El gobierno del presidente, Gustavo Petro, se prepara para enfrentar una nueva etapa de diálogos con el Clan del Golfo, un grupo armado que, según un informe de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), presenta desafíos únicos en el contexto de la Paz Total.

El Clan del Golfo es un grupo al margen de la ley.

El informe titulado ‘Una mesa con el Clan’ advierte sobre la complejidad interna del grupo y los obstáculos históricos que enfrenta el gobierno en esta negociación.

La posibilidad de establecer una mesa de diálogo fue anunciada por el gobierno en julio de este año, justo cuando el Clan del Golfo se encuentra en su punto más fuerte. El informe detalla que “está al máximo de sus capacidades, aplica una exitosa fórmula de expansión que continúa dando resultados, consolida una faceta política, gana y se mantiene a flote en diferentes disputas territoriales, conserva grandes cantidades de dinero y resiste con eficiencia las acciones de la Fuerza Pública”, según la FIP.

Desde 2018, el Clan del Golfo ha experimentado un aumento del 95% en sus efectivos, lo que lo convierte en el grupo armado más grande del país. Ha pasado de tener influencia en 179 municipios de 10 departamentos a operar en 238 municipios de 16 departamentos.

Su expansión ha llevado a la creación de seis bloques y 34 estructuras, con un control notable en regiones como Chocó, el Magdalena medio, sur de Bolívar y la costa Atlántica.

El ministro de Defensa, Iván Velásquez, reconoció que los grupos criminales de mayor peligrosidad en el país, como el ELN, las disidencias de las Farc, la Segunda Marquetalia y el Clan del Golfo, se fortalecieron durante la vigencia del cese al fuego que ordenó el presidente Gustavo Petro. | Foto: Foto : Camilo fajardo

El informe de la FIP se resalta que el Clan ha cambiado su estructura de liderazgo tras la captura y extradición de ‘Otoniel’, su máximo líder. Ahora, es dirigido por un Estado Mayor Conjunto compuesto por antiguos mandos de las AUC, quienes han implementado un enfoque contrainsurgente.

El Clan puso en marcha unos procesos de expansión territorial más controlados, creando la figura de ‘comandante político’ y fortaleciendo sus procesos de formación interna”, explica Gerson Arias, uno de los autores del informe.

En términos financieros, el grupo ha diversificado sus actividades, participando en el narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión. La FIP destaca que el Clan ha consolidado su control en áreas estratégicas para el narcotráfico en el golfo de Urabá y el golfo de Morrosquillo, además de expandirse hacia la costa Caribe, a pesar de enfrentar resistencia del ELN y de disidencias de las FARC.

El informe concluye que el Clan del Golfo es un fenómeno híbrido, que ha evolucionado a partir de procesos de desmovilización, y que su trayectoria criminal no debe ser subestimada. A pesar de su nombre, la FIP enfatiza que no se puede calificar al Clan como un “grupo paramilitar”. La naturaleza de sus operaciones varía según la región, pero su influencia en la producción y tráfico de cocaína sigue siendo predominante.

La FIP también ofreció tres reflexiones clave sobre las negociaciones. Primero, la posibilidad de que el diálogo con el Clan pueda contribuir a contener el crimen organizado y reducir la violencia, si se acompaña de estrategias de seguridad efectivas.

En segundo lugar, la fase exploratoria del diálogo podría permitir ajustes en las expectativas y en la definición de términos. Por último, el gran desafío será encontrar un terreno común entre las exigencias del gobierno y las demandas del Clan, que ha dejado claro que busca garantías de no extradición y justicia transicional.

María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz. | Foto: Juan Carlos Sierra

El informe subrayó la necesidad de establecer una hoja de ruta clara para el diálogo, que contemple hitos orientados hacia el sometimiento efectivo, garantizando la seguridad física y jurídica de los participantes y la compatibilidad de las negociaciones con la estrategia de seguridad del Estado.