Por: Anderson Zapata Reyes, editor de Orden
“Hagamos lo que Dios manda, lo que el corazón nos diga porque queremos la paz y ya Colombia no aguanta más. La música es mujer, es amor y es unidad. Un mensaje que transforme siempre vamos a cantar porque queremos la paz”, son algunas de las letras que cantó el sábado pasado el grupo Integración Pacífica, que está conformado por hombres y mujeres que fueron víctimas de la violencia.
La presentación de Integración Pacífica se dio en medio del evento de socialización del ‘Proceso de diálogo entre miembros de la Policía Nacional y ciudadanos manifestantes del estallido social en Cali’, el cual contó con el apoyo del Instituto de Paz de Estados Unidos, el Comisionado de Derechos Humanos de la Policía Nacional, el Ministerio de Defensa y el Comando de la Policía Metropolitana de Santiago de Cali, entre los años 2022-2023.
“El objetivo de este evento es socializar un poco los resultados de las sesiones de diálogo entre manifestantes y policías. Queríamos dar a conocer las experiencias individuales y grupales de lo que implicaba para ellos ese proceso de diálogo que buscaba aportar a la sanación de las heridas que sufrieron muchas personas durante el estallido social de 2021″, indicó Steven M. Hege, Director Nacional para Colombia del Instituto de Paz de los Estados Unidos, y añadió: “Con estos diálogos no se pretendía aspirar a una reconciliación, pero sí buscar entender, humanizar y escuchar la experiencia del otro. Buscábamos resetear un poco esa relación entre ciudadanos y uniformados”.
El diálogo se desarrolló luego de un proceso de alistamiento con cada una de las partes y varias jornadas de preparación y generación de confianza. La experiencia terminó a finales del año 2023 con importantes resultados en la transformación positiva de los imaginarios, los lenguajes y las relaciones entre los participantes.
“Durante los tres meses que duró el Paro Nacional, dejé mi casa y me fui a vivir a la calle”, comentó Dayana González, lideresa juvenil que decidió participar en los diálogos, aunque estar en este espacio no fue para nada fácil.
Construir desde las diferencias
“Cuando me invitaron, mi primera respuesta fue decirle que no a la persona que me invitó, le dije que estaba loca. Me lo propusieron en octubre y yo respondí solo en enero. Sabía que había que hablar con quien era diferente a mí. Al inicio yo no era capaz de mirar a los ojos a la Policía porque tenía muchos dolores”, comentó Dayana González.
“Con la invitación a participar de estos diálogos vi la oportunidad de volver a hacer el ejercicio de diálogo para empezar a construir desde las diferencias. En la Policía estamos abiertos a dialogar con todos para fortalecer la convivencia y seguridad. Cuando me invitaron a este espacio de una dije que sí”, fueron las palabras del intendente Alejandro Guayara, quien estuvo en las calles de Cali durante el Paro Nacional.
Según su relato, lo más retador como uniformado fue llegar al primer encuentro con los manifestantes. “Yo llevaba muchas expectativas frente a ese diálogo, pero hubo un momento donde un participante manifestó que no era capaz de mirarnos a los ojos y solo con nuestra presencia comenzó a llorar”.
“Cuando esta persona inició a llorar, me cuestioné si yo había aportado para que ese ciudadano se sintiera así. En medio de los diálogos quería comenzar a derribar todas esas barreras que habían en el espacio. Recuerdo que luego del estallido yo escuchaba que las personas nos decían asesinos y cerdos solo por tener el uniforme de la Policía”, dijo el intendente Alejandro Guayara.
“Nos abrazamos en el dolor”
La lideresa juvenil Dayana González reveló que los primeros momentos de diálogo fueron reuniones solo con los manifestantes. “Nos abrazamos en el dolor entre todos, unos con más y otros con menos dolor. Pero el momento más difícil fue cuando después de muchas sesiones nos dijeron que ya era hora de un encuentro con la Policía. Ese día fue muy difícil, fue complejo expresarme y decir las cosas porque había mucho dolor. Incluso, recuerdo que cuando salimos del encuentro dimos varias vueltas para no llegar directamente a nuestras casas porque teníamos miedo de que la Policía nos siguiera”.
Sin duda hubo varios momentos tensos: “En una de las jornadas dije que me quería ir porque nos pusieron en grupos a dialogar sobre la protesta social y uno de los uniformados me cuestionó por qué protestábamos así y eso para mí fue muy fuerte. Los Derechos Humanos están llenos de sangre porque no hay otra manera para ganarlos. Luego, otro policía dijo que nosotros éramos unos resentidos sociales, pero yo pienso, cómo no serlo si no todos hemos tenido las mismas oportunidades. Tengo muchas razones para serlo y lo utilizo para seguir luchando en contra de las desigualdades de la sociedad”, dijo Dayana.
