Con el paso de las horas, se conocen nuevos detalles de la masacre en el barrio Villa Campestre de Barranquilla, donde fueron asesinados tres hombres en la tarde del jueves 29 de junio. El aparente ajuste de cuentas que acabó con la vida de Ronald Vega Daza, Ray de Jesús Vega Daza y su padre, Rafael Vega Cuello, consternó a la población de la capital del Atlántico.
Fueron 33 las balas que impactaron a las víctimas. Dos sicarios llegaron hasta la casa de la familia Vega y dispararon en ráfagas con sus fusiles hasta asegurarse de sembrar horror y muerte en el lugar. Entre otras cosas, se conoció que los sujetos cometieron el triple homicidio con fusiles calibre 5,56.
Así lo reveló El Heraldo, medio regional que también indicó que las autoridades encontraron varias pistas que los criminales dejaron en la escena: un celular, un fusil calibre 5,56 y hasta una granada de fragmentación. El fusil fue una de las armas de largo alcance con las que los sicarios dispararon a las víctimas desde el techo de una bodega que arrendaron durante diez días.
Por eso, todo apunta a que nada en el crimen se dejó al azar. Los sicarios tenían un panorama completo de la familia Vega, que se encontraba en el jardín de una casa, justo cuando se perpetró el ataque.
Una unidad especializada de la Fiscalía de Bogotá está encargada de toda la investigación en este caso. De hecho, una de las líneas de investigación del ente judicial es que la masacre, al parecer, se ordenó desde Venezuela. Además, se estima que los sicarios habrían recibido aproximadamente 1.500 millones de pesos por este crimen.
El dictamen de Medicina Legal
El reporte de Medicina Legal tras la inspección que los forenses de la Sijín le realizaron a los cuerpos de los tres sujetos, todos miembros de una misma familia, es contundente. Los resultados fueron fulminantes: 33 impactos de bala recibieron en total las víctimas, en lo que se describe como un ataque violento y bien orquestado.
Las heridas fueron causadas con fusiles, uno de los cuales fue dejado en la escena del crimen. De acuerdo con el relato de uno de los testigos, los fallecidos habrían recibido disparos, incluso, desde el techo.
El reporte de Medicina Legal sostiene que Rafael Vega Cuello fue blanco de siete impactos de bala, de los cuales tres fueron a la altura del oído, uno fue en el cuello, otros dos los recibió en la región occipital de la cabeza y el último en el antebrazo. De acuerdo con las autoridades, cualquiera de los primeros seis impactos hubieran podido causarle una manera casi instantánea.
El mayor de los hijos asesinados, Ronald Vega tenía más heridas. Los nueve proyectiles que recibió se distribuyeron así: dos en su abdomen bajo, uno en el pecho, uno en el antebrazo izquierdo, dos en el antebrazo derecho y los últimos tres llegaron hasta su rostro, uno de los cuales incluso le fracturó el cráneo. En este caso, los últimos proyectiles fueron los que provocaron la más alta letalidad en el hombre de 41 años.
Por último, el menor de los tres fallecidos, Ray de Jesús Vega, de 37 años, recibió los 16 disparos restantes. El informe detalla que él no tenía perforaciones en su cabeza o cuello y que los impactos más letales fueron uno en el pecho y otros tres que llegaron a su abdomen. Los otros 12 se presentaron así: uno en su axila, otro en el antebrazo derecho, nueve en el brazo izquierdo y uno en una pierna.
Roberto Vega, una de las personas que se encontraba en la vivienda del barrio Villa Campestre, solo recibió un impacto en una de sus piernas y pudo sobrevivir al ataque armado.