Los accidentes recientes de aeronaves de la Fuerza Pública han encendido las alarmas en Colombia, pues lamentablemente cuatro helicópteros han resultado siniestrados este año en el país dejando un saldo de 20 uniformados fallecidos en el cumplimiento de su labor, lo que comenzó el debate sobre las razones que han llevado a que se presenten estos hechos.
El más reciente accidente ocurrió el pasado domingo 29 de septiembre, cuando ocho miembros de la Fuerza Aérea que se dirigían a una labor humanitaria en Vichada perdieron la vida luego de que el helicóptero en el que se movilizaban se accidentara.
Otro hecho similar ocurrió el pasado 5 de febrero en Unguía, Chocó, donde una aeronave del Ejército se estrelló causando la muerte de tres uniformados. Luego, el 23 de febrero uniformados de la Policía Nacional también se accidentaron, esta vez en Caramanta, Antioquia, donde fallecieron cuatro personas.
Además, en el municipio de Santa Rosa del Sur, Bolívar, un helicóptero del Ejército cayó y acabó con la vida de cinco militares el 29 de abril.
Un problema con múltiples causas
Un piloto coronel que pidió reserva de su identidad y quien tiene una carrera militar de más de 25 años de experiencia y con 3000 horas de vuelo, aseguró que las políticas de mantenimiento de las aeronaves de la Fuerzas Pública son robustas ya que se siguen las normas señaladas por los fabricantes.
“La aviación militar es bastante disciplinada y rigurosa en la ejecución del mantenimiento”, sostuvo el hombre, por lo que no considera que este sea el motivo de los accidentes recientes.
Sin embargo, el uniformado afirmó que existen fallos en la logística que posiblemente han ayudado a la accidentalidad, además del desabastecimiento de repuestos por falta de contratación de los mismos.
“Eso genera que la gente que está en mantenimiento efectúe un procedimiento conocido como la transferencia, es decir, se agarran componentes de aeronaves que están en tierra o en mantenimiento para ponerlos en helicópteros que están en línea de vuelo debido a la ausencia de repuestos en los almacenes”, afirmó el uniformado, lo que puede generar fallos en el medio de transporte.
Sobre el tema, el coronel (r) Carlos Soler, abogado, consultor, asesor en seguridad y defensa nacional, explicó que si bien la práctica es realizada por expertos quienes supervisan el mantenimiento y lo aprueban, lo ideal es que los elementos que se le coloquen a cada medio de transporte sean nuevos con el fin de evitar al máximo que haya fallas.
“Este es un tema de mucha responsabilidad y por eso hay casos en los que los técnicos prefieren dejar un helicóptero varado que sacarlo a volar sin haber cumplido los protocolos de seguridad”, sostuvo Soler.
Por otra parte, el piloto coronel afirmó que la mayoría de las aeronaves de la flota nueva de las Fuerza Aérea tienen más de 25 años de servicio y las antiguas más de 50, situación que aunque no representa un riesgo en sí misma, sí requiere más rigurosidad en el mantenimiento.
“Abonado a eso no ha habido mucho proceso de modernización en el país por temas presupuestales”, aseguró el coronel piloto.
Soler también enfatizó en la necesidad de que se modernice la flota, pues “es una responsabilidad del Ministerio de la Defensa y del Gobierno Nacional que esta esté en proceso de renovación y que se garanticen los recursos mínimos para que los helicópteros estén volando en un país en conflicto armado”.
Faltan horas de vuelo
Otro factor que puede influir en esta problemática es que los oficiales con más experiencia son relevados de su cargo para dar paso a las nuevas generaciones que, aunque están igualmente preparadas y han cumplido con los requisitos para pilotear las aeronaves, ya no se les exige la misma cantidad de horas de vuelo que era requerida hace algunas décadas.
“Mucha gente sale de las Fuerzas Militares cuando tienen la mayor experiencia, el mejor número de horas de vuelo y cuando están en su mejor momento para poner en ejecución su conocimiento son puestos en cargos operativos o directivos, que no tienen nada que ver con lo que fueron entrenados”, afirmó Sandoval.
Soler explicó que tanto el piloto como el copiloto de un helicóptero de las Fuerzas Militares requieren unas horas mínimas de vuelo que certifican su experiencia para maniobrar en caso de mal clima, de una falla o en medio de un enfrentamiento, ya que Colombia es un país en conflicto.
“Antes el piloto volaba entre 45 y 60 horas al mes porque había disponibilidad de aeronaves, pero al no haber disponibilidad el piloto va a volar entre cinco y seis horas, por lo que cuando tiene que requerirse ha perdido experiencia porque está volando lo mínimo y no lo máximo para tener autonomía. Hay menos experiencia y pericia porque hay menos helicópteros”, sostuvo Carlos Soler, quien enfatizó en que todos los oficiales están certificados y cumplen con los requerimientos.
Por su parte, el piloto que pidió reserva de su identidad manifestó que los operativos militares han reducido su riesgo a comparación de los años más álgidos del conflicto, sin embargo, eso no quiere decir que se deba debilitar a la Fuerza Pública. “Los pilotos siguen siendo los oficiales jóvenes y que basado en las pocas aeronaves que hay para volar y en la cantidad de pilotos, ellos no tienen la oportunidad de acumular el número de horas ni mucha experiencia”.
Los expertos concluyeron que es necesario que el Gobierno Nacional inicie el proceso de renovación de la flota de helicópteros con las que cuentan las instituciones.
“Lo mínimo que se le puede dar a los soldados a los que se les exige todos los días que arriesguen su vida es que las municiones, el armamento, el transporte y la evacuación de los heridos esté garantizada y eso solo se puede hacer con una flota eficiente y actualizada por parte del Ministerio de Defensa y del Gobierno Nacional”, indicó Soler.