Otro de los participantes del diálogo fue el subintendente Julián Ávila, quien de sus 33 años de vida ha estado 18 en la Policía y gran parte de ellos en el antiguo Esmad, grupo que hoy es llamado Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden Policial.
“Sentarme en el encuentro fue algo complejo porque me señalaban como asesino y muchas veces le dije a los manifestantes que yo no era ningún asesino y que siempre actuaba bajo la normatividad y la ley, pero yo también les decía que los entendía a ellos. Les decía que yo no salía a ponerme el uniforme para matar a alguien. Estos encuentros sirvieron mucho para que los manifestantes conocieran la labor de nosotros. Ellos se dieron cuenta de que no nos pueden estigmatizar a todos los uniformados por culpa de un policía que no haya hecho bien las cosas”, comentó el subintendente Julián Ávila.
Laura Guerrero, representante del colectivo Memoria Viva Colombiana y madre de Nicolás Guerrero, un artista de 22 años quien falleció después recibir un disparo con arma de fuego en medio de una manifestación en el Paro Nacional en el sector de Paso del Comercio, también fue invitada a las jornadas.
“No hacer parte de este diálogo nos iba a hacer perder de una mirada más abierta. El primer día que acabó el encuentro no me fui para mi casa, di vueltas por otros lados ya que había vivido persecuciones. Ese primer día en medio de un ejercicio no estaba respirando bien y fue allí cuando me di cuenta cuan afectada estaba, pero luego todo fue fluyendo en las siguientes sesiones”.
“Cuando yo entregué el cuerpo de mi hijo Nicolás y fui a la Fiscalía a poner el denuncio, salgo y me encuentro con el Esmad. En ese momento les dije que les perdonaba todos los muertos, pero que no mataran más gente. Sin embargo, hubo uno que se rió y eso se me quedó grabado en la mente”, confesó Laura Guerrero, y añadió que por ese motivo ver en estos encuentros cara a cara a integrantes del Esmad fue “muy fuerte”.
“Mi esposo pasó de ver a la Policía como sus ídolos, a ser los seres más odiados en la tierra, eso era complejo. Fue allí cuando entró ese pensamiento de desligarme de esa posición, de cuestionar al Esmad y bajar la guardia para empezar el camino del diálogo. Empecé a tratar de escucharlos, tragarme lo que pensaba y no emitir juicios apresurados”, añadió la mujer.
“En medio de las conversaciones yo me preguntaba: qué hago con el dolor causado con la pérdida de mi hijo, será insumo para incendiar la ciudad o para aportar a la paz y el diálogo”, dijo Laura.
“Ya puedo mirar la Policía a los ojos”
“Con este diálogo, en mí se transformó el tema del dolor y ahora ya puedo ver a la Policía a los ojos. En ellos reconozco que el sistema capitalista nos ha hecho diferentes. Ellos tienen un camino distinto al mío, pero son subordinados de este sistema en el que todos estamos”, reflexionó Dayana González al final de la presentación de los resultados.
“La cifra de homicidios en Cali muestra que no estamos resolviendo bien ni los conflictos profundos, ni conflictos sencillos, ni nada. Si en la madrugada del jueves los cilindros lanzados en la Tercera Brigada del Ejército hubiesen explotado, habrían muerto cientos de niños, niñas, padres y madres”, dijo Jairo García, secretario de seguridad de Cali que estuvo en el evento.
El funcionario añadió: “Tiene que ser una misión de todos transformar la violencia que está en Cali. Hay que trabajar mucho por esta ciudad que es bien compleja. Si tenemos claro cuál es el objetivo, Cali se va a transformar”.
Con él coincide Laura Guerrero: “La reflexión más grande luego de los diálogos es que esto es solo el inicio y que hay que sumar más voces y escucharlas”.
“Colombia lleva un conflicto armado interno de 60 años y ya nos dimos cuenta de que la guerra no es el medio para solucionar nuestras diferencias. Yo también fui un joven de escasas oportunidades, mi mamá era campesina y crecí con los manifestantes, en el mismo barrio y demás. Hoy esas diferencias las utilizamos para crear una mejor ciudad”, finalizó el intendente Alejandro Guayara.
“Estos diálogos cambiaron mi vida, sería bueno hacer algo similar con líderes de barras, asociaciones sindicales y que nosotros como policía podamos estar en esos espacios y tener una mejor convivencia”, dijo el subintendente Julián Ávila.