En Colombia, más de 111.000 personas fueron víctimas de la desaparición forzada durante el conflicto armado, por lo que la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, una entidad extrajudicial creada en el Acuerdo de Paz, está trabajando para encontrar a estos ciudadanos, muchos de los cuales llevan décadas sin que sus familias sepan de su paradero.
La directora de la Unidad, Luz Janeth Forero, habló con El País sobre las labores humanitarias que se están llevando a cabo para encontrar a estas personas con vida y que se reencuentren con sus seres queridos, pero, en caso de que no sea así, realizar la entrega humanizada de los restos.
¿Cómo trabaja la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas?
Colombia, a diferencia de muchos países del mundo, inclusive los que han pasado por situaciones de conflicto, tiene un mecanismo distinto, que es la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, que se creó gracias a la incidencia de las víctimas en el marco de la negociaciones de La Habana, el cual es transicional, porque tiene un período determinado para existir hasta el 2038, y tiene la misión de encontrar a los 111.640 desaparecidos que son nuestro universo de búsqueda desde una perspectiva humanitaria, extrajudicial, confidencial.
Lo anterior quiere decir que lo más importante para nosotros es buscar a los desaparecidos, no a los culpables de esas desapariciones, ya que eso no es competencia de de la Unidad. Por ello, todo lo que investiguemos o encontremos no puede ser parte de ningún proceso penal en Colombia ni sirve para la judicialización.
¿A cuántas personas ha encontrado la entidad?
En los años lo que lleva de existencia la Unidad hemos podido recuperar cerca de 2100 cuerpos, lo cual luego se traduce en procesos de identificación que se hacen en la mayoría de los casos con el Instituto de Medicina Legal. Todo este proceso ocurre luego de hacer prospecciones, ir a campo, ir a cementerios y a otros lugares, muchos de ellos muy complejos, pero después de la identificación, y cuando estamos seguros de que es la persona que está esperando su familia buscadora por tantos años, procedemos a algo que se llama entrega digna o culturalmente pertinente, y en este momento nos estamos acercando a las 400 en el país.
Cabe resaltar que en principio una búsqueda humanitaria y extrajudicial no es localizar a las personas pensando que fallecieron, en realidad buscamos con la pretensión y la esperanza de que están vivas y hoy podemos decir que 70 personas han sido encontradas con vida, las cuales desaparecieron hace 20, 30, 40 años y eso es muy esperanzador y estimulante para la búsqueda.
¿Por qué la Unidad se considera un organismo humanitario?
Lo que hacemos es reparador, es restaurador y ayuda a cerrar esos ciclos dolorosos que viven miles de familias buscadoras que por más de 20, 30, 40 años han esperado a sus seres queridos desaparecidos. Entonces, es una forma de concretar el Acuerdo de Paz desde una perspectiva humanitaria, en favor de las víctimas y que reconoce que, si no cicatrizamos esos dolores, es muy difícil construir verdaderos procesos de paz estables, duraderos y que no se repitan estos hechos.
¿Cuáles son los principales retos de la Unidad?
Buscar es complejo y costoso. Cuando digo costoso, no es solo de lo económico, hablo de los costos emocionales y sociales en un país tan complicado, diverso, disperso e incomunicado, como es Colombia. Nosotros partimos de esas 111.640 personas que están en nuestro universo de búsqueda a hoy, porque probablemente en un par de semanas, que vuelve a salir nuestro registro, vamos a encontrar un incremento de víctimas debido a que la desaparición es subregistrada y hay que hacer ese esfuerzo para tener un panorama de a quiénes estamos buscando y dónde.
¿En qué zonas del país se está buscando?
Tenemos más de 10.000 puntos en el país identificados como sitios de interés donde la entidad tiene que hacer alguna actuación, ya sea para confirmar que en realidad las personas pueden estar allí o para descartarlo, lo cual es importante para tener la certeza de que no están ahí inhumadas. El conflicto afectó a cada uno de los más de 1200 municipios. No podemos decir que hay un departamento que fuera de ajeno a la dinámica perversa de la desaparición, que es el delito y violación de Derechos Humanos más atroz que se pudo haber cometido en el conflicto.
Tenemos unos escenarios de concentración como Antioquia, que registra casi una cuarta parte del universo de búsqueda de este país, con más de 25.000 personas desaparecidas desde la perspectiva de nuestro universo, seguidos por el Meta, que supera los 8000 casos; el Valle, que tiene alrededor de 5000, y Cesar y Norte de Santander, donde hay 3000 y 4000 víctimas.
¿En qué puntos del Valle se concentran los trabajos actualmente?
En Palmira y Buenaventura, que es donde tenemos ahora un trabajo muy intenso. En Buenaventura nos concentramos específicamente en el estero San Antonio, un sitio complejo no solo por las desapariciones que ocurrieron allí, sino también porque hay que realizar labores comunitarias para que esa intervención sea reparadora y atienda los conocimientos, las prácticas y las expectativas de las comunidades, para que esa intervención no cause daño. Para esto se realizan las actividades con respeto de la ancestralidad y de las culturas propias de los territorios. Además, si excavar en tierra es difícil, excavar en un lecho marino es más complejo.
Por otra parte, se están realizando actividades en el cementerio de Palmira, que técnicamente no es un escenario tan complejo como puede ser un estero y tenemos más experiencia, pero allí ya estamos empezando a trabajar con las personas acreditadas ante la Jurisdicción Especial para la Paz en los trabajos, obras y labores con contenido restaurador, ya que la búsqueda no necesita solo de los técnicos y la interdisciplinariedad con la que cuenta la Unidad para el trabajo de búsqueda, también son necesarias estas personas que fueron parte activa del conflicto y ponen su grano de arena.