Catalina Galeano Cabrera es historiadora de la Universidad de Valle, e integrante de la Escuela Feminista Travesía por la Paz, donde se desarrollan iniciativas para construir la paz desde la perspectiva de género.

Hace unos días, cuenta Catalina, “le faltaron piernas para correr”, después de que un taxista la persiguiera cruceta en mano. Todo sucedió por un ‘piropo’, que en realidad es acoso, por parte del taxista. Catalina le pidió que la respetara y la reacción de él fue intentar agredirla.

Ella logró refugiarse en una tienda donde le prestaron un teléfono para llamar a la Policía. Las preguntas que le hizo el agente la sorprendieron. “¿Usted qué hizo para que el señor reaccionara así? ¿Usted cómo iba vestida?”.

— No me preguntó si estaba bien. Además, yo iba con sudadera. Pero aún así, si tuviera minifalda o un pantalón corto, ante el Policía era doblemente culpable por haber ‘provocado’ al sujeto. Hay creencias culturales muy arraigadas que naturalizan el acoso sexual. Desde los colectivos feministas de Cali venimos insistiendo: no es piropo, es acoso. Cuando un desconocido le dice un ‘piropo’ en la calle a una mujer, lo primero que sentimos es miedo, incomodidad, sensación de inseguridad.

A la mayoría de las mujeres ese tipo de acoso les afecta la salud emocional. Y no hay mujer que camine tranquila la ciudad, no hay disfrute de Cali, porque no se sienten seguras. El piropo juega con la autonomía, la seguridad, la salud emocional y la movilidad de las mujeres. Siempre estás pensando que alguien te persigue o te puede pasar algo – explica Catalina.

Por cierto: el acoso callejero también repercute en la posibilidad de que ocurran agresiones físicas o sexuales contra la mujer. Generalmente, cuando responden al ‘piropo’, exigiendo respeto, las agreden, ya sea verbal o físicamente.

Es por ello que organizaciones como la Escuela Feminista Travesía por la Paz, Caracolas - en Red Podemos y la Isla en Vela, con el respaldo de la fundación Sí Mujer, han venido adelantando campañas para educar a la sociedad sobre ese mensaje: “No es piropo, es acoso”.

En 2018, cuenta la ingeniera María Margarita Vargas, del colectivo Caracolas, difundieron un video, una puesta en escena, de lo que sienten las mujeres cuando salen a la calle y reciben lo que la sociedad llama ‘piropo’. Todo se grabó en el Bulevar del Río, como una manera, pedagógica, de explicar también la cercanía que tiene el ‘piropo’ del acoso sexual. La reacción de algunos hombres fue preguntarles: ¿Ya no se les puede decir nada entonces, una palabra bonita?, a lo que respondieron:

— En definitiva, todo pasa por la aceptación. Si voy en la calle y un desconocido me dice algo, por supuesto no le he concedido ni el permiso ni la aceptación para que me diga nada. Quiero andar tranquila. Distinto a cuando se tiene una relación cercana. Obviamente todo en el marco del respeto.

Después del video se hizo un mural en la Comuna 10, con la participación de la comunidad del sector, en el que se lee: “Vivas nos queremos”. Y en 2019 se realizó una obra con la Casa de los Títeres, otra puesta en escena para insistir en el mensaje: el piropo es acoso.

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— Trabajamos en la calle y de esta manera plantamos una semilla para cambiar ciertas actitudes y comportamientos que llevan al acoso sexual y que están muy arraigados en nuestra cultura. Hasta que llegó la pandemia del coronavirus – comenta María Margarita.

En los días de la virtualidad, los colectivos feministas se unieron para, entonces, lanzar la plataforma Libres y Seguras (libresyseguras.com). Con este portal se pretende hacer un mapeo del acoso callejero en Cali: dónde ocurre, de qué tipo, para levantar una cartografía de los sitios inseguros de la ciudad.

Todo se hace a través de una encuesta alojada en el sitio web para denunciar los casos. A futuro, la idea es que la plataforma esté conectada con los organismos encargados de dar respuestas a esta problemática. Una vez se consoliden los resultados, el paso siguiente es hacer ejercicios en los territorios identificados como inseguros para la mujer, y proponer alternativas para transformar ello.

Estos lugares se van a marcar como inseguros para la mujer, en paredes, muros, postes. Después de las primeras 180 denuncias que recibimos, identificamos por ejemplo que La Loma de la Cruz, en la Comuna 3, y el parque de El Ingenio, donde también hay denuncias de violencia sexual, son inseguros para la mujer. Lo que hicimos en La Loma de la Cruz fue una estrategia similar a la de las estrellas negras en la vía, la campaña de seguridad vial que indicaba los puntos donde hubo víctimas de accidentes de tránsito y advertir el peligro. En nuestro caso marcamos el punto como lugar inseguro. Lo que queremos es que la comunidad logre ver la marca, pero también se proponga cambiar ese espacio inseguro, y ponga en marcha iniciativas para que no lo sea – explica la historiadora Catalina Galeano.

Otro de los espacios que se han identificado como inseguros para la mujer frente al acoso es el transporte público, también las tribunas del estadio, y en general los parques de la ciudad. Hay mujeres que se lo piensan dos veces para salir a hacer deporte con una lycra o un pantalón corto por el miedo a ser acosadas. Algunas prefieren hacer ejercicio encerradas en sus casas o apartamentos.

— Con el acoso hay vulneración a la autonomía y la capacidad de decidir de la mujer. Un hombre no piensa si mejor se pone una pantaloneta o un jean para salir. Una mujer sí. “Voy para tal parte, es muy oscuro, mejor un pantalón”, reflexiona. El acoso sexual tiene como consecuencia que la mujer no tenga garantizados sus derechos como ciudadana según la Constitución Política colombiana. Y hay que tenerlo claro: lo que la sociedad llama piropo es el primer paso para que ocurra una violencia sexual – dice Catalina.

Colectivos feministas

Tras la plataforma está la alianza de tres colectivos feministas, que cuentan con el apoyo de la fundación Sí Mujer.

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Uno de los colectivos es la Escuela Feminista Travesía por la Paz / proyecto vivir en paz desde la co-inspiración comunitaria.

También La Isla en Vela, cuyo objetivo es contribuir a la transformación social, el desarrollo cultural y bienestar comunitario con proyectos que integran las artes, el diseño, la arquitectura, la tecnología.

Y Caraolas, en Red Podemos, que le apuesta a prevenir la violencia contra la mujer.