Hace unas semanas Colombia quedó consternada luego de que las autoridades encontraran el cuerpo de Gabriel Esteban, un niño de 5 años, quien habría perdido la vida a manos de su padre, Gabriel Enrique González, en el Hotel ‘El Rey’, del municipio turístico de Melgar, en el departamento de Tolima.
Este caso en particular, asegura el criminólogo de la Universidad de Alicante, España, Miguel García, constituye un filicidio, es decir, la muerte del hijo perpetrada por el progenitor. Detrás de este tipo de delito, dice el experto, podría haber una “enfermedad mental, ya sea porque el progenitor tiene un trastorno diagnosticado o bien, porque sufre un brote psicótico’’.
Problemas mentales, peleas de pareja, brotes psicóticos o trastornos, pueden ser algunas de las razones que, en casos extremos de violencia, llevarían a un padre o a una madre a acabar con la vida de su propio hijo.
“La persona puede ser psicótica, es decir, tener un vínculo distorsionado con la realidad o una paranoia y supone que en el hijo está encarnada la persona a quien le va a hacer daño. Igualmente, puede estar relacionado con un trastorno, en este caso, son personas que lo que hacen es gozar del poder sobre los otros”, explicó Stella Mary Ortega, perito psicóloga oficial del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
El criminólogo explicó que esta conducta puede estar relacionada con el llamado ‘Síndrome de Medea’ el cual “se refiere a cuando un progenitor decide hacer daño a su hijo o hija, debido a un comportamiento del otro progenitor que considera injusto, por lo que existen momentos en los cuales alguno de los padres emprende acciones temerarias hacia sus propios hijos para causarle dolor a su pareja’’, aseguró.
Precisamente, en uno de los mensajes que envió Gabriel Enrique González al WhatsApp de la madre del menor Gabriel Esteban se lee: “Hora de fallecimiento: 3:55 a.m. No sufrió. Ahora sí puedes disfrutar sola sin ‘trisitico’” (como le decían cariñosamente al pequeño).
Según Stella Mary Ortega, psicóloga con más de 20 años de experiencia, en este caso se estaría hablando de “violencia vicaria, pues el padre, de cierta forma, descarga su furia, en forma de venganza, para hacerle daño a la madre, maltratando al máximo a su hijo hasta causarle la muerte’’.
Igualmente, Gloria Hurtado, psicóloga y autora del libro ‘Dónde está mi papá’, señala que en estas situaciones el niño es visto por el agresor como un “bulto de carne, que no se da cuenta de las cosas, que es demasiado chiquito y por lo tanto, no habría problema en matarlo”.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en el primer trimestre del año 2022, en Colombia alrededor de 163 menores de edad, en su mayoría niños, fueron asesinados, en 131 casos. Entre los responsables de este tipo de crimen, de acuerdo con Medicina Legal, no solo estarían involucrados familiares, sino amigos, desconocidos, grupos ilegales o delincuencia común.
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Y aunque la cifra no es exacta con relación a cuántos niños, niñas o adolescentes han perdido la vida a manos de sus progenitores en Colombia, un reporte de la Fiscalía General de la Nación indicó que en el año 2020 se presentaron tres casos. Todos fueron judicializados.
De acuerdo con la ley 599 de 2000, “el filicidio es referido como homicidio a personas ascendientes o descendientes y se considera de mayor gravedad que el homicidio ordinario, castigándose penalmente con penas en prisión entre 40 y 60 años”.
De acuerdo con un comunicado publicado a principios del mes pasado por parte de una red de organizaciones de la sociedad civil, los casos de “filicidio como venganza”, “vienen visibilizándose más durante los últimos años”.
Perfil del padre o madre homicida
En cuanto a los progenitores asesinos de sus propios hijos, enfatizó Stella Mary Ortega, es muy frecuente que se trate de personalidades que tienden a la “falta de empatía, que consideran al otro, en este caso al niño, como objeto y no sujeto; no toleran la frustración, es decir, quieren que las cosas se hagan como él o ella quieren que se hagan. Son personas agresivas o impulsivas’’.
Por su parte, la psicóloga Gloria Hurtado aclaró que el perfil de estos padres inicialmente va ligado a ‘‘problemas con su propia infancia y su relación de padres’’, pues estas conductas no nacen de ‘‘buenas a primeras. Un padre o una madre no se vuelve de un día para otro en un potencial asesino”.
También, agrega la psicóloga Hurtado, hay que estar alerta sobre ‘‘la manera cómo ese padre o esa madre trata a la gente, cómo se expresa, el lenguaje que emplea con el niño ( “no sirve para nada”, “no llore”, “sea macho” ); a todas esas actitudes de desprecio que va manifestando hay que estar atentos. La rabia que tiene, cómo trata a los animales, a veces el trato hacia la mascota dice mucho de la persona. O pueden ser individuos muy aislados o que están en familia y no se comunican con la gente e incluso, hay que estar atento a la manera en cómo mira. Aunque no se debe generalizar’’, aclaró la psicóloga y columnista, autora también del libro ‘Hablemos del amor’.
Asimismo, los padres que podrían tender a cometer un filicidio o ‘violencia vicaria’ presentan ‘‘dificultad para empatizar con las emociones de los niños, es decir, si el niño llora por querer jugar o comer, no lo entienden y se imponen para complacer solamente sus propios deseos’’, comentó María Méndez, licenciada en Psicología Clínica de la Universidad Central de Venezuela.
La obsesión de una persona por continuar una relación y no aceptar la ruptura, agrega la psicóloga venezolana, puede generar manifestaciones agresivas e hirientes, no solo con los niños sino con las ex parejas, “y caras vemos, trastornos mentales no conocemos y no deberíamos escatimar, porque estos casos nos dejan claro cómo pueden terminar siendo letales”.
En estos casos, expone Ortega, ‘‘hay que tener cuidado, porque podemos toparnos con sujetos que tengan una fachada compensatoria y que por fuera de la familia se vean como personas maravillosas y por dentro de esta son realmente monstruos, entonces esto es lo que a veces genera en los niños sentimientos de ambivalencia, porque esa persona que se muestra generosa y protectora, también es la que los maltrata y puede terminar con la vida de ellos”.
Finalmente, la psicóloga Méndez sugiere que los padres susceptibles de presentar estas características asistan a terapias psicológicas, para comprender cómo manejar las emociones e impulsos a largo plazo, “lo cual pudiese prevenir estos incidentes; aunque cada caso requerirá intervenciones adaptadas a cada realidad, pudiendo ser interconsultadas con psiquiatría, ayuda espiritual y otras’’.
Por ahora, la Procuraduría General de la Nación analiza la posibilidad de abrir una investigación en el caso del pequeño Gabriel Esteban, pues no está clara la forma en que actuó la Comisaría de Familia y el Icbf de Bogotá, pues en septiembre se alertó que la madre estaría en un “alto riesgo” de violencia por parte de su expareja y porque en agosto Gabriel Enrique González se llevó al menor por nueve días, sin permiso de la madre.