anterior llevó a que el 75 % de los ciudadanos considerara sentirse inseguro. La encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Dane habla de un 65,9 % para Cali.
Debido a que muchos hechos delictivos quedaron grabados en las cámaras de vigilancia de calles y negocios, eso aumentó la percepción de inseguridad ciudadana tras su divulgación en las redes sociales, recalca Marvin Fabio Mendoza, coordinador del programa ‘Cali Cómo Vamos’.
“Han descendido los homicidios y las denuncias por diferentes tipos de hurtos, lo cual refleja alguna mejoría. Pero la cara contraria es la actual percepción ciudadana la cual es alta, y eso se estableció durante dos mediciones hechas en 2020”, anota.
Explica que “están sucediendo hurtos que no reflejan la magnitud del problema, ya que al menos el 50 % de las personas no denuncian por diferentes motivos, por lo que podía haber un subregistro”. Todo porque en hurtos a personas hubo el año pasado solo 12.993 denuncias, mientras en 2019 llegaron casi a 90.000.
Orígenes y efectos
El Dane atribuye de alguna manera la inseguridad, entre otras cosas, al aumento del desempleo por el cierre de miles de negocios durante la pandemia. Pero, otros analistas sostienen que el problema es más complejo y profundo en Cali.
En ese sentido, el asesor en seguridad Alberto Sánchez Galeano afirma que “si bien se redujeron las violencias por homicidios y los patrones de agresión y conflictividad en zonas de rumba y de aglomeraciones por las prohibiciones, existen otros factores de victimización muy complicados, sobre todo por la operación de rentas criminales”.
De hecho, afirma que “Cali tuvo el segundo semestre más violento de los últimos cuatro años en el 2020. Y una pregunta que cabe hacerse es: si bien hubo una disminución en número de delitos, qué fue lo que no cambió, incluso con una ciudad relativamente paralizada por los toques de queda”.
El investigador anota que “el 2021 abre una muy buena oportunidad para analizar esos patrones de violencia en la pandemia, y establecer por qué la ciudad no los reduce, sobre todo por la operación criminal en comunas como las 15 y 21, y la influencia de la zona crítica de Jamundí, y lo relacionado con violencias por convivencia”.
A su turno, el concejal Roberto Rodríguez, indica que “la política de seguridad no debe ser solo un reporte diario de las cifras de homicidios y hurtos, ya que el problema es mucho más grave, y obedece en gran medida al flagelo de la droga en Cali”.
Reconoce que bajaron los asesinatos, pero “hoy lo que se requiere en la ciudad es desmantelar estructuras criminales”. Para enfrentar esos delitos, manifiesta Rodríguez, es insuficiente un presupuesto de $50.000 millones, cuando lo ideal sería contar con uno de al menos $80.000 millones al año.
¿Qué hacer?
Los expertos consideran que Cali requiere una estrategia integral de seguridad, que no sea del Alcalde de turno, si no de largo plazo.
En ese sentido, la concejala Diana Rojas sostiene que “la seguridad no fue prioridad en el primer año del gobierno del alcalde Jorge Iván Ospina. Eso quedó en evidencia con la gestión demorada para reparar el sistema de videovigilancia que estuvo fuera de servicio durante 11 meses”.
Anota que “tal situación se ha visto reflejada en el hecho de que en el presupuesto del año 2021 se haya aprobado una reducción del 22 % de los recursos para la seguridad”.
Recalca la concejala que “el aumento en 122 % de los feminicidios habla de la importancia de fortalecer rutas de atención y justicia efectiva. Con menos recursos para 2021, esa tarea se hará más difícil”.
Por su parte, el exdirector del Observatorio de Seguridad de Cali Álvaro Pretel opina que “la política publica de seguridad se ha vuelto caballito de batalla de muchos políticos, que erróneamente consideran que esa es la única forma de fortalecerla en Cali”.
Destaca que hoy existen herramientas como los Planes Integrales de Seguridad y Convivencia, Piscc, los cuales hay que potenciarlos bajo un modelo que se vuelva una política de Estado con prevención, control del territorio, inteligencia y justicia, más inversiones en infraestructura”.
De lo contrario, no solo el virus del covid-19 continuará amenazando por largo tiempo a los caleños, sino todo tipo de delincuencia.
Algunos expertos piden que haya nuevas estaciones de Policía y mejores sedes para la Sijín y la Dijín, tecnología, más sitios de reclusión e infraestructura.
Los caleños se sienten inseguros
Aunque la mayoría de los caleños estuvieron confinados en sus casas durante las cuarentenas, su percepción de inseguridad aumentó, y en especial por estar conectados más tiempo a las redes sociales que mostraban atracos y asaltos en videos.
De allí, que según el programa ‘Cali Cómo Vamos’ estableciera que el 75 % de las personas se sintieran inseguras al salir a la calle. Únicamente el 11,4 % de las personas se declararon seguras y el 13,2 % dijeron ser neutrales frente al tema.
Al respecto, Marvin Mendoza, director de ese observatorio, aclara que el sondeo virtual podría no reflejar toda la magnitud del problema, dado que muchas personas no cuentan con internet en sus viviendas, cosa diferente cuando se adelanta una encuesta presencial en los hogares de Cali en este campo, la cual no fue posible por la pandemia.
Destaca que ese tipo de sondeos deja ver hacia dónde va el panorama, y ese panorama lo que refleja es una percepción más real sobre la inseguridad hoy.