Cuando suenan los primeros disparos de las armas automáticas, se cierran puertas y ventanas, se corren las cortinas y los niños se esconden bajo las mesas o las camas. El temor de la violencia en Buenaventura, días después de la visita del presidente Gustavo Petro, continúa al interior de las casas y camina por los barrios del Distrito.

“Con los tiroteos, los días se vuelven horribles. Muchas personas en sus casas, incluso, ponen colchones en las ventanas y puertas por el miedo a que una bala los lastime. Es muy triste escuchar a los niños gritando cuando empiezan a oír el sonido de las armas”, narró la bonaverense Luz Mary Carabalí.

Los dos grupos al margen de la ley, ‘Los Shottas’ y ‘Los Espartanos’, no han tenido ningún reparo en los últimos años para iniciar el fuego cruzado con tal de obtener el control total del territorio, y así afianzarse en el negocio del tráfico de drogas, la extorsión y el secuestro. Buscan ser la banda criminal reinante.

Entre el 2017 y el 2021, la tasa de homicidios de Buenaventura fue una de las más altas a nivel nacional, con un total de 576 casos por la violencia criminal, según la Fundación Paz y Reconciliación, Pares.

La comunidad aún recuerda el episodio del pasado 30 de agosto, cuando la tranquilidad fue secuestrada por un enfrentamiento de disparos entre los criminales y la fuerza policial.

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Jhorman Cuero, líder juvenil de Buenaventura, expresó que la solución no puede ser encerrarse ante la recrudecida inseguridad. Sin embargo, “ya no sabemos en qué momento se puede presentar una balacera. Tenemos que ver si las personas que están a nuestro alrededor son conocidas, mirar que no nos estén tomando fotos, revisar con cuidado que no tengan algún arma. Nos estamos cuidando entre nosotros todo el tiempo”.

Buenaventura, hoy en día, es el retrato de dos pueblos diferentes, uno cuando hay luz del día y otro en la oscuridad de las noches.

En las mañanas, bonaverenses como Luz Mary y Jhorman se preparan para un nuevo día. A las 9:00 a.m. salen de sus hogares con el deseo de regresar al final de la jornada, pero afirman que la incertidumbre siempre se esconde tras las esquinas.

En el contexto del conflicto armado, 841 personas han desaparecido en este territorio, según datos de la Unidad de Búsqueda por cuenta del Centro Nacional de Memoria Histórica.

En las tardes, el clima no es muy distinto, salvo por los militares que acordonan con más vigor los barrios. 1:00 p.m. La comunidad trabaja como de costumbre, los comercios abren de par en par y las personas intentan mantenerse tranquilas.

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La tensión llega con el aumento de las horas. “Para nadie es un secreto lo que estamos viviendo. Tenemos el apoyo de la fuerza pública, pero en ocasiones parece que no fuera suficiente. Cuando se empieza a oscurecer nos toca estar mucho más alertas, dejar bien cerrado todo y resguardarnos”, manifestó Jhon Jairo Arias, un comerciante del barrio Juan XXIII, justamente en la zona en la que se presentaron los enfrentamientos entre militares y las bandas al margen de la ley en días pasados.

Son las 8:00 p.m. La soledad en las calles es la norma. Establecimientos comerciales y casas sellan cada rendija. Es el momento predilecto que han escogido las bandas criminales para acentuar su dominio en los territorios: expender droga, activar las casas de pique y continuar con su accionar delictivo.

“Las noches se han vuelto de mucha zozobra ante la posibilidad de que algo malo pase. Es normal oír a los niños llorando, ver a las madres angustiadas y a todos los líderes tratando de encontrar una manera de proteger a nuestra gente. Nos hemos visto sometidos a una especie de confinamiento obligatorio en nuestras viviendas y no queremos más esto”, contó Jhorman Cuero.

Alrededor de 1200 hombres, entre ‘Los Shottas’ y ‘Los Espartanos’, estarían dispuestos a dejar las armas. La comunidad de Buenaventura, sin chistar, anhela esta solución, la única que, según ellos, evitaría el temor que se acentúa en las noches.