Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
La auxiliar de la Policía Gloria Fernanda Mora Mendoza, quien le salvó la vida a una jovencita de 15 años en el MÍO después de que le hiciera una señal de auxilio con la mano, es una patrullera observadora. No se le escapa ningún detalle.
En la mañana de este martes 20 de febrero de 2024, cuando la llamé por el celular para confirmarle que ya había llegado al sitio donde acordamos encontrarnos, me preguntó si acaso yo era el del teléfono de carcasa roja. Cuando alcé la mirada, Gloria estaba lejos, junto a una vitrina de empanadas, mientras a mi lado pasaban decenas de caleños en el CAM, también hablando por celular. Ella me hizo una seña con la mano para que me acercara mientras sonreía.
A sus 21 años, fue homenajeada en el Concejo de Cali, en un acto liderado por la concejala Alexandra Hernández Cedeño por su acto heroico: salvarle la vida a una menor de 15 años en el MÍO. La agudeza de Gloria para descifrar los detalles que a la mayoría nos pasan inadvertidos lo permitió.
Junto a la vitrina de empanadas, mientras iniciaba el acto en el Concejo, Gloria contó su vida. En la Policía completó un año y, antes de ingresar a la institución, no le gustaba la idea de ser agente. Ella prefería la veterinaria. Trabajaba como auxiliar. Le ponía los catéter intravenosos a los perros y a los gatos, los vacunaba, les suministraba medicamentos.
Si se convirtió en policía fue gracias a un encuentro que tuvo su hermana, Juliana, con un subintendente. Cuando Gloria era niña, el subintendente era el patrullero que acudía a su casa cuando su mamá y sus hermanos eran víctimas de la violencia intrafamiliar que casi a diario desataba Fernando, su padre.
– Cuando mi papá le empezaba a pegar a mi mamá, salíamos de la casa corriendo y gritando, pidiendo ayuda de los vecinos. Y llegaba el patrullero, quien se encargaba de atender los casos de violencia intrafamiliar en el barrio, en el Distrito de Aguablanca.
La madre de Gloria, quien lleva su mismo nombre, aún tiene cicatrices por los golpes que recibió de su exesposo, ya fallecido. Alguna vez la dieron por muerta. Su pareja le pegó con una varilla.
El subintendente vio en su hija un temperamento especial para ser policía. Entre su familia, la auxiliar Gloria tiene fama de “mandona”.
– Ella es de temperamento, muy empoderada, estricta en lo que tiene que hacer, disciplinada. Le gusta el orden – decía su mamá minutos antes del homenaje en el Concejo.
El subintendente le sugirió a Gloria que llevara los papeles para ingresar a la Policía como auxiliar. Ella lo hizo y pasó los exámenes.
Junto a la vitrina de empanadas, Gloria señalaba su gorra donde se lee ‘policía’, para explicar su rol: brindar seguridad a los ciudadanos, así no esté armada. Aunque está preparada para utilizar armamento, su protección como auxiliar se llama ‘tonfa’: es lo que popularmente los ciudadanos conocen como ‘bolillo’.
– En mi caso, así tenga el cargo de auxiliar, soy policía. Me encargo de brindarle seguridad al Sistema Integrado de Transporte Masivo, MÍO. Estar atenta a los ladrones, y a los evasores del sistema, los colados. En las estaciones y en los buses lo que más se ve son robos con la modalidad de cosquilleo.
El pasado martes 13 de febrero, Gloria y un compañero suyo se encontraban vigilando la estación del MÍÓ Santa Librada. Se separaron: ella en un vagón, él en el otro. “Si necesitas algo, me timbras al celular”, le dijo ella.
De repente Gloria vio que en su vagón ingresó una pareja, colándose. Un joven de 26 años y una menor de 15. Ella los dejó subir. Siempre lo hace para, adentro de la estación, elaborarles un comparendo y registrarlos para prevenir que ingresan armas al MÍO.
Gloria observó que la jovencita cojeaba. Le vio una herida en una pierna; como si la hubieran cortado con un cuchillo.
– Yo la estaba analizando a ella. Me quería decir algo.
Cuando la pareja de la menor dio la espalda, la jovencita le picó el ojo a Gloria. Después, con las manos hacia atrás, en la espalda, hizo la señal de auxilio, un gesto muy sencillo: abrir la palma de la mano y ocultar el pulgar, el dedo gordo; como indicar el número 4 con los dedos.
– Yo pensé: puede ser cierto que necesite auxilio. Pero tenía cuidado porque también podría ser una manera para hacerme daño porque estaba sola. Pero algo me decía que ella necesitaba ayuda. Cuando dan la vuelta busco a mi otro compañero, en la estación. Y en el camino veo un cuchillo. Le pregunté a unos constructores que estaban allí de quién era el cuchillo. Me dijeron que lo acababa de tirar la pareja, el muchacho y la muchacha. Yo alzo el cuchillo y le grito al que estaba con la joven: ¡alto! Yo le hice el registro a ella, y mi compañero al hombre. Y ella me empezó a contar lo que estaba pasando.
La jovencita le dijo que ya no quería vivir con su novio. Le pegaba a diario. Entonces mostró ‘añuretones’, morados, heridas de cuchillo. También le dijo que le pegaba en la cabeza con un martillo.
De inmediato el agresor fue capturado. Tenía antecedentes de violencia intrafamiliar. Los padres de la menor no conocían lo que vivía su hija.
Este martes, antes del homenaje en el Concejo de Cali, donde se recordó que en apenas 45 días del 2024 ya son tres los feminicidios en Cali, diez en 2023, la auxiliar Gloria decía:
– La Policía es lo mío. Es mi lugar en el mundo. Quiero seguir ascendiendo en los grados y liderar un programa de protección oportuna a la mujer, porque yo también fui víctima de la violencia intrafamiliar. En mi casa viví una tragedia. Era tanta la violencia de mi padre contra mi mamá, que mi hermano mayor lo asesinó.