“Hay niños que llegan a nuestro colegio y tienen que pagar peajes de entre $1000 y $1500 para poder cruzar las fronteras invisibles. Incluso, hay unos que tienen que pagar hasta tres veces”.

Así lo contó uno de los docentes de la Institución Educativa Monseñor Ramón Arcila, del barrio Puertas del Sol, Comuna 14, Oriente de Cali, quien afirmó que la situación de seguridad en el sector es complicada, pues tras la formación de nuevas bandas criminales, los estudiantes arriesgan sus vidas para poder ir al colegio.

Y es que el pasado 28 de abril el colegió envió una carta al secretario de educación de Cali, José Darwin Lenis, informándole que varios de sus estudiantes no han podido asistir debido a amenazas.

“Mediante un oficio radicado el 18 de abril, me permití colocar en su conocimiento la grave problemática social que afecta el entorno de la Institución Educativa en donde se han generado varias muertes violentas. Esta situación de violencia afecta directamente a nuestros estudiantes y sus familias, impidiéndoles el desplazamiento por fronteras invisibles, amenazas a estudiantes o sus familiares, lo que ha llevado a la Institución Educativa a estar en máxima alerta”, se lee en la carta enviada por el rector al Secretario de Educación.

La Policía Nacional ha realizado requisas a las entradas de instituciones educativas del Oriente de Cali: Foto: Policía Nacional. Foto: Archivo de El País | Foto: El País

Frente a esta situación tenemos alrededor de 15 estudiantes que no han hecho presencia en clases debido a amenazas en su contra, y 9 estudiantes se han retirado del colegio también por amenazas, producto de la oleada de violencia por los enfrentamientos entre pandillas”, escribe el rector Juan Tovar.

Uno de los docentes del colegio, quien pidió reserva de su identidad, le contó a El País que tradicionalmente en la zona han existido pandillas como El Palo, La Gallera y El Sahumerio, sin embargo, según él, a raíz de la oleada de migrantes que han llegado a este sitio, se han conformado nuevas agrupaciones como Los Yupis y otras que no han sido identificadas y que estarían disputándose las calles o ‘líneas’ de los barrios de la Comuna 14. “El caso del colegio es particular, pues en cada esquina hay una frontera invisible”, dice.

“Si un chico llega a grado 11 y reside en Puertas del Sol 4 y 5, tiene que atravesar tres fronteras invisibles. La primera la va a encontrar saliendo de su barrio, que es otro territorio, y luego, aproximándose a la cancha ubicada atrás del colegio hay otra. Finalmente, debe pasar por el frente de la Institución y esa sería la tercera frontera”, explicó.

Además de las líneas invisibles los estudiantes de este sector se enfrentan a otra problemática, pues según uno de los habitantes del barrio “hay un toque de queda interno, silencioso en la zona y no se puede salir después de las 6:30 p.m.”.

El docente coincide con esta afirmación, y sostiene que en el colegio han tenido que modificar los horarios de clase para poder salir temprano.

“En este año la situación se ha venido complicando. Los muchachos a las 5:00 de la tarde ya están deseosos de salir del colegio. Entran a las 12:15 y van hasta las 6:15. p.m. para tratar de que salgan en el día. En el 2023 no hemos tenido presencia por parte de la administración y no ha habido un plan de acompañamiento por parte de la Alcaldía”, reclamó el educador.

Añade que cada vez que hay situaciones complejas en el barrio, desde la Alcaldía hacen un Consejo de Seguridad en el que participan los secretarios de educación y seguridad, “se toman un montón de fotos, llaman a los medios de comunicación y el estudiante nunca es el protagonista. Siempre los protagonistas son ellos”.

La Patrulla Escolar visita distintas instituciones educativas de Cali. Foto: Archivo de El País.

“Los primeros días uno ve a algunos agentes de Policía acompañando el ingreso y la salida de los estudiantes, pero eso no dura una semana y muchas veces a los 8 o 15 días ya no vuelven”, contó el profesor.

El docente dice que lo que el rector viene pidiendo son intervenciones por parte de las autoridades, pero cuando este traslada la queja a la Secretaría y luego a diferentes instancias y entidades, todo se queda en papeleo y gestión documental, “no pasamos a un acompañamiento policial en el sector, no hemos tenido un espacio donde la Policía vaya y se siente a charlar con los chicos y salgan propuestas donde el Gobierno escuche directamente a los jóvenes y les pregunten qué están haciendo o planeando con su proyecto de vida”.

“Yo quiero resaltar que es toda la comunidad educativa la que está en peligro, es decir, el personal de aseo, los encargados de la parte administrativa y las madres de familia que deben recoger a diario a sus hijos”, sostiene el docente quien, nuevamente, hace un llamado urgente a las autoridades para que intervengan lo más pronto posible la zona: “No estamos pidiendo que manden un policía diariamente, sino que haya presencia y proyectos sociales, proyectos que le ayuden a los jóvenes a crear un plan de vida más allá de las aulas de clase con el fin de que no tengamos jóvenes delinquiendo en la calle y buscando problemas en las esquinas”, finalizó el profesor